El perro y el coyote

 

Había una vez una señora y un señor. Era un matrimonio muy feliz. No tenían hijos. Tenían un perro muy consentido. Le daban chocolate y pan y lo dejaban dormir en la alfombra. Una vez se enfermó la señora y se murió. El señor se quedó muy triste en los primeros días pero luego entonces se empezó a volar por ahí con una vecinita muy guapa y se casó. La otra vecina como era muy rica y bonita no quiso aquel perro riñoso. Dijo: —Aquel perro riñoso con su cosa, no quería ni uno.
Y corrió el perro a puntapiés. Lo echó al muladar. El perro, después de vivir tan consentido, ¡uu!, sentía él muy triste, muy abatido por allá en el muladar. Se llenó de granos. Todos los perros de la aldea lo despreciaban y le decían: —¿Quiubo, tú? ¿No te creías el consentido? ¡Ándale ahora! ¿Qué tal, perro pelón?
Entonces un día, estaba muy triste él, lamiéndose los granos, cuando pasó un coyote. Y le dice: —¿Quiubo, tú? Tú, ¿por qué te echaron al muladar? ¿Ya no te quieren?
—¡No!
—¿Ya ves?
—La dueña de la casa ahora ya no me quiere porque está muy bonita. Tiene por allí un perrito blanco muy lanudo, echado con un collar de listones rojos. Y a mí ya me corrió.
—¡Mmm! ¿Quieres que te vuelvan a querer? ¿Tú crees que eso es posible, que te traten con tanto desprecio?
—¡Aaa! Dice: —Ya no me vuelven a querer, ni creas. La mujer es muy mala.
—Pues tiene que ser buena. Yo te voy a ayudar, ¿ee? Yo tengo interés en tu caso. Mira. Cuando le va a dar de comer a las gallinas, tú te vas haciéndote el tonto. Te fijas a ver cuál es la más bonita, la más consentida y luego me dices. Yo me meto al corral. Me la llevo pero no la mato. Corro, corro y luego los otros perros no más me siguen hasta el arroyo. Tú echas el brinco y sigues detrás de mi. Te suelto la gallina, te la llevas a la patrona, y ¿qué tal? Pero tú me has de recompensar con algo.
—¡Uuu, cómo no! Si esto sucediera verías qué buen amigo voy a ser contigo.
Se llegó el día en que el perro tragando las patas, como iba el pobre, se metió detrás de la mujer. Vio que era una gallina blanca, muy gordota, era la consentida. Luego le dijo: —¡Mira no más! Le dijo a la criada: —Esa gallina pone todos los días. Por eso la quiero tanto. ¡Pobrecita güera, tanto dinero que me da! Además de eso ya que está la más viejita, pues queda mal y nos vamos a comer.
Corrió el perro y luego le dijo al coyote: —¡Ándale! ¡La blanca, la grandota, ésa es la consentida! ¡Toma!
—Mañana en la tarde voy. ¡Te estás listo! ¿Aquí te espero?
—Sí, aquí me esperas.
Bueno. Se fue el coyotito. Luego salió la gallina blanca a corre y corre cacareando porque ella había puesto. Entonces que la pesca el coyote que se la lleva. Todos los perros y ¡gua, gua, gua! ¡Lo siguieron hasta el arroyito y luego cuando llegaron al arroyo, todos tuvieron miedo de mojarse las patitas y se devolvieron!
Y la dueña: —¡Cúshila, cúshila! ¡Corre, que se la lleva! Y: —¡Ándale para donde! Y: —¡Córrelo, perro!
Y ninguno fue. El pobre perro viejo mojando las patas y ladre y ladre pasó el arroyo y lo siguió. Le quitó la gallina y viene y la depositó a pies de su ama: —¡Mira, pobre perrito! ¡Cuando que yo lo había corrido! Por algo la difuntita lo tenía en la alfombra. Vente, perrito. Desde ahora vas a tomar chocolate y pan y vas a dormir en tu cuartito. Pero me vas a cuidar las gallinas, ¿ee?
El perro movía la cola y la veía y la veía. En la noche le robó el pan. Pues, se lo llevó al coyote. —Toma, le dijo, —que es una pequeña gratitud. ¿Sabes? Que dentro de ocho días es el santo de mi patrón. Te voy a convidar a la boda. Te vas a meter al horno. Áhi se hace ruido porque si no te cusilan los perros y te comen.
—No, le dijo. —Me voy a meter al horno y me voy a estar calladito.
Dijo que sí.
Se llegó el santo del patrón. El perro viejo metió al coyote como se lo había prometido. Se metió al horno y luego le llevó caldo, sopa, carne, dulce, todo. Pero no le daba lo que estaba en una botija. Luego le dijo: —Oye, tú. ¿Que no me traigas la botijota?
—¡Uuuu!, le dijo. —Allí hay una cosa que no más la toman y luego, ¡míra­ le, ajayajáy! ¡Y se ponen retebravos, con pistola!
—¡Ándale pues! ¡Dame una probadita! ¡Ooo, qué bárbaro! Dijo: —Te acuso. Tú solo. A mí me comen los perros.
—No más un traguito.
Entonces el perro por complacerlo le llevó una copa de vino. ¡Uuu! Apenas se lo tomó ya se sintió retevaliente.
— Tráime otra.
Le llevó otra y más valiente. Y luego entonces le llevó otra y luego entonces dijo: —¡Cacaúu! ¡Que me echen todos los perros, y a ver si yo puedo con ellos! ¡Y hasta la vieja de la pata chueca que es la que más quería al perrito!
Entonces los perros que oyeron se empezaron a ladrar. Luego la patrona lo sacó a palos. Le cusileó los perros y todo lo mordieron. Entonces el perro viejo estaba reteazorado. Fue y se durmió. Luego dijo la patrona: —¿Qué hace ese perro riñoso? ¿Qué hace ese animal?
Pero el perrito estaba humilde, dormidito allí en la alfombra. Y dijo: —¡No, pobrecito! ¡Si él en la cocina ni siquiera se ha asomado!
Entonces apaleó a todos los perros otros y luego a ése le llevó que comer allí. El perro se movió la cola y se hacía el tonto. Otro día muy temprano se robó del botiquín el alcohol, el algodón, tela aficionada, y se fue a curar al pobre coyote, todo magullado de los palos. Pero el coyote, como creía que el perro se los había cusileado, estaba de muy mal humor. Le dio sus buenas mordidas y lo corrió. Se vino muy triste el perro. Entonces un perro que andaba por allá al oído le dijo a la patrona: —Mire, le dijo, porque todos los animales hablaban. Dijo: —¡Mire! Este perro bribón fue el que trajo al coyote. Y todavía está curando las heridas.
Entonces la patrona agarró un palo. Le dio sus buenos palos al perro y lo corrió al muladar. Luego el coyote al ver al pobre perro por allá se le hizo muy listo y de ahí ese perrito le entienden todos los lobos. Por eso ahora ya no hay perros que convidan a los coyotes. Todos les sacan a guerra porque tienen miedo que los corran a puntapiés por andar de tapador.

 

Nº de referencia: 23

Al habla:
Concepción Ramírez de Ojeda
(32 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Valle de Guadalupe (Valle de Guadalupe, Jalisco), el 18 / 11 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 5

Notas

 

Ver los motivos
1) J581.1 - Wolf as dog‘s guest sings.

 

Ver los tipos

101. - The Old Dog as Rescuer of the Child (Sheep).

100. - The Wolf is Caught Because of His Singing (previously The Wolf as the Dog's Guest Sings).

 

Materiales adicionales

 

 

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