Santa Teresita

 

En aquel tiempo quiso Santa Teresa saber los justos juicios de Dios. Y el Señor le dijo: —Teresa, si tú quieres saber los justos juicios de Dios, sígueme.
Y se fueron por todo, por un camino y incontraron a un señor que llevaba unos burros, cuando vieron que se le atascó uno, un burro en el atascadero. Y aquel hombre estaba parado allí pidiéndole a todos los santos que le sacaran su burrito del atascadero. Pero él no hacía ningún deber de sacarlo porque él ha tenido a los santos ese día, que los santos se lo sacaran.
Luego dice San Pedro al Señor: —Señor, le ayudaré a este señor para que saque su burrito.
Dice: —No. No le ayudes, Pedro. Déjalo, déjalo. Vámonos adelante.
Y San Pedro se quedó triste porque no le ayudó al señor con sus burros. Se fueron más adelante y incontraron a otro señor con otro burro que estaba en un atascadero y echando muchas malas razones y ayudándole al burro que saliera, echándole palos en las orejas, en la cabeza y por dondequiera. Y luego ya no pudo, que no pudo sacar el burro, le dice el Señor a San Pedro: —Pedro, ayúdale a este hombre a sacar su burrito.
Y San Pedro se bajó a ayudarle a sacar el burro y prontamente lo sacaron del atascadero. Se fueron más adelante. Incontró a una niña muy hermosa. Le dice el Señor: —Dame por caridad un jarro de agua.
—Sí, señor, con todo gusto.
Entonces le trae la niña un vaso de agua muy bonito, muy fina, muy fino el vaso, muy bonita agua, muy cristalina. Y luego le dice el Señor después que tomó el agua: —Dios te dé un mal marido.
Se fueron más adelante y luego le dice a otra: —Por favor, regálame una ollita de agua.
—Sí, señor.
Entonces aquella muchacha muy desatinada, muy desgustadota le dice, le da el agua y luego le dice cuando se toma la agua el Señor, le dice: —Dios te de un buen marido.
Entonces se van más adelante. Llegan a comer a una casa y encuentran dos niñas virtuosas. Luego les sirve muy bien la señora a los señores, a todos. Entonces luego que ya comen, entonces ya dice el Señor a San Pedro: —Pedro, levanta ese salero de la mesa y échatelo al bolsillo.
Le dice San Pedro al Señor: —No, Señor. Porque, ¿cómo nos vamos a robar este salero si las niñas nos han servido muy bien la mesa?
—No importa. Toma el salero y échatelo al bolsillo.
San Pedro se lo echó al bolsillo y se fueron más adelante y luego llegaron a un palacio onde había un rey. Ese rey nunca había comprado un salero de oro por no gastar el dinero. Luego San Pedro suelta el oro por la ventana y le cayó al señor, al señor rey en las manos. Con el salero de oro, no más el salero luego le hacía falta para condenarse aquel rey. A las niñas virtuosas esas les estaba perjudicando el salero de oro para que le pidieran a nuestro Señor misericordia.
Se fueron por un camino más delante. Llegaron a un puente grande donde pasaba un río y estaba un señor allí. Ya le dice el Señor a San Pedro: —Agárrale el gogote a ese señor y échale al río.
—Señor, pero si este señor no nos hace nada.
—Échalo al río.
Y le echaron al río y se ahogó el señor, lo que estaba asentado. Se fueron más adelante y luego incontraron a otro señor que iba en un caballo, y le dicen, le dice el Señor a San Pedro: —Bájalo del caballo y quítaselo.
Entonces ya se fueron más adelante. Entonces ya dijo el Señor a Santa Teresa: —¿Qué has visto y oyido, Teresa?
Dice: —Señor, muchas injusticias.
Dijo: —No son injusticias. Son justicias, Teresa. Porque mira. Aquel que estaba atascado allá en el lodo, aquel hombre, que estaba pidiéndole a todos los santos no más, no se ayudaba para su vida. No convenía ayudarle. Aquel otro que fuiste a ayudar allí que echaba muchas malas razones y que se metió del cuerpo entero a trabajar con su burrito, ese sí convenía la ayuda para él. Las otras, la otra niña, muy virtuosa que nos sacó el vaso de agua le di un mal marido para que por el mal marido se salvara ella. La otra, media potrancona, le di el buen marido para que por el marido se salvara ella. Y todos así en esa forma, todos son justicias. No son injusticias.

 

Nº de referencia: 114

Al habla:
Pedro Lomelí
(45 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Mezcala (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 25 / 10 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 97

Notas
In referring to St. Teresa, the informant in normal speech prefers the diminutive form, i.e., Santa Teresita, but by standers at the recording session criticized this usage. Consequently in his narration of the tale the sensitive informant uses the primitive form Teresa.

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

759. - Angel and Hermit (previously God's Justice Vindicated) [J225.0.1].

 

Materiales adicionales

 

 

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