[ El rey y el tacualero ]

 

Este era un rey que trabajaba en el campo. Tenía un niño que era tacualero. Y el tacualero todos los días le mandaba pa’ que le llevara, llevara el lonchi, agua y... y lonchi. Y ese que tanto y tanto, tanto y tanto viajaba, de ir pa’ allá pa’ acá en la montaña. Un día el rey se quedó sin comer por caso de que el... el muchacho que no le llevó la comida ese día. Y llegó el rey. Le preguntó a su mujer que qué le había pasado al muchacho, que no le había llevado la comida, que estaba... tenía mucha hambre.
—¿Qué le pasa al muchacho?
—Áhi lo mandé allá con el lonchi. ¿No llegó?
—No. No ha llegado allá, dice. —No ha llegado.
—Puede que venga. Ya está haciendo tarde.
Cuando él viene llegando por allí, detrás de la casa y diciendo que, que ónde estaba el lonchi. —Señor rey, dice. —Se lo di allí a unas, a unas hormigas que estaban pereciendo de hambre.
—¿Y el agua?
—El agua se la di a unos pescaditos que estaban muriéndose de sé.
—¿Y el asno?
—El asno lo... se lo di a un tigre que estaba muriendo también de hambre.
—¡Ah, muchacho este! ¡Mira lo que hiciste nomás! ¡Yo muriendo de hambre allá y tú no aparecías!
Bueno. Ya ese... Ya dice: —Ora sí me entregas aquí un anillo de ganchito, el mejor del mundo, dice. —A ver si me arreglas un adorno. A ver cómo le haces.
Luego fue este rumbo al mar. En la playa se sentó por allí, llorando. Pasa un pescadito allí: —¿Por qué llora, buen niño?
—¿Por qué no he de llorar? Dice el rey que le lleve un anillo de los más preciosos del mundo.
—No tengas cuidado, niño. Estamos agradecidos bastante porque nos distes de beber cuando estábamos muriendo de sé. Y dice: —Al ratito lo traigo. Ya con la marejada allí, por la... ya le tengo su... Estamos agradecidos del anillo.
Ya se lo entregó: —Estamos agradecidos bastante, niño, porque nos diste agua allá cuando teníamos sé. Ya aquí está.
Lo llevó al rey. Ya el rey se lo puso. Perfectamente. Le fue el anillo de lo más bonito cuando lo tenía en sus manos. Luego dice: —Ora si no me entregas una punta de ganado penas de la vida.
Se fue al monte calculando donde vivía el tigre ese. Se fue allá al monte, allá en la serranía, donde habitan siempre los tigres. Llega un tigre allí y dice: —¿Qué hay, buen niño? ¿Por qué lloras?
—¿Por qué no he de llorar? Dice el señor rey que le lleve una punta de ganado.
—¿Y a dónde quiere que la lleve?
—A su corral.
—¡Ah! No tengas cuidado. No llores, niño, que le estamos agradecidos sumamente para, para... cuando estábamos muriendo de hambre. Ora sí ya podemos.
Después de todo la... le metieron todos, tigres y leones y esos animales así, ya había ganado por los potreros. Y ya de áhi, que metiendo los animales, las reses, yendo hacia el castillo, tenían miedo. Y áhi vienen. Áhi vienen, arriando, buscando la, el corral. Las cosechó y todo allí.
Dice: —Señor rey, aquí está ya su ganado.
—Está bien su mandado. Y ahora quiero que me traigas un poco de pasto para el ganado, para que lo coman.
—Señor rey.
Se fue, buscando en los nidos de las hormigas arrieras. Se sentó por allí. Sale una de las arrieras, las grandes. Le dice: —¿Por qué llora, buen niño?
—¿Por qué no he de llorar? Dice el señor rey que, que le lleve un poco de pasto y ¿cómo le hago?
—No tengas cuidado, niñito. Estamos agradecidos todos con lo de comer. Hemos querido que nos llames. Estamos agradecidos bastante.
Bueno. Hace redadas a la salida de su hormiguero, salida donde van a unos árboles a cortar hojas, con su zacate por dondequiera acarreaban en la tierra. Salían y un camino para llevar esa pastura allá toda la noche. Caminaron, trabajaron. Se llevó ese pasto al... allá a... a hacer las bodegas.
Ya le dice allá al otro día: —Señor rey, ya está el pasto que me dijo usted.
—¿Allá está? ¿Cómo hicistes?
—Bien, señor rey.
—Bueno. Has cumplido. Has cumplido con lo que te dije. Ya estás libre. Ya.
Hasta allí no más.

 

Nº de referencia: 242

Al habla:
Domingo Jiménez
(55 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Tecolutla (Tecolutla, Veracruz), el 14 / 7 / 1965

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1971. Mexican Tales and Legends from Veracruz. Berkeley: University of California Press, núm. 7

Notas
In its general features, this tale corresponds to type 554 The Grateful Animals, although it lacks IIa, the hand of the princess won by the hero as a reward, an element usually present in this type. The helpful ants described by the informant are clearly the leaf-cutting ants frequently seen in coastal Veracruz and other sections of Mexico. They are distinctive because of their habit of traveling a considerable distance from their anthills to trees whose leaves they cut and transport to their nests.

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

554. - The Grateful Animals. (Including the previous Types 553, 554*, 554A*-C*, and 556A*-E*.)

 

Materiales adicionales

 

 

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