Grabación completa de María Teresa Melchor Moya

 

 

Presentaciones (00:00:21)

Berenice: Pues mire, nosotros somos profesores de la UNAM, de la Universidad Nacional Autónoma de México, y hace seis meses la UNAM abrió un campus, aquí Morelia, venimos de Morelia, y nosotros trabajamos con relatos tradición oral, hacemos una revista, se llama La Revista de Literaturas Populares, aquí le traigo un ejemplar para que lo tenga. Y bueno, ahora estamos recopilando relatos sobre el lago y sobre la sirena, y sobre las cosas que pasan en el lago y demás. Entonces, su sobrino, su esposa de su sobrino nos dijeron que usted se sabía muchísimas cosas sobre el lago, ¿no?. Y bueno, que ha visto a la sirena que es así como…
Teresa: No, pues más bien de eso sí, sí pues, le digo que a mí nadie me cree, porque le digo que esa vez le íbamos a trabajar, íbamos a las zarzas que había, zarzamoras, y como antes, todo eso mire, no había luz en ninguna parte había luz, andábamos en la oscuridad, andábamos así, para una cosa de noche con un ocote, andábamos, porque ni lámpara pues, pues una que no teníamos pa comprarla y otra que aquí no había, pus qué pues, pus que hacíamos, con un ocote andábamos. O ya pues tábamos hasta impuestos, andábamos entre lo oscuro, y ya así, ya caminábamos bien. Y ya le digo que, que pus orita ya le digo toda la gente, ya está bien porque ya hay luz, ya hay agua, ya hay las cercas que estábamos afuera como si estuviéramos en la calle, nomás con unas piedras así [mjm]. Y todo, pues, así, bien, así bien pobre el pueblo. No, orita le digo ya la gente que está ya de ora pacá pues, le digo ya están en la gloria, ya tienen agua, tienen luz, tienen televisiones, todo tienen. Y antes nosotros ni siquiera conocíamos, andábamos hasta sin zapatos, ¿cómo cree? [mjm], bien probecillos que andábamos y pues, nuestros papás, pues, no tenían trabajo, pus con qué nos compraban [mjm]. Yo la escuela la dejé porque fíjese que acuerdo que había unas libretitas bien chiquitas y con un leoncito pintado, y apenas nos alcanzaba, pues, ese, ese cuaderno [mjm]. Yo ya mejor me puse a jugar canicas, la matatena. Y mi maestra era tía, no me regañaba, me dejaba que jugara [mjm], y yo juegue y juegue con una amiguita que tenía de Uruapan, y también se llamaba Tere como yo; y pus era nuestro encanto estar con la pelota juegue juegue, así mismo no sé nada leer, en qué pues escribíamos si no teníamos nuestros papás no tenían, pues, para comprarnos [mjm]. No orita le digo, ya ayudas que les dan, becas, y ya les compran su libreta, así mismo yo me quedé sin, le digo, ahora sí como un burrito, no sé, pues, nada. Y yo a veces les platico, y les digo: “Ay, pues si les digo una cosa que no, les digo, pues a, que este que, a lo mejor les digo una cosa mal porque no sé yo qué contiene pues aquella palabra. Y así me pongo a platicar, pues, con los señores aquí.


La muchacha que se volvió sirena por desobedecer a sus papás (00:03:23)

Y ya, le digo, que aquí la sirena, pues, bueno, eh, es una, ¿verdad?, este, que una vez, esta era una muchacha con sus papás [mjm], ese es una, que no la dejaban salir a ninguna parte, que este, que ni, ¿no ve que en Semana Santa no dejan a uno que haga travesuras, que se vaya bañar? Que le decían:
--Hija, mira que el jueves santo, el viernes santo no es día de que se ande uno ahogando, que se ande metiendo al agua, porque si se meten al agua, los castiga, los vuelve animal o los vuelve otra cosa y si se meten al agua se van a volver pescados, o un animal, pues, con cola de pescado.
Berenice: Sí, sí.
Teresa: No, pus que la muchacha, ya ve uno, pues, que si le dicen “no hagas aquello”, y uno lo hace porque no sabe [mjm]. Y esta dicen que, no pues entendió, que dijo:
--Ah, yo sí me voy al agua. Me voy a bañar.
Y que se metió a bañar. Y que, este, se volvió, pues, pescado. O sea, la cola nada más, los pies [mjm] se unieron así como la cola, pues, y de aquí pa arriba ella es mujer. Es una mujer. Y entonces ella no creyó, y entonces eso le pasó por desentendida. Y dicen que es pues la muchacha que anda, pues, en el agua, y sí, pues.


Yo sí tuve la dicha de verla (00:04:58)

Porque le digo que sí, yo sí tuve esa dicha de verla [mjm].
Todos mis hemanos, este, han trabajado en la agua, pero nunca la han visto y a mí, les platico, ¿verdad?, y se ríen de mí. Les digo:
—Pues ríanse, pues, porque no saben o no lo han visto. Pero yo sí, pues, tuve esa dicha, de verlo [ajá].
Esa vez íbanos con una, con dos amigas, mi hermano y otro hermano que todavía vive él, pero mi hermano primero, él ya se murió. Íbanos con él a la dichosa zarza, llevábamos cubetitas así [mjm]. Pero fíjese que no había luz ni nada para allá, ni… una veredita así, mire, por donde pasaban esos ranchos de allá [ajá], andábanos ese rancho al otro, se llama Copándaro y Agua Verde. Ya pues ellos viajaban en veces, hacían una cosa y ya pasaban por esa veredita. Pero estaba cubierto de árboles, y bueno no se veía, este barba de, ay, pues no sé cómo le dicen a esa planta que se guía bien bonito y de flores. Y allí, pues, bien tapado que estaba, andaban entre, entre, entre el cerro, pues, nomás con la veredita [mjm], y entonces, este, no había nada, nada de gente, taba lleno, pues de árboles y todo, y fíjese que, que como nosotros íbanos a pescar [mjm], llevaban, este, así tortillas, para para allá, pues, comer [mjm]. Y este, y ya salíamos, hacíamos lumbre, había mucha leña para calentar, y como sacábamos pescado más antes así, bien bonitos, los abríamos y los poníamos entre el brasero a asar, y mire con esas zarzas llevábamos un chile perón, luego en la misma batea con la que sacábamos la agua [mjm], ahí lo molíamos y era comer y comer. No, pus comíamos bien a gusto.
Berenice: Bien rico.
Teresa: Y eso era que ya habíamos la, antes cómo estaban así , mire los ramos de zarzas, no, pus que un domingo vamos, y sí ahí vamos. Y yo iba pues, mire, con la ansia de que, de que ya llegáramos, pues a donde estaban, y este, y vi, y fíjese que yo ya iba viendo que ya merito llegábamos. Me imagino que ha de haber sido on ta el tular ese, mire [ajá]. Que yo ya iba estirando el pescuezo: “Ah, ya merito llegamos”.
Cuando, mire, que veo esa muchacha, pero nada más de la cintura para arriba, estaba parada en el agua, pero estaba devesando, mire allá donde se ve el rincón, estaba devesando para acá, estaba así. Y como de, de aquí, se le veía el pelo, que le caía al agua, como en el codo, una cosa así [mjm]. Se le veía su cabello, pero quiere ver una muchacha que se acaba de hacer los, mire los [gesticula]…
Berenice: los rizos.
Teresa: Los rizos, pero bien bonitos, pero nada más se los vi de lado, no así, pues completa, ¿verdá?, del lado nada más. Entonces, esti, estaba ella como muy devisando pallá, muy silencita el agua, y ella estaba volteada. Entonces les digo yo a mis hermanos, me paro y les digo:
—Miren, qué es aquello, una mucha…
Nomás me quedé una, nomás, no les acabé de decir una muchacha, porque mire en loque voltié a decirles a mis hermanos, se dio el sentón yo creo, yo no vi cuando se sentó. Porque yo voltié, cuando voltié ya nomás taba la ola, así como quiere ver cuando dejar una piedra muy grandi, estaba la ola así donde se dio el sentón. Ya no vi nada. Y luego ya yo les platiqué:
—Ay, dice, no les hubieras dicho pa que la vieras visto cómo se sumía, o qué pues. Pero es que ella no quería que viera más que sólo tú.
Le digo:
—Pues eso fue lo que yo no pensé.
Y fíjese que nada más se quedó la rueda de la ola donde ella se dio el sentón y se perdió.
Y entonces me dijeron:
—Ay, cuál muchacha, ahí no hay nada.
Le dije:
—Ya no está.
Y que, pensé, dije yo, no es que esta muchacha, como en ese rancho de Copándaro, nadan, nadaban, ya no, las muchachas nadaban con un cántaro aquí [en la boca], no sé cómo, para no sumirse [ajá], yo pensé que sería alguna muchacha, que se andaba bañando… Ya salí, y yo con la tentación , pues, de la dichosa muchacha, y diji yo: “Pero por áhi van a estar los zapatos”, pensé nomás, no les dije a nadie “por áhi va a estar la ropa”, afuera. Cuál ropa, no había nada.
Berenice: ¿No había nada?
Teresa: Nada, nada, nada. Y eso pues, que yo sí vi. Y por eso yo les cuento, y este, me dicen:
—¡Ay, tú estás loca!
Le digo:
—¡Ay, pues yo creo que sí estaba loca en ese rato, pues, porque sí la vi [mjm].
No me creen, fíjese, no me creen, pero qué cuerpo, le digo una muñequita, de esas delgaditas que salen ahora, ¿cómo se llaman las muñecas esas?
Berenice: Las Barbies.
Teresa: Las Barbies, bonito [mjm], pues. Pero fíjese que nada más estaba parada, la vi de aquí para arriba [mjm], pero nomás de lado [mjm], porque no la vi bien, porque todavía le digo, pues, que todavía estaba una distancia así de retirado, pero ya le digo, pues, que ella áhi, áhi vive. Yo digo, porque ya pues se me perdió, áhi vive, porque sí pues, le digo, y nada de roca había, le digo yo, sí pues áhi anda.


El castigo de la sirena (00:10:33)

Y cállese que una vez, mire, me puse a platicarle aquí como siempre que aquí estoy yo porque mi muchacha aquí trabaja conmigo, una, unos hijos de mi patrona que yo trabajé con ella [mjm]. De a tiro me tiene confianza, pues, a mí, y ahora a ella, porque desde muchacha he trabajado con ese señor, ya mi hija, pues, y este y le digo:
—Hija, pues te tienen confianza, porque a mí mi mamá me decía:
—Mira, hija, si van a trabajar en alguna parte nunca vayan a agarrar nada, porque no es bueno que agarren las cosas, porque luego las castigan y no, no, no vayan a andar agarrando nada.
Y así nos dejó, pues, impuestos. Y ya le digo que, que ella pues, que hasta la fecha todavía está trabajando con esos hijos de esa señora donde yo estuve. Y ya le digo que así pasa, pues, con esa muchacha. Y no, y yo creo que sí, pues porque mire, este, una vez me puse a platicar así como orita que les estoy platicando a ustedes, luego, me bajé a bañar, luego ya me dio calor y me, me, me bañe, y como siempre aquí está esa lancha y el chofer se subía arriba. Ya pues que llegué una ola, estando así mire, llegó una ola, pero fuerte la ola que me aventó, mire, taba yo sentada en el lavadero, bañándome así, cuando acordé ya estaba así, como a la distancia, de ahí donde está la silla me aventó la ola. Tirada, quedé tirada, la ola se recogió y yo me quedé tirada en la arena. Y ya que me asusto y que volteo pacá, ay, no me haigan visto los que están acá, aquí, pues, en la lancha. No no había nadie. Ya qué hice, me levanté, ya me seguí bañando, pero ya desde esa vez como que me da miedo, porque yo creo que, pensé yo, que a lo mejor no quiere que yo platique. Y, y, este me aventó la ola. Y ya desde esa vez, sí me meto a bañar, pero ya con miedito, pues, pero no, ya, no me ha aventao, pero sí me aventó ese olón de… de agua.
Berenice: Por estar platicando de ella.
Teresa: Pensé yo, yo creo que por eso, ¿verdad?. No, y es que hay veces que sí se viene esa ola, se viene muy fuerte. Y este, y por eso digo que a lo mejor, como siempre viene esa ola y, y, llega muy lejos, pues, muy alta, ella me aventó, y pensé yo, a lo mejor porque les platico, pues, aquí, ya no les voy a platicar [risas]. Y luego me dicen:
—Venga.
Y les digo:
—Ay. Yo ya no voy.
Y luego me dicen, pues ni creen, así han de decir que esa señora nomás nos cuenta, pero fíjese que yo sí he tenido muchas dichas de cosas. Le digo, por eso le digo, no yo ya no les voy a contar nada.
Berenice: ¿Es usted muy sensible para ver cosas así?
Teresa: Por eso les digo que ya no les quiero contar, y luego me dicen: ven, ven. ¡Uy!, ya díganles que no estoy [risas]. Díganles que yo ya no estoy. Pero ya le digo que yo pues síi, pero le digo: nadie me cree. No me creen. Les digo:
—Pues no me crean solamente yo que vi eso, lo creo, porque, porque nadie más me cree. Les digo. No la han visto, porque a ustedes no les tocó verla, sólo a mí.
Pero sí ya le digo que eso, pues, me pasó a mí.


El Cristo que sudaba (00:14:00)

Berenice: ¿Por qué cree que usted sí pudo verla y la demás gente no?
Teresa: Pues no sé por qué, fíjese. Que este, no sé por qué, porque mire, fíjese que una vez también aquí, tenía yo la tentación porque yo siempre con mi mamá desde chiquita, desde que yo fui catequista de niña, para catecismo, y hasta la fecha todavía me entremeto en andarles ayudando a cuidar los niños cuando las posadas, y todos los padres, pues, les gusta que yo vaya a cantar la misa, o, pero que vaya. Y hay muchos que van ya todos saben que, ya ya yo nada más estoy aquí atrás, yo ya no voy. Ya le digo que sí, este, que sí que yo anduve a la fecha le digo, por qué pues, y una vez me dijo mi mamá, ya ella ya murió, a misa, nos íbamos a misa, diario a misa, diario, diario. Pues yo tenía la tentación que, aquí el patrón es el señor del perdón. Él, este, lo tenían nomás así todo encueradito,nomás con su sandalito, y yo siempre llegaba, con mi mano, no ve que tienen una aquí. Llegaba yo y le calentaba con una mano:
—¡Ay!, ¿cómo estás de frío?
Y lo tentaba, sentía yo que lo calentaba, ¿verdad?
Y diario era eso a la entrada y a la salida. Pero diario que yo, ay que me dijo, una vez ya toda la gente se salió. Me quedé yo y mi mamá y otra señora que también ya murió, y este y salí yo por delante de ellas y, otra vez le tenté su estomaguito, y ya. Va creer que cuando salí, cuando entré no estaba mojado, cuando yo salí, estaba bien mojado de esto de aquí. Mire que me hago así la mano y dije: “Bueno, ¿por qué?”. Me vi la mano, llena de agua, mi mano. Y fíjese que, que mi mano me tentó y yo le conocí a una madre que estaba ahí con mi muchacha, le dije:
—Ay madre, pues por qué sería. ¿No querrá que yo lo ande agarrando?
Y dijo:
—No, dijo, ¿sabes por qué fue? Dice: Porque tú crees que tiene mucho frío y llegas y lo tientas y sientes tú que lo calientas con tu mano, pero pa que veas que él pensó de hacer eso contigo porque él no tiene frío, y tú crees que él tiene frío. Pus va creer, que mire, que me hice toavía así y la mano y las gotitas y ya la señora se viene tras de mí y le digo:
—Mire, cójale aquí.
Y me dice:
—Ay, está sudando.
Dije:
—¿Sudando?
Me dijo:
—Sí.
Y ya pues la madre eso me comento, y dije yo… otra señora le platiqué, me dijo:
—Con un centativo que le pongas.
Vaya usted a saber yo no sé qué quedrá o por qué, pero eso me pasó, fíjese. Y ya, ya ya no hago, pues por tentarlo, pero, ya no porque lo subieron más arribita. Y ya pus llego, pero ya, cuando lo bajan, nomás a besarlo el día de su fiesta el tres de mayo. Pero este, ya le digo qué sabe por eso será, que a veces veo alguna cosa y les platico pero no me creen. Les digo:
—Pues no, pues, me crean, ya pues estoy loca, les digo yo [risas].
Pero sí así pasó. Ya le digo, sí pasó y así existió, pero ya le digo.


El muchacho y la sirena de la piedra (00:17:55)

Berenice: Y aparte, de su familia dice que no la han visto, pero de conocidos suyos o de gente que cuente algo, de que la vieron o… ¿no?, algo así. ¿Nada de eso?
Teresa: Pues mucha gente, y un muchacho, pues, pasaba, un muchacho viejo que nunca se casó, dicían que, que estaba una piedra muy bonita, así grandota, para el lado de allá. Y dice que pasaba y la llamaba, pero eso sí yo no sé. Le digo, yo no sé si sea cierto o no, pero lo que yo le estoy platicando eso sí pues yo lo vi, pero se los cuento porque a lo mejor ni sea cierto y así namás hablo y ya le digo que eso me pasó a mí.
Por eso es que la mera leyenda del lago la encuentra en, áhi en Pátzcuaro, como se llama tú, cómo se llama, y aquí en el Canto de la Sirena, ¿no han ido?


¿Creer o no creer? (00:19:44)

Berenice: Oiga, pero entonces esto de la sirena se escucha desde que usted era chiquitita.
Teresa: Sí.
Berenice: O sea, siempre ha habido, este relato de la sirena aquí en el lago.
Teresa: Sí y toda la gente como a veces viene, pues, y mire se pone a jugar con la pelota aquí cercas y qué les interesa, mire se les llega a r la pelota, pus déjenla que se vaya, no áhi van a meterse y sacar la pelota. Pus aquí a veces se ahogan, pues, pero a qué van, “dejen la pelota”, y ya le digo, pues pasa con ella que algunos les darán calambres o no sé, pero a veces pues, pasan esas cosas. Pero sí ya le digo que sí es.
Berenice: ¿Usted cree que la sirena pueda ahogar a los hombres, o los ahogue?
Teresa: Pues eso dicen, ya no nomás cuando se sume alguno: “Ya se lo llevó la sirena”. Pero vaya usté a saber, pues, dice que, así ya toda la gente: “Ya se lo llevó la Sirena y ya la Sirena lo ahogó”. Pero vaya usted a saber por qué sea [ajá]. Sí.
Berenice: Algo que dijeran cuando iban a pescar, no les como daba miedo la sirena o algo.
Teresa: No, pues no nos daba miedo, pues, ellos le, yo les contaba a mis hermanos y decían: “Ah, pues si la vemos, ella es nuestra amiga porque nosotros andamos de un hilo en la agua”. Pero nunca pues decían de que la vieran, no. Sí yo nomás esa casualidad, pues, que tuve, pero quién sabe por qué haiga sido.


Las jicaritas (00:21:13)

Berenice: Oiga, y algo que contaran de las jicaritas.
Teresa: Ah, esas jicaritas sí dicen que salen.
Berenice: A ver, cómo es eso.
Teresa: No, dice que esas jicaritas son de esas como las que venden en Pátzcuaro pintadas, sí las conoce, ¿no? Son unas batellitas. Esas sí yo no las he visto, pa qué le echo mentiras. Pero cuentan que si usted ve esa batellita que anda moviéndose ahí junto a la laguna, que esa batellita se va metiendo y metiendo que pa que la quieran agarrar, pues [mjm], y que ya se los lleva hasta donde ya, pero yo de eso, pues, no les sabría decir, nomás que dicen que salía esa jicarita [mjm], pero quién sabe uno pues, no la he visto también, pa qué digo ¿verdad?, lo que no.
Berenice: Y esto de que para encontrar a los ahogados se echaba una jicarita con una vela.
Teresa: Sí, dicen también, ¿verdad tú? Una vez, que no salía una muchacha, no salía y no salía y dicen, echaron una batellita con una vela para qué sería, quién sabe, yo no séde eso, sí. Pero sí dicen que eso hacen. Pero quién sabe cómo será eso. Por eso le digo yo no le cuento más porque… [risas].


Nº de referencia: entrevista 1

Al habla: María Teresa Melchor Moya (72 años)

Realizada por:
Berenice Granados Vázquez
Santiago Cortés Hernández

Registrada en: Zirahuén (Salvador Escalante, Michoacán), el 25 / 1 / 2013

Transcrita por: Berenice Granados Vázquez

Contexto: La entrevista fue grabada en el restaurante de la familia Melchor Villa, situado a la orilla del lago de Zirahuén, un día en el que no había prácticamente actividad turística. La entrevistada está sentada en una de las mesas del restaurante. La grabación comienza intempestivamente porque Teresa empezó a hablar en cuanto llegó al lugar y la cámara fue colocada con premura.

Escuchas: Durante la entrevista estuvieron presentes varios miembros de la Familia Melchor Villa: Juan Melchor y Angélica Villa, y sus tres hijas.

Medio de grabación: Handycam Sony XDR-XR260

 

 

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