Juan Maetillo

 

Este era un muchacho que se llamaba Juan, y le decían Juan Maetillo. Él no tenía más que madre y era muy jugador. Y oyó que decían que él era muy pobre y la madre estaba sola. Por eso salió. Y en el camino se incontró con un viejito. Dicho viejito era de veras el Señor, que dijo que lo quisiera... que lo quisiera... que lo quería pa’ compañero. Dijo que sí. Se jueron juntos.
Caminaron largo y llegaron a una parte en donde se les hizo noche. Y allí pasaron la noche y luego el viejito le dijo. En una parte estaban cantando y en otra estaban llorando. Y luego el viejito le dijo a Juan: —¿Has de ir tú a onde están cantando o están llorando?
Dijo: —¡Oo, viejito! Pos, yo voy a donde están cantando. Siquiera allá habrá unos amigos que me han de echar allí una tortilla.
Dijo: —Pos, no. Ya veré a onde voy.
El viejito se jue a onde estaban llorando. Juan Maetillo se fue a una parte en donde estaban cantando, pero a ver si tenía allí conocidos. Pos, no. No tenían, no le querían brindar o nada. Y se vino con mucha hambre.
Y el viejito se jue a onde estaban llorando y llegó y les dijo: —Ustedes, ¿por qué lloraban?
Y le dijieron que porque se había muerto una criatura. Y les dijo que si no había muerto una criatura. Y luego mandó, dijo: —¿Ustedes no vieron si, que si la revivieron?
—No vimos porque iba el pobre a pedirle al rico.
Bueno. No quieren, pos que a la criatura la habían quemao, le habían, sí. Mandó tráir un costal y echó la criatura ya de muerta en el costal y la quemó. Y luego de las cenizas pintó una cruz y le dijo: —¡Levántate!
Y se levantó la criatura.
Él como que era, él tenía apuro, sí vino. Vino muy pronto. Y Juan Maetillo llevaron... ya en el camino él consiguió un borreguito. El viejito muy contento con aquel pastor, que tenía un borreguito. Dijo el viejito que: —Después nos va a dar. No son mis grandes; era no más pastor. Ya grande, fresco te lo dan.
Él fue y lo trajo. Luego que llegó le dijo: —¿No te gusta un borreguito ya, viejito?
Dijo: —Destázalo, y déjame a mí tantito.
Luego lo destazó y este tenía mucha hambre y lo primero que hizo fue hacer la asadura a comérsela. Y cuando halló que estaban los carneros, cabritos, le dijo al viejecito: —Ora sí, viejito. Levántate ya. Ya está el carnero.
Y él se levantó, con que había dormido, se levantó bosteceando: —Ps, fíjate. Casi ya ni ganas de comer tengo. Dijo: —Déjame probar un pedacito de asadura no más.
Y al viejito, qu'este dijo: —¿Te dejo aún mi borrego?
Pos él dijo: —Enton, salsa y todo.
Bueno. Y s'hizo el ánimo entonces y se fueron y ya en la orilla del camino, cuando tenían que pasar un río y ya le había dicho el viejito a Juan Maetillo en el camino, porque consiguieron bastante dinero el viejito en donde hizo, onde resuscitó la criatura.
Y llevaron a San Pedro de, de arriero. Y llevaron el dinero. Y a San Pedro, como él estaba allí, le dijo el viejito, dijo: —Mira. Vete allá en aquella loma debajo de aquel árbol y allí escarbas, en un saguaro.
Bueno. San Pedro se fue. Escarbó su muro así.
Y ya al rato llegaron y luego que llegaron, él dice: —No. No es camino de esos. Se atravesó un río por algo.
Y le dijo el viejito a Juan Maetillo, él decía: —Mi hijito, sácame.
Dijo: —No, pos yo solamente que me digas si tenías asadura de borrego o no.
—No, hijito. No tenía.
—Bueno, pos. Pos, órale.
—No, mi hijito. Sácame.
—Solamente que me digas si tenías asadura de borrego.
—No, no, mi hijito. No tenía.
Y el viejito le contó lo mismo y lo sacó. Y se fueron. Y llegaron al árbol donde San Pedro había escarbado el dinero. Y luego allí le dijo que hiciera pila. Entonces se puso el viejito a hacer tres pilas y San Pedro como era, él era allí el arriero, le dicía, dicía: —Viejito, ¿para qué haces tres pilas?
—Pos no. Son más de dos. Dice: —No más a eligirlas son más de dos. Vas a seguir tú. ¿Qué le iba a ocultar?
Y siguió, siguió el viejito haciendo tres pilas. Y ya que acabó de hacer tres pilas del dinero, entró el viejito: —Ora el trabajo de contar otra pila más, partirla.
—Somos dos hombres y aquí estas tres pilas. Pos, ¿pa qué quieres?
Dijo: —Mira, esta es para mí, y esta es para ti, y esta otra pa que me digas si tienes, si tenías asadura de borrego o no.
Y el viejito sí tenía. Luego que tenía mucho, él me lo comía.
—Pues, nada. Nada es mío. Todo es tuyo. Ora, ora pide tres mercedes.
Y entonces le decía San Pedro a aquel que iba con él: —¡Juan, Juan, la gloria!
—No. La gloria está a lo último. Pos, ¿con cuál, cuál vamos?, le dijo: —La primera merced que pido es que la puerta que yo toque se me abra.
Le dicía San Pedro: —¡Juan, Juan, la gloria!
—No. Eso está a lo último. Bueno. La segunda merced que pido es que, es que el día que me quiera morir, me muera.
—Se te concede.
Y volvía a decir San Pedro: —¡Juan, Juan, la gloria!
—No. Está a lo último.
—¡Pero hombre! Ya no te acaba allí.
—Es lo mismo. La gloria está allí hasta que ya termino. Allá pido que las puertas que tocara se me abrieran.
No. Pos, ¿cuál es la otra, hombre?
Dijo: —Bueno. Es el día que me quiera morir, me muera. Otra, el... otra, ¿qué fue lo que dije? Eran tres... tres mercedes las que pidió. Una, cuando me quiera morir me muera. Otra, ¡Aa! Que con los que juegue, nadien me gane.
Dijo: —Se te concede.
Se jue. Ya, entonces ya Juan Maetillo se jue a ver a la madre, que la había dejado y él, él caminando con todo y San Pedro que le iba de pendil. Y llegó a la casa y luego le dijo a la madre: —Luego, sí, madre. No pasa trabajos. Habrá dinero pa que gastes.
Y él a poco, a poco ya, ora, habrá, ora dice: —El día que me quiera morir, me muera. Fue lo que repitió, fue la merced que pidió también.
—Bueno. Se te concede.
Y un día le dijo: —Madre, yo quiero, yo quiero, quiero morirme ya, diciéndome a mí a solas.
—¿Qué, hijo? Pos, ¿qué tienes? Pos, si no se muere uno cuando uno quiere. Cuando Dios quiere.
—No, pero ya vino. Yo me voy a morir ora.
Bueno. Se tendió y se le dio bien la baraja, porque allí donde... que con aquel seguro que nadien le ganaba. Se jue de una vez. Y la barajita que no se le olvida. Se la echó en la bolsa. Y murió. Y murió luego luego.
Se jue y tocó la puerta del infierno y no le querían dejar entrar. Pero siempre estimaba como él de las tres mercedes que él había pedido que la puerta que tocara se le había de abrir, les dijo y luego entró. Y luego le dijo el diablo, que a ver que qué jugaba. ¿Que si jugaba en almas?
—¡Sí!
Se agarraron jugando. Y él, pos a gane y gane. Ganaba cada cosa que pedía. Hasta que ya no, no lo querían en el infierno. Querían echarlo porque ya no les dejaba almas allá. Llenó las bolsitas y todo que traiba hasta que lo echaron juera y se jue.
Entonces ya, entonces ya tocó la puerta de la gloria. Y luego tocó la puerta y San Pedro no le quería abrir. Le dijo: —No. ¿No dices que la gloria está a la última?
Dijo: —No, no.
—Ya le pido una merced que ya pedí.
Abrió la puerta y luego, pos, hasta San Pedro tumbó las almas bastantes que llevaba. ¡Uuu! Llevó almas al cielo, muchísimas. Y ahí se acabó y luego, luego.... Tiene otra vueltecita no más, pero no me acuerdo ya bien.
Es que murió él. Él sí cuando murió, que murió cuando él quiso y se jue a donde él quiso. Y así se jue a la gloria. Jue a la gloria. Y hasta a San Pedro tumbaron las almas porque no le quería abrir y llevaba muchas. Pos, allí acabó. Y si tiene más adelante que cuente ya no tengo, no tengo mente para, para podérselo contar. Y creo que ha de haber tenido algunos disgustitos más, pero ya.

 

Nº de referencia: 117

Al habla:
Juan Romo de Gutiérrez
(83 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Jalostotitlán (Jalostotitlán, Jalisco), el 10 / 12 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 100

Notas
This variant of type 785 Who Ate the Lamb's Heart? contains the following sequences of elements: I. Boy travels across the Earth with God, who resuscitates a dead child. II. God and the boy barbecue a sheep. III. St. Peter helps the boy to find a treasure, which they divide. IV. God and St. Peter grant the boy three wishes: (1) Any door will be opened to him. (2) He will select the moment when he is to die. (3) He will always win at cards. V. Boy dies, goes to hell and is admitted. He wins the souls of persons in hell [E756.2]. VI. He is driven from hell. He takes the souls that he has won and gains admission to heaven for them and himself. Elements II and III are reflected in a Cuban tale, "El gallego con Dios y la gandinga del camero", in Samuel Feijóo, Cuentos populares cubanos, 11, 43-48.

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

785. - Lamb's Heart (previously Who Ate the Lamb's Heart?).

 

Materiales adicionales

 

 

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