[ Yo sí tuve la dicha de verla ]

 

 

Porque le digo que sí, yo sí tuve esa dicha de verla [mjm].
Todos mis hemanos, este, han trabajado en la agua, pero nunca la han visto y a mí, les platico, ¿verdad?, y se ríen de mí. Les digo:
—Pues ríanse, pues, porque no saben o no lo han visto. Pero yo sí, pues, tuve esa dicha, de verlo [ajá].
Esa vez íbanos con una, con dos amigas, mi hermano y otro hermano que todavía vive él, pero mi hermano primero, él ya se murió. Íbanos con él a la dichosa zarza, llevábamos cubetitas así [mjm]. Pero fíjese que no había luz ni nada para allá, ni… una veredita así, mire, por donde pasaban esos ranchos de allá [ajá], andábanos ese rancho al otro, se llama Copándaro y Agua Verde. Ya pues ellos viajaban en veces, hacían una cosa y ya pasaban por esa veredita. Pero estaba cubierto de árboles, y bueno no se veía, este barba de, ay, pues no sé cómo le dicen a esa planta que se guía bien bonito y de flores. Y allí, pues, bien tapado que estaba, andaban entre, entre, entre el cerro, pues, nomás con la veredita [mjm], y entonces, este, no había nada, nada de gente, taba lleno, pues de árboles y todo, y fíjese que, que como nosotros íbanos a pescar [mjm], llevaban, este, así tortillas, para para allá, pues, comer [mjm]. Y este, y ya salíamos, hacíamos lumbre, había mucha leña para calentar, y como sacábamos pescado más antes así, bien bonitos, los abríamos y los poníamos entre el brasero a asar, y mire con esas zarzas llevábamos un chile perón, luego en la misma batea con la que sacábamos la agua [mjm], ahí lo molíamos y era comer y comer. No, pus comíamos bien a gusto.
Berenice: Bien rico.
Teresa: Y eso era que ya habíamos la, antes cómo estaban así , mire los ramos de zarzas, no, pus que un domingo vamos, y sí ahí vamos. Y yo iba pues, mire, con la ansia de que, de que ya llegáramos, pues a donde estaban, y este, y vi, y fíjese que yo ya iba viendo que ya merito llegábamos. Me imagino que ha de haber sido on ta el tular ese, mire [ajá]. Que yo ya iba estirando el pescuezo: “Ah, ya merito llegamos”.
Cuando, mire, que veo esa muchacha, pero nada más de la cintura para arriba, estaba parada en el agua, pero estaba devesando, mire allá donde se ve el rincón, estaba devesando para acá, estaba así. Y como de, de aquí, se le veía el pelo, que le caía al agua, como en el codo, una cosa así [mjm]. Se le veía su cabello, pero quiere ver una muchacha que se acaba de hacer los, mire los [gesticula]…
Berenice: los rizos.
Teresa: Los rizos, pero bien bonitos, pero nada más se los vi de lado, no así, pues completa, ¿verdá?, del lado nada más. Entonces, esti, estaba ella como muy devisando pallá, muy silencita el agua, y ella estaba volteada. Entonces les digo yo a mis hermanos, me paro y les digo:
—Miren, qué es aquello, una mucha…
Nomás me quedé una, nomás, no les acabé de decir una muchacha, porque mire en loque voltié a decirles a mis hermanos, se dio el sentón yo creo, yo no vi cuando se sentó. Porque yo voltié, cuando voltié ya nomás taba la ola, así como quiere ver cuando dejar una piedra muy grandi, estaba la ola así donde se dio el sentón. Ya no vi nada. Y luego ya yo les platiqué:
—Ay, dice, no les hubieras dicho pa que la vieras visto cómo se sumía, o qué pues. Pero es que ella no quería que viera más que sólo tú.
Le digo:
—Pues eso fue lo que yo no pensé.
Y fíjese que nada más se quedó la rueda de la ola donde ella se dio el sentón y se perdió.
Y entonces me dijeron:
—Ay, cuál muchacha, ahí no hay nada.
Le dije:
—Ya no está.
Y que, pensé, dije yo, no es que esta muchacha, como en ese rancho de Copándaro, nadan, nadaban, ya no, las muchachas nadaban con un cántaro aquí [en la boca], no sé cómo, para no sumirse [ajá], yo pensé que sería alguna muchacha, que se andaba bañando… Ya salí, y yo con la tentación , pues, de la dichosa muchacha, y diji yo: “Pero por áhi van a estar los zapatos”, pensé nomás, no les dije a nadie “por áhi va a estar la ropa”, afuera. Cuál ropa, no había nada.
Berenice: ¿No había nada?
Teresa: Nada, nada, nada. Y eso pues, que yo sí vi. Y por eso yo les cuento, y este, me dicen:
—¡Ay, tú estás loca!
Le digo:
—¡Ay, pues yo creo que sí estaba loca en ese rato, pues, porque sí la vi [mjm].
No me creen, fíjese, no me creen, pero qué cuerpo, le digo una muñequita, de esas delgaditas que salen ahora, ¿cómo se llaman las muñecas esas?
Berenice: Las Barbies.
Teresa: Las Barbies, bonito [mjm], pues. Pero fíjese que nada más estaba parada, la vi de aquí para arriba [mjm], pero nomás de lado [mjm], porque no la vi bien, porque todavía le digo, pues, que todavía estaba una distancia así de retirado, pero ya le digo, pues, que ella áhi, áhi vive. Yo digo, porque ya pues se me perdió, áhi vive, porque sí pues, le digo, y nada de roca había, le digo yo, sí pues áhi anda.

 

Nº de referencia: 313

Al habla:
María Teresa Melchor Moya
(72 años)

Recopilado por:
Berenice Granados Vázquez
Santiago Cortés Hernández

Registrado en: Zirahuén (Salvador Escalante, Michoacán), el 25 / 1 / 2013

Transcrito por: Berenice Granados Vázquez

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