[ Los huerfanitos ]

 

Era una hermanita y un hermanito, hasta que un día se murió la mamá. Quedaron huerfanitos los dos y como era una niña y un niño que le... el papá se tuvo que buscar otra mamá. Hasta que un día le dice, le dice la mamá, la madrastra, la que se buscó, dice: —Si tú no, si tú no... no regalas esos niños yo ni creas que esté contigo.
Se quería separar de él, ¿no? Y entonces que le dice el papá: —Pero, ¿cómo comprendes? Y fíjate que son mis hijitos. A mí me duele y los quiero.
Dice: —No. Pues si no quieres, entonces yo me iré para otro lado.
Entonces el señor comprende que no se fuera la segunda esposa que tenía, que agarra y los lleva un día al monte. Que los deja allá en el monte. Que les dice: —Miren, mis hijitos. Voy a cargar mis burritos y luego cuando regrese, dice, —cuando regrese ya ustedes este... los paso a traer a ustedes.
Bueno. Pero el señor no pasó a traerlos. Allí los dejó en la noche y ya una vez que estaba de noche, ya oscuro, los niños no sabían pa’ donde agarrar. Que se suben en un árbol grande. Al otro día amaneció y que se van de nuevo. Andi y andi y andi hasta que llegaron a un bosque grande donde estaba una cueva. Y que ya de nuevo se les volvía a oscurecer.
Y que le dice: —Oye, hermanita, dice, —¿dónde nos vamos a quedar? Fíjate. Ya se nos oscureció, dice, —¿ya dónde vamos a dormir? Dice: —Mira. Hasta allí está una cueva. Nos subimos hasta arriba y allá no nos hacen nada los animales.
Que se suben arriba. Y que ven un animal grande. Era un este... lión que estaba... una liona que estaba criando sus lioncitos, chiquitos. Tenía un par.
Dice: —Mira, hermanita. Ahi 'stá una perra, dice. —Está criando, dice, —unos perritos. Dice: —Ora se los vamos a robar.
Dice: —No, manito. No, porque nos come, dice. —Ese animal nos va a comer.
Dice: —No. Verás como mañana temprano... Dice: —Unos perritos, dice, —ahora ya no, porque ya es tarde pero mañana tiene que salir a buscar ella de comer para traerle a sus hijitos. Dice: —Mañana vamos a procurar, dice, dice, —quitárselos cuando ella no esté.
Así hizo. Al otro día que se levantan temprano y que se sale el animalito ese que se va. Que los deja solitos. Que se los agarran a los dos y áhi van corri corri con sus cachorritos. Pero eran lioncitos. Y se van. Que se hacen una casita, pos, pobrecita, ¿no? Y entonces ahí este... vivieron mucho tiempo. Crecieron y crecieron los animalitos. El niño tenía su charpe y con su charpe mataba pajaritos, conejitos y este... para darles de comer a los animalitos y a su hermanita. Su hermanita se quedaba con los cachorritos en su casa.
Hasta que un día, crecieron grandes. Dice: —¿Cómo les vamos a poner, hermanita, dice, —a los... dice, —a los cachorritos?
Dice: —Mira. Les vamos a poner... dice, —... Los Llanos,
Crecieron ya grandes. Pues, así les empezaron a nombrar "Los Llanos, Los Llanos." Hasta que un día fueron unos la... unos rateros al monte. Eran rateros, ¿verdá?, pero ya tenían noticias de la niña y el niño que vivían solitos y tenían mucho, mucho dinero. Pero no era dinero. Eran cueros de, de muchos animales que él mataba. Este... claro que muy finos. Allí tenía, pues, su dinero, ¿no? Y estos empezaron a buscarlo para hallarlo, para quitarle todo eso. Bueno. Pero no lo encontraban.
Hasta que un día salió el hermano y se llevó Los Llanos y se fue al monte a agarrar iguana, animales para comer él y los animales. Y entonces este... que llegan los rateros y que dan con la casita y que encuentran a la hermanita. Que le dicen: —Niña, ¿qué haces aquí? Te vamos a matar. Te vamos a llevar.
Dice: —No me maten ni me lleven, dice. Dice: —Mejor que venga mi hermano y a él se... él habla con ustedes. Dice: —Yo, no me lleven porque estoy solita. Dice: —Váyanse porque mi hermano, dice, —es muy peligroso, dice. —Lleva unos animales y esos animales comen. Dice: —¡Váyanse!
Bueno. Les metió miedo y se fueron aquellos rateros. Pero al otro día lo espiaron y este... que se fuera él, que saliera de nuevo. Y que agarre y que le dice, pero entonces no llevó los animales. Le platicó la hermanita. Dice: —Fíjate, hermanito, que ayer vinieron unos rateros. Dice: —Me querían aquí... eeeh... matarme. Yo les dije... les tuve que decir la verdad, que tú venías con unos animales y que, que los iban a comer y ya con eso se fueron. Dice: —Pero, cuídate, porque a la mejor por áhi andan, dice.
—No tengas cuidado, hermanita. Dice: —Áhi que se te queden. Áhi que se te queden este... Los Llanos, dice, —para que no te hagan nada.
Entonces dice: —Mira. Mejor llévatelos. Dice: —Si no, si te quedan porque tú peligras más que yo. Dice: —Mientras voy a traer el agua para que hiciera de comer. Y se va a un este... a un pocito que estaba ahí.
Y en eso que le salen ahí los rateros y que dicen: —¡Ora sí, dice, —te vamos a matar!, dice, —porque nos entregas todo el dinero que tiene.
—No tengo nada, dice.
—Bueno, todos los, las pieles que tienes de animales.
Dice: —Pues, llévense todo lo que quieran pero no me maten, dice.
—Sí, te vamos a matar.
Dice... bueno, ya que lo encaran, que la iban a matar allí, cuando dice: —Bueno. Déjenme despedir de mis Llanos.
Pero ellos creían que en el campo, que los llanos, los planos, así ¿no? Y entonces este... que grita fuerte. Dice: —No más tres gritos, dice, —y a los tres me matan.
Que grita refuerte la niña: —¡Adiós, mis Llanos!
Y que oyen los Llanos, los liones, y oyen y que se vienen corriendo y que devoran a los... los... hicieron pedazos a los rateros. Les dejaron caballos y todos [sic] allí. Monturas y todo le dejaron áhi al niño. Y este que los hacen pedazos. Bueno.
Entonces agarra el niño y se lleva los caballos para su casa. Y que dice: —Oye, hermanita, dice. Dicen los rateros, dice, —que, que estas pieles que es dinero, dice. —Sabes que voy a bajar al pueblo a ofrecerlas.
Dice: —Pero hermanito, ya te vayas a quedar y ya no vayas a venir.
—Sí, vengo, dice.
Bueno. Se monta en un caballo ensillado y que se va, para el rancho... este, para el pueblo. Que llega al pueblo aquel y este... que... que empieza a ofrecer sus pieles finas, ¿no?, pero se llevó los Llanos. Este, que empieza a ofrecer y que oye el rey, porque antes eran hacendados, ¿no? Que oye el hacendado y que dice: —¡Mi hija! Dice: —¡Fíjate que áhi anda un muchacho! Dice: —Mira. Anda vendiendo cosas preciosas, dice. —Te voy a comprar un... cuero de los que tú quieras, fino, dice, —para que te vistas.
Dice: —Sí, papá. Cómpramelo.
Pero ella le gustó el muchacho, ¿no? Y que empieza a entrar allí el muchacho y que le empieza a hablar ella. Dice: —Mira. Quédate aquí, dice. —Ya no te vayas. Yo me caso contigo, dice.
—No, pero es que tengo que regresar, dice, —al monte porque allá tengo mi hermanita.
Dice: —No regreses. Dice: —Mira. Quédate, dice. —Nosotros te damos dinero y todo, cama buena y todo.
Claro que el muchacho que s'iba vestido de puro cuero, ¿no? Y allá como le dieron ropa y todo eso, ps, claro que el muchacho ya cambió. Hasta que un día venía y venía hasta que empezaban a acabar sus pieles. Y entonces que un día que se queda y se casa con la reina, de aquel reinado, ¿no? Y ya no regresó a la hermanita que se queda. Y que le deja los Llanos allá en el monte.
Dice: —Ps, se te queden los Llanos.
Que se trai su caballo. Que se viene y ya tenía el fin de no regresar allá.
Pos ya no regresó. La niña se puso triste, triste. Todos los días lloraba de su hermanito, que ella no podía bajar. Hasta que un día que se anima: —Pos, yo voy a bajar al pueblo.
En otro caballo que tenían de los rateros. Que agarre y que se viste la niña y que se baja al pueblo con los Llanos también de nuevo. En la primera casita que encontró allí le contaron. Dice, dice: —¿A quién busca, niña? ¿Que usted viene aquí la reina que es mujer del muchacho que se casó aquí?
Dice: —No, es mi hermano, dice.
—¡Uuy! ¡Ya se casó con la reina! ¡Ya ni se acuerda de usté!
Entonces con... de esa tristeza se regresó la niña y se fue. Y antes de que muriera hizo una sepoltura y allí que agarre y que los... y que se mata la niña. Y luego los Llanos al ver que la niña ya se había muerto que se matan. Entre los dos se mataron ellos y s' hicieron pedazos y allí quedaron sobre la sepoltura de la niña.
Y ya. Eso es todo.

 

Nº de referencia: 251

Al habla:
Teresa López Soto
(26 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: La Joya (Acajete, Veracruz), el 20 / 7 / 1965

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1971. Mexican Tales and Legends from Veracruz. Berkeley: University of California Press, núm. 16

Notas
Several Hispanic narratives exist in which fanciful names are applied to animals, usually dogs, as in Boggs and Hansen 1940*D. In the present tale, the deceptive names are applied to lion cubs, who serve a brother and a sister. Several motifs are prominent: P253 Brother and sister, B431.2 Helpful lion, J2493 Names of dogs literally interpreted. The story hinges largely upon the last motif, but whereas J2493 is ordinarily affiliated with A-T 1530* The Man and his Two Dogs, No. 16 is in effect its converse. Whereas in A-T 1530* the fanciful names warn the thief, here their apparently innocent meaning deceives the thieves and permits the lions to devour them. I prefer, however, to consider No. 16 a variant of type 1530*. Its introduction, type 327 Ia, deceptively leads the listener to think that a version of "Hansel and Gretel" is to follow. No. 4 of this collection has a similar introduction.

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

327. - The Children and the Ogre.

1530*. - The Man and His Dogs.

 

Materiales adicionales

 

 

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