Juan el menso o El suegro

 

Estos eran dos hermanos y uno se llamaba Juan y era muy menso. Y siempre salía con muchas tonterías. Una vez dice a su madre: —¡Oiga, máma! yo tengo ganas de casarme.
—¡Válgame, hijo! ¡Pero qué tonterías estás diciendo!
—Sí, máma. Yo me caso. Mi hermano se casó.
—¡Ay, que mi hijo! ¡Ay, maríense con esa los dos!
—Pero, mamá, ¿cómo me vaya mariar con ella? ¿Si luego, si mi hermano se enoja?
—¡Oh, te digo que no te cases!
—¡Sí, mamá! Yo voy a casarme.
—Bueno, ¿y qué vas a hacer?
—Pos, ¿qué hago, mamá? Usted, dígame.
—Pues, échales ojitos a las muchachas.
Y como tenían muchas chivas fue y sacó los ojos a las chivas. Este se fue al pueblo y cuando iba por el camino empezó a darles ojos a las muchachas.
Bueno. Resulta que llega al pueblo y le dice al hermano: —Oye, hermano, ¿a dónde vas?
—A misa.
—¿Me llevas?
—Pues, anda tú solo.
—No, hermano. Llévame a misa. Yo tengo ganas de ir a misa.
—Que vayas tú solo.
Y este le dice: —Y ¿ónde es la misa?
—Pues donde ves que se mete mucha gente.
Bueno, pos que luego se va. Y como estaba entrando mucha gente al cine, también él se metió, y era teatro. Y luego le dijeron que tenía que persignarse y como él no sabía persignarse, llega y se sienta en una banca. Y allí está viendo lo que, de lo que se trata, pues, la fiesta, sin darse cuenta que era, lo que estaba viendo. Él creía que estaba en misa.
Sale de allí y se metió al templo. Y mete toda la cabeza en la pila del agua. Le dice otro: —Oiga, amigo, pero ¿qué es eso?
—Me estoy bañando. Ora va muy limpia.
—Sálgase para fuera.
Lo echan para fuera. Entonces ya que ve que toda la gente sale de allí del templo se va para su casa.
Llega con su madre y luego le dice la madre: —¿Qué hubo, hijo? ¿Cómo te fue? ¿Fuiste a misa?
—¡Ay, que mi mama! Fui hasta con Luisa.
—¿Y quién es esa?
—Es una muchacha.
—Y ¿qué te dijo?
—¡Ojo, de qué ojitos!
—Oyes, hijo, ¿pediste por mí?
—¡A, que mi mama! Cuando me dijo la señora que estaba junto de mí que se estaba poniendo la capa el padre, qué sé yo, capado sea yo, capado sea mi papa, capada sea mi mama, capada sea por toda su descendencia.
—¡Ay, que mi hijo tan tonto! Pero así no se oye misa.
—¡Oh, pos! ¡Yo sí oí!
—Oye, y ¿qué más oíste? ¿Qué más viste?
—¡Ah, que mi mama! Pos, un hombre arriba de un tapanco a grite y grite. Como un chivo así gritaba.
—Y ¿qué decía?
—¡Mm, cantaba tan bonito, mamá, que si la verdad yo me voy a ir a casar también con ella!
—¡Cállate!, le dice.
Bueno, porque entonces le cuenta a su madre que había sacado los ojos a las chivas.
Bueno. Una de ellas comprendió lo que significaba aquello y se casó con él. El día que se casó le dice el padrino: —Mira, no seas tonto. Ahora se va a sentar abajo pero siéntate en lo más alto.
—Y, ¿dónde es lo más alto?
—Pos, en una silla.
Bueno, pos que llega la hora de la fiesta, del baile de las bodas y se sube arriba de la azotea. Empiezan a buscarlo: —¡Juan! ¿Dónde estás, Juan? Y Juan perdido: —¡Juan! ¿En dónde te encuentras? Y Juan perdido.
Por fin, va respondiendo arriba de la azotea: —Acá estoy.
—¡Pero, hombre! ¿Qué estás haciendo allá?
—Pos, que mi padrino. Usted me dijo que me subiera a lo más alto. Pues, ¿dónde más alto que en la azotea? Acá estaba muy a gusto. —¡Andale! ¡Bájate! ¡Vente! ¡Vamos a comer!
Pues que se baja este y se pone a comer. Cuando a media comida le llegan ganas de ir al excusado. Le dice a su padrino: —¡Padrino, padrino, ya me cago! —¡Ay, qué hombre este! ¡Ándele, pues, vamos!
—Llévenme, porque yo aquí no conozco.
Como estaba en la casa de la novia. Bueno, pos que lo lleva el padrino, ¿verdad? Y como no estaba acostumbrado a ponerse pantalones, siempre andaba con puros calzones, este se baja no más los pantalones. Y empieza a asomarse y dice: —Padrino, pos no cae nada.
—¡Ándale, hombre! ¡Pronto! Vamos, que nos está esperando la gente.
—Padrino, pos no cae nada.
—¡Ándale, te digo! ¡Vámonos!
Este se levanta el pantalón y se va. Pero donde al sentarse en la mesa siente lo frío, de la suciedad, y luego se mete la mano por el pantalón y el calzón y luego saca la caca y dice: —Mira, padrino. Ya apareció lo perdido.
—¡Qué bárbaro!, le dice el padrino. —¡Ándale, pronto, vente! ¡Vámonos!
Y ya lo llevan y le lavan las manos y a este daba vergüenza y ya no quiso ni comer.
En la noche que se va con su esposa a dormir le dice: —¡Hombre, vieja! Pos yo no comí al mediodía.
—Y, ¿por qué no comiste?
—Pos, ¿no te diste cuenta?
—¿Qué pasó?, le dice ella.
—¡Hombre! Pos que, fíjate, como yo no estoy impuesto a traer pantalones, esto y esto me pasó.
Y él le contó lo que había pasado.
Dice: —¡Ándale!, le dice la esposa. —¿Quieres? Allí en la mesa está una cazuela con mole. Anda y cómelo si quieres. Está cercas a una con sopa.
Este se va y llega a la mesa y empieza a comer mole y se le hizo muy bueno, como tenía mucha hambre. Y como estaba tan bueno quiso convidar a su esposa e iba con el puño de mole en la mano. Pero este, en lugar de ir a dar con su mujer, se va con la suegra.
—¡Ándale, vieja! le dice. —Toma. ¿Quieres mole? ¡Mira qué bueno está! Pero así frío está mucho mejor.
Luego el viejecito se echó un pedo, y le sopló. Luego le dice Juan: —No le soples, que está frío.
La mujer que oye, le dice: —¿Dónde andas, Juan?
—¡Oh!, le dice. —Acá.
—¡Válgame, Dios! ¿Con quién andabas?
—Pos, con mi mama y con mi papa.
Se fue a ver, corriendo a la viejecita que le llamaba así. En esto oye que dicen: —¡Vieja, te cagaste!
—¡No! Tú fuiste el que te cagaste.
Y este da en el mole.
—¡No, tú! ¡Vieja cochina! ¡Pronto, lárgate de aquí y ya lávate!
La viejecita se sale al patio y empieza a lavarse. Cuando luego le dice Juan a su mujer: —¡Oye, vieja! Y ahora, ¿qué hago con las manos llenas de mole?
—¡Oh! ¡Necesitas ir a lavarte!
Va a lavarse las manos y mete las manos en un cántaro y no las suelta.
Ahí va, corre y corre con el mojón y dice: —Vieja, vieja. Pos, ¿qué hago ahora? ¡Fíjate no más!
Y no puede sacar las manos del cántaro. La mujer luego le dice: —Anda, quiebra el cántaro allí en el lavadero.
Entonces se va a sacar el cántaro, para el patio y estaba su suegra lavándose. Y este pensó que era el lavadero y quiebra el cántaro sobre la viejita. La viejita, como era natural, da un grito, ¿verdad?: —¡Ay, ay, ay, me pegó mi yerno!
Y este del susto corrió. El suegro se levanta muy disgustado y lo sigue y le dice: —¡Ándale, bribón! ¿Eso es lo que vienes a hacer? Me quitas a mi hija y ahora le das en la cara a mi mujer.
Y se va y que corre y corre con su padre y le dice: —¡Papá, papá! ¡Me pegó mi suegro!
—¿Cómo te pegó? ¿Por qué?
—Pos, figúrese no más. Que yo fui a comer mole.
Y ya le contó la historia como estaba. Entonces le dice al padre: —Pos, yo me voy.
Demoró mucho tiempo sin ir. A poco tiempo le dice el papá: —¡Oye! Anda con tu mujer. Anda visítala. Pero dime no más. ¿Por qué no has ido a verla?
Dice: —Me pega mi suegro, papá.
—No te hace nada.
Bueno, porque este llega a silbe y silbe. —Buenos días. ¿Cómo amanecieron?
—¿Cómo amaneciste, hijo?, le dice el suegro.
—¿Dónde está mi vieja?
—Pos, por ahí está dentro.
Y empieza a platicar, donde quién sabe qué fue lo que hizo que no le pareció al suegro y lo sigue otra vez a golpes.
Llega este llorando a su casa y dice: —¡Papá, papá! ¡Me pegó mi suegro!
—Pos, ¿qué hiciste? Pos, fue la tontería como siempre haces, ¿verdad?
Le dice: —No, papá. Es que no me quere.
—Mira, hijo, le dice. —Anda y llega silbando muy contento y no le digas nada y platicas muy bonito.
Bueno, pos que este se va. Llega y saluda otra vez como de costumbre y donde estaba la mujer tendida. Y llegó este silbe y silbe y cante y cante, muy contento. Y luego le dice el suegro: —¡Uum! ¡Qué bien te portas! ¡Dejas a tu mujer tendida y tú silbando! ¡Bribón, sinvergüenza!
Le da garrotazos. Este llega con su padre y dice: —¡Papá, me pegó mi suegro!
—Pero, ¡hombre! ¿Qué hicistes?
—Pos, figúrese. Estaba mi mujer tendida.
—Pero, ¡qué bárbaro! Y ¿para qué llegaste silbando?
—Pos, usted me dijo.
—¡Ay, que mi hijo tan tonto! Hubieras dicho: —Me pesa de lo que está tendido.
Pos, otra vez, ¿qué hay? Bueno. Llega bien, que llegó otra vez porque tenía un hijo. Y tenía que ver a aquel hijo. Y llegó muy, muy triste. Y tenía un puerco tendido. Le estaban destajando.
Y llega él muy triste y dice: —¡Uum! ¡Qué pesar! Me pesa de lo que está tendido.
El suegro, como era natural, se indignó y le vuelve a seguir otra vez a garrotazos.
Llega y le dice a su padre: —¡Papá, papá, me pega mi suegro!
—¿Por qué?, hijo.
—¡Oo, pos! También yo llegué diciendo: —me pesa de lo que está tendido. Estaba mi mujer tendida, pero, ¡qué bárbaro! Estaba un puerco tendido y le dije: —me pesa de lo que está tendido.
—Hubiera dicho: —de eso tenga diario.
Volvió otra vez y estaba el señor tirado en la puerta lleno de lepras, lleno Con gusanos y corrompido, todo hediondo. Y llega allí y le dice: —De eso tenga diario.
—¡Bribón, sinvergüenza!
Llama a la mujer y le dice: —Dale unos garrotazos a ese. No más vio lo que, me dice: —que de eso tenga diario.
—Pero, ¡qué tonto! Hubiera dicho: —Échelo que se seque.
Pos que vuelve otra vez y estaba él orinando y llega y saluda. Le dice: —¡Échelo que se seque!
¡Umm, pos más disgustado el suegro! Lo siguió. Le dio muchos garrotazos. Por fin le dejó allí tirado.
Colorín, colorado, que el cuento ha terminado.

 

Nº de referencia: 150

Al habla:
María del Refugio González
(40 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Tepatitlán de Morelos (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 27 / 8 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 133

Notas
This tale is concerned throughout with the inappropriate actions of a fool. Several such episodes follow the initial type 1006 Casting Eyes. The anecdote of the fool thrusting his whole head into the font of holy water occurs fairly frequently in Los Altos. He shows an ignorance of how trousers are worn in an episode similar to Hansen **1686A, cited from the Dominican Republic. Feijóo, 11, 216, contains a similar incident. A conventional version of A-T 1696 closes the narrative.

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

1006. - Casting Eyes.

1685. - The Foolish Bridegroom.

1696. - "What Should I Have Said (Done)?" (Including the previous Type 1696A *.)

 

Materiales adicionales

 

 

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