El cuero de piojo

 

Pues, éste era un rey que tenía una hija, una princesa, y aquella princesa un día se encuentra en su cuerpo un piojo blanco y le gustó mucho la figurita de aquel animalito y jue y se lo llevó al papá. Y le dice: —Papá, ¿qué animal es éste?
El rey lo vio y él ya sabía lo que era y le dijo: —Hija, es un piojo, de esos animales que cargan mucho los pobres, dice. —Tíralo por allá.
—Papá, dice. —Está rebonito este animalito, dice. —Yo voy a buscar a ver quién me lo cría.
Y sale la princesa por la calle y la, toda la gente qu' iba encontrando les decía : —Yo doy un peso diario porque me críen este piojo.
Y toda la gente nadien, nadien le hacía caso. No, nadien se animaba. En esto s' incuentra una viejecita que ella traía, pos, cientos de esos animalitos. Y pensó ella, dijo: —Uno más no es nada. Dijo: —Yo lo crío, por un peso diario.
Lo agarra y se lo echa al seno. Y aquel piojo, pues, comía bastante. Poco a poco jue secando la viejita. En el término de un año la mató. Y alcanzó a crecer el piojo grandecito, más grandecito que un, que un puerquito de esos cachorritos. Y ya que no pudo incontrar quien lo siguiera criando entonces le dijo al papá, dice: —Mira, papá, dice. —Vamos matando este piojo y vamos a hacer un tambor con el cuerito del piojo y los palitos con que lo tocan los vamos a hacer de palo de hinojo. Y en seguida vamos a hacer una adivinanza. El que adivine de qué es este tambor y los palos con que lo tocan, ése que se case conmigo. Dice: —¿Qué tanteas, papá?
—Pues acepto, hija. Está bien.
Bueno. Entonces el rey ya publicó aquello, que se iba a, a adivinar una adivinanza en el palacio y que todo el que adivinara la adivinanza sería el marido de la princesa. Y empezó a ocurrir gente. Les daban tres días de tregua hasta que adivinaran la adivinanza y si no, los mataban. Pues, así se murieron todos los qu' iban. Ninguno pudo adivinar de lo que era el tambor ni los palos con que lo tocaban. Ya que no comparecía gente entonces... y el rey mandó a las ciudades lejanas papeleros pa repartir programas con el retrato de la princesa y explicando el modo cómo era la, la adivinanza, haciéndole saber a la gente que tenían que morirse si no la adivinaban.
Pues un papelero se retiró muncho, muy lejanas tierras, y por allá en un pueblo al salir la gente de misa allí hizo su reparto de programa y le quedó uno. Y ya él iba de regreso cuando en la oría s' incontró un individo de los currillos de, de media lana y le entrega aquel programa. Aquél se jue leyéndolo y vio el retrato de la princesa y se enamoró de ella. Por lo pronto cuando llegó a su casa le dijo al papá, dice: —Papá, dice. —Me acaban de dar este programa allí en la orilla de la población, dice, —y yo quiero ir a adivinar esa adivinanza. Mira, ésta es la princesa que, que se casa con el que la adivine, la adivinanza.
Dijo el otro, el ... dijo el papá, dice: —Sabes, hijo, dice, —que también áhi dice que a los tres días los matan.
—¿Dónde dice, pues? Con ese riesgo voy, pero yo voy y quiero su permiso.
—Bueno, hijo, dice. —Pos vete, pues.
Le da ya los centavos y se va al camino aquel, aquel joven. Caminó por tierras lóbregas, muchos días y muchos días, y yendo por una sierra un día se halla, antes de... s' incuentra un... o más bien oyó un tiro de un rifle y él siguió caminando. A las tres horas de haber oyido el trueno de aquel rifle incontró un, un hombre sentado al pie de un árbol. Ya llegó y le saludó: —Buenas tardes, señor.
—Buenas tardes, buen joven.
Dice: —¿Qué haces tú áhi?
Dice: —Estoy esperando el resultado de un tiro que hace... que hice hace tres horas.
Dice: —Oiga. Dice: —¿Cómo se llama usté?
Dice : —Yo me llamo Tirín Tirán, hijo del buen tirador, que si mi padre sabía tirar yo salí un poco mejor.
Dice: —Oiga, amigo. Dice: —Yo voy a tal parte a adivinar una adivinanza.
Si gusta usted irse conmigo, sabe que yo lo mantengo. Y si yo llego a adivinar esa adivinanza, usted, dice, —es un hombre muy grande al, al lado mío.
Dijo: —Pos, si me espera a esperar el resultado de mi tiro, sí me voy.
Al rato oyeron un zumbido que venía por el viento, un zumbido muy fuerte.
Cayó un aguilón muy grande, que era un animal que no servía para nada. Dijo el Tirín, dice: —No sirvió mi tiro. Dice: —Vámonos. Me voy con usté.
Se fueron los dos ya. Luego para adelante se fueron los dos platicando. Al cruzar otra sierra se incuentran un individuo que tenía veinte borregas muertas y un buey, y lo estaba destazando. Y al mismo tiempo tenía un pozo, con lumbre pa echar la tatema de la carne. Llegaron aquellos dos señores. Le saludaron: —¿Qué es lo que hace usté aquí?
Dice: —Estoy queriendo echar una tatema pa' almorzar mañana.
—Oiga, dice. —¿Cómo se llama usté?, le dijo al joven.
Dice : —Yo me llamo Comín Comán, hijo del buen comedor, que si mi padre sabía comer yo salí un poco mejor.
Dice: —¡Hombre! ¿Cómo no se va conmigo, hombre? Dice: —Yo quiero hacer algunos compañeros. Yo voy para tal parte a ver si adivino yo una adivinanza y si llego a adivinar esa adivinanza, ustedes son unos hombres que, que valen al lado mío.
Dijo: —Pues, se quedan aquí para mañana. Echamos la tatema de carne en la mañana. Almorzamos y ya nos vamos.
Pos, sí. Allí se quedaron a dormir los otros. En la mañana sacaron la tatema de carne y el hombre aquel le regaló al, al joven y al otro una borrega. Y él se comió diecinueve y se comió el buey también. Y ya les dijo: —Ora sí. Dice: —Vámonos.
Se jueron. En otra sierra se incuentran otro que estaba inclinado con una oreja pegada al suelo. Y lo ve el joven y le dice a los otros: —¿Qué hará ese hombre allí, dice, —inclinado en el suelo?
Pues ya llegaron y le saludaron: —¿Qué haces tú áhi?
—Yo estoy oyendo lo que dicen en el otro mundo.
—¿Cómo se llama usté?
—Yo me llamo Oyín Oyán, hijo de buen oyedor. Si mi padre sabía oyir, yo salí un poco mejor.
—¡Pero, hombre, amigo!, dice. —¿Cómo no hacemos un trato? Váyase conmigo. Yo aquí llevo estos compañeros. Yo voy a adivinar una adivinanza a tal parte.
—Sí, me voy, dijo.
Pues ya de allí se jueron más. Caminaron más días y lueo en otra sierra vieron hacia lo lejos por un camino muy parejo que venía un polvaredón muy grande. Y al poco ratito les incuentra uno de a caballo que iba en toda fuerza de carrera y al encontrarlos se detuvo allí. Y le saludaron: —¿Para dónde camina usté?
—Yo voy a tal parte, dice, —a un mandado que me mandó mi compadre a una ciudad muy lejos.
—Pos, ¿cómo se llama?
Dice : —Yo me llamo Corrín Corrán. hijo de buen corredor, que si mi padre sabía correr, yo salí un poco mejor.
Ya le dijo el joven: —¡Hombre! ¿Cómo no se va con nosotros? Mire, que hacemos una compañía aquí.
—Pos sí, me voy, pero yo siempre que voy a mi mandado.
—Y ¿cuándo los alcanza?
—No tardan, dice, —ni diez minutos cuando yo vaya junto con ustedes.
Y así lo hizo. Ya de allí se jueron juntos. Y consiguieron [sic] caminando hasta que llegaron a una sierra y aquella sierra estaba cerca de la ciudá de, donde iba a llegar él, el joven a la dicha adivinanza. Era un reinado aquella ciudá. Y en aquella cumbre de aquella sierra se encontraron un hombre que andaba arrancando pinos con todo y raíces y amontonándolos. Ya llegaron y le saludaron. Dice: —¿Qué anda haciendo usté aquí?
Dice : —Voy a hacer un tercio de leña.
—¿Cómo se llama usté?
—Yo, dice, —mi nombre es Aplanacerros.
Dice: —¿Usted es de aquí de la ciudá?
—Yo soy de aquí de esta ciudá, dice.
—¡Hombre!, dice. — ¿Cómo no hace compañía con nosotros? Usté que es de aquí, dice, —y nos puede servir en algo, dice, —de ande hospedarnos y todo eso. Yo vengo aquí a adivinar una adivinanza.
—Bueno, dice, —si me esperan a hacer mi tercio de leña, sí me voy.
Pues ya se empezó a, a desprender sogas y agarrar las haces de pinos y hizo su tercio y se jue. Se jueron todos. Y al entrar a la ciudá no cupo por las calles su tercio de leña. Allí lo tiró y jue a buscar dentro a la leña, hasta que halló quien le comprara leña. Se jueron y los llevó a un hotel. Llegando al hotel ahí se acamparon todos.
El joven ansioso de, de conocer a la princesa en persona lueo lueo se dirigió al palacio. Llegó y habló con el rey y luego el rey le dijo, dice: —Hacía mucho tiempo, dice, —que no se paraba allí nadien a adivinar esta adivinanza. Pos, pásate, dice. —Sabes que tienen tres días de plazo. Si no la adivinas a los tres días, eres pasado por las armas.
—Está bien.
Y aquí la adivinanza que es ésta, que tienes que adivinar de qué es el cuero de ese tambor y los palos con que se tocan [sic].
Pos, áhi 'staba aquél allí todo el día jalando el tambor. Lo tocaba de un modo y de otro y lo voltiaba y pa' allá y pa' acá y, pos, no pudo dar. Al término que ya no más le faltaba medio día para cumplir los tres días. Y él ya muy triste, ya ni ganas de comer le daban, y ¡bueno!, triste y desesperado. Y los compañeros esperándolo allí en el hotel. Ahi 'staban ellos hospedados.
Ya al último día le dijo al rey: —Señor, dice. —Quiero que me conceda ir a comer, dice.
—Bueno. Anda, dice, —pero sabes que te quedan tantas horas, dice, —para que seas de vida o seas de muerte.
—Está bien, señor.
Aquél iba a comer. Bueno. Le permitió que fuera a comer. Cuando él sale a comer, ¿verdá?, la princesa va y agarra el tambor y le dice al papá, dice: —Papá, ¿qué gente tan tonta, verdá, que no hallan cómo adivinar esa adivinanza? Mira, dice. —Toma el tambor, dice.
Y lo agarró y empezó a tocarlo. Dice: —Mira. Solo el tambor me habla.
Dice:

—Cuerito de piojo, palitos de hinojo.
Cuerito de piojo, y palitos de hinojo.

—Pues sí, dice, —pero la gente no comprende, le dijo el rey.
Bueno. Todavía no llegaba el joven al hotel donde iba a comer cuando Oyín ya había oído lo que había dicho la princesa. Ése estaba pegado al suelo ahí con la oreja pegada al suelo. Llegó el joven y ya les dijo que, pos, que no podía adivinar la adivinanza.
Dice Comín [sic]: —No, dice. —Está adivinada. Devuélvase, mi patrón, dice: —El cuero es de piojo y los palos con que lo toca son de hinojo. ¡Vuélvase!
Pos, áhi va. Ya ni ganas de comer le dieron. Ya llegó él haciéndose curioso allí otra vez y agarró el tambor y hasta lo tentaba y lo voltiaba y lo tocaba hasta ya a lo último dijo: —¡Oo, cómo soy tonto yo, hombre! Ese hombre solo habla, dice. —Solito me dice, dice "Cuerito de piojo y palitos de hinojo," dice. Este cuero es de piojo. Los palos con que lo tocan son de hinojo.
—¡Ay!, dijo el rey. —¡Has adivinado la adivinanza! Tú te vas a casar con mi hija. Nomás depende, dice, —que tengo que darle aviso a mi compadre que es el padrino de, de bautismo de ella.
Pues que ya mandaron llamar al, al padrino de la princesa y ya le dijo el rey: —Compadre, sabes, dice, —que, que hubo un joven que adivinó la adivinanza y tu ahijada se va a casar con él.
Entonces le dijo el, el compadre, le dice: —Compadre, ¿cómo va a ser justo que mi ahijada se case con un extraño, con un extranjero de tan lejas tierras?
Pero dice: —La palabra está dada, que el que adivinara la adivinanza tiene que, que casarse con, con mi hija.
Dice: —Póngale un pretexto, dijo, —poniéndole de por medio de la princesa.
—Y ¿qué pretexto le vamos a poner?
Dice: —Dígale usted al joven ese que, que mi ahijada tiene un, una parienta, una comadre, dice, —en Europa, por allá en otras tierras muy lejos, y que aquella comadre tiene un cintillo de oro allá, que sin ese cintillo ella no se puede casar y que ese cintillo tiene que traerlo. Y que usté va mandar un correo y el otro que mande otro. Usté manda, dice, —una bruja, una bruja muy violenta, dice, —y él, ¿a quién va a mandar? Y cada quien se lleva una carta y el que venga primero ése gana. Viene el correo de él adelante. Entonces él gana y si viene la bruja primero, pierde.
—Pos, bueno. Voy a decirle.
Ya le habló y ya le anticipó al joven lo que había de por medio y diciéndole que la princesa era la que pedía aquello. Entonces dijo: —Sabes que mi correo sale a las tres de la tarde con una carta. Y aquí está la carta para el tuyo para que se vayan.
Y ya Oyín allá estaba oyendo lo que le estaban diciendo al joven y dijo:
—Ya se puso dificultoso esto. Esta trampa le pusieron al patrón.
Pos ya luego dijo Corrín, dice: —Ya tengo días que no corro yo en mi caballo. Voy a darle una arregladita, a ver si me toca.
Luego, pos, a él le tocó. A las tres de la tarde se, se movilizaron los dos.
Corrieron, la bruja por el viento y el otro a la carrera. Pos dio por resultado que la bruja no, no voló muy recio. Le ganó Corrín. Llegó, entregó la carta, la contestaron y le entregaron el cintillo y cuando iba él ya de regreso encontró la bruja en el camino. Y la bruja luego se tira al suelo y pelean los dos, y tuvo que ganarle la bruja. Ya una vez que la bruja le ganó y le quitó el cintillo, se lo puso en un dedo y se levó al viento a volar. Entonces Cornn venía corriendo nomás al parejo de ella gritándose el uno al otro.
Y allá Oyín oyó el trajín aquel y le dice a los compañeros: —Compañeros, dice. —Estamos perdidos. Dice: —La bruja ha peleado con Corrín y le ha quitado el cintillo y vienen peleando todavía. Pero ella lo trae.
Entonces le dice Tirín: —Oyes, dice. —Y no ... ¿poco más o menos a qué direición es el pleito?
—Aquí a esta direición.
Dijo: —A ver si puedo hacer un tiro.
Agarró el riflón aquel y, y le avienta un tiro al viento y le tumba a la mano a la bruja. Cae al suelo y Corrín agarra la mano y le copina en el anillo y corre. Y llegó él primero que la bruja a la suidá.
Ya le dijo el rey al compadre, dice: —Compadre, ya está aquí el correo del joven y la bruja no parece. De modo, ¿qué vamos a hacer?
Dice: —Ponle otro pretexto, compadre, dice. —Ahi tienes tú ese cerro frente a la suidá y dile a mi ... al joven que, que mi ahijada pide que ese cerro tiene que desaparecerse de allá para el día de casarse.
Pos ya jue el joven y le dijo el rey lo que pasaba, lo que le decía la princesa.
Y allá Oyín estaba oyendo.
Entonces el Aplanacerros aquel dijo: —Pos, a ver si me toca a mí.
Y empezó a apretar los guaraches. Ya jue el joven y les dijo: —Bueno, dijo. —Pos, 'stá oscureciendo. Nos vamos.
Se jueron y ya le dijo: —Usté que se queda abajo.
Y él subió al copo del cerro, el Aplanacerros, y empezó a chiflar un sonecito y a bailarlo y el cerro áhi va pa' abajo y pa' abajo y pa' abajo hasta que lo emparejó.
Y ya le dijo: —Creo que ya está bien. Mañana que lo vea. Si no está bien de alto vengo a darle una zambutida más abajo. Vámonos.
Pos en la mañana que se levantan con la novedad de que el cerro no existía.
Ya le dice el rey al compadre: —Compadre, no hay remedio. Mi ahijada se va a casar, mi hija se va a casar con ese, con ese joven.
—No, dice. —Vamos a ponerle otra, otra tranca, dice, —que es la última, yo creo. Dígale usté al joven que quiere usté que mañana lo acompañe a desayunarse, dice, —pero que se tiene que comer lo que usté le arrime en el desayuno. Dice: —Contrata toda la leche que haiga en la ciudá, todo el pan que se encuentre en las panaderías y que tiene que comerse todo eso. Y áhi en un corral áhi le pone peroles de, de leche y chocolate, pero perolones grandes y, y trojes de pan, llenos, y que tiene que comerse todo eso. Y si no, pierde el, el, el, la adivinanza que adivinó.
Bueno, pos, ya vino el joven y ya le dijo el rey lo que pasaba: —Y, y era la última traba que te ponemos.
Entonces ya jue y les dijo a los compañeros allí y, y ya le dijo, le dijeron allí todos: —y usted mañana aquí se desayuna. Y le va y le dice al rey que va usted muy apenado que porque se levantó con hambre. Se desayuna y se lleva a Comín a ver si, a ver si admite el reemplazo. Yo creo que sí.
Pues así lo hizo el joven. Otro día se levantó y se desayunó y ya se llevó a Comín. Ya llegó con el rey y dice: —Señor, dice. —Vengo bastante apenado porque no acordándome de esta invitación, dice, —me levanté y me desayuné en el hotel y, pero aquí traigo un reemplazo, que yo creo que puede ser igual igual.
Dijo el rey: —Comiéndose lo que le den es igual. Bueno, pues. ¡A darle! Ya lo metieron a aquel corralón. Allí iba a ser el desayuno. Le pusieron una silla como es costumbre, de madera, y ya dijo que no la quería. Dice: —Éste se va a quebrar con mi peso. Denme una silla de fierro, dice, —que pueda.
Bueno, pues, que ya estaba allí sentado cuando ya dijo: —¿Quién me va a servir el desayuno?
—Ahi 'stán esos diez hombres disponibles, dice, —y tienes que dar abasto a todos.
Dijo: —Pues, no me gusta muncho desayunarme a pausos pero, en fin, áhi vamos a ver.
Bueno, y que antes de eso en esa noche que estaba allí preparado el perol y todo aquello, llenos de leche y chocolate, había entrado un hatajo de mulas del rey que había llegado, cargado con cargas y allí en la refriega de las mulas por ahí por andar descargando los arrieros se cayó una a un perol de leche y se ahogó la mula y allí quedó con too y carga.
Bueno, ya empezaron a arrimar el desayuno aquellos diez hombres, en petacas pizcadoras. Y él a trague y trague pan y a trague y trague lo que hallaba y le quedó el perol de leche y que ya no ajustó con el pan, allá ande estaba la mula. Y ya les dijo: —¿Qué pasó?, dice.
—Ya se acabó el pan, le dijeron.
Dice: —¿De moo que esta leche me la voy a tragar pura? Barran con escobas, dice, —allá ónde tenían el pan y tráiganme la zarrapa, aunque sea, aquí con esta leche.
Ya sacaron cantidades, canastas de puras de, de pura zurrapa de pan y le estaban echando a la leche con un palo meneándole. Y lueo que ya hizo bien aquella ... atole allí, ya agarró el perol y le dio un entre. ¡Y otro y otro! Hasta que el último empinón que le dio, se le atravesó la mula en el gaznate como quiso añusgarse, pero siempre la pasó para otro lado. [The audience exclaims in admiration.] Y aventó el perol por allí y le dijo: —Este ordeñador es tan cochino, dice, —que venía una mosca en la leche. [The listeners laugh heartny.] Por más que la quise detener se me jue pa dentro, dice, —y me la tragué.
Bueno. Pos ahí ... terminó el desayuno. Entonces le dijo el rey al ca... , al compadre: —Compadre, dice. —Pos no hay remedio.
—No, dijo. —Ora sí no hay lucha, más de que vamos a casarlos.
Pos ya dieron trazas al matrimonio y se casó aquel joven con la princesa.
Y ya el joven una vez allí en... casado con la princesa mandó avisar a sus papases y los ... los papases tuvieron que irse pa' allá pa' con él y ya se juntaron allá. Y allá quedaron juntos viviendo en el reinado ese. Que yo creo que los papases están allí.

 

Nº de referencia: 8

Al habla:
Eduviges Reyes
(61 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Amapa (Santiago Ixcuintla, Nayarit), el 25 / 1 / 1959

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1972. Amapa Storytellers. Berkeley: University of California Press, núm. 5

Notas
Amapa no. 5, which is an amalgam of Types 621 and 513A, may be analyzed as follows on the basis of Aarne-Thompson, The Types of the Folktale: 621 1 a (as big as a pig) b (drum) c (from what drum is made) 513A II b g (eater) d e a 621 I d Hero guesses riddle with aid of great hearer but king imposes further tasks that the hero must perform. 513A III b (king) g (bringing letter) *l Shooting witch who tricks great runner. *m Companion levels hill. c A. M. Espinosa (CPE, 11, 89-98) provides a careful discussion of the various versions of "The Louse Skin" as this tale occurs in Hispanic oral tradition. He does so regardless of Aame-Thompson's tale types because the role of the extraordinary companions (usually treated as Type 513) is here inextricably combined with the hero's guessing of what the drum and its drumsticks are made. The present tale belongs to Type II of the categories established by Espinosa and contains the followings subdivisions that correspond to this type (11, 93-94): A. A king promises his daughter in marriage to whoever can guess the material from which a suit, a tamhourine, some gloves, or some other objects have been made. He has made them from the skin of an enormous louse. A shepherd or a knight sets out to try his luck B. On the way the shepherd by chance meets four or five marvelous companions: a hearer, a runner, a shooter, a strong man, a blower. D. The shepherd appears at the palace and does not guess correctly. He is given two or three days and he goes to consult with his companions. D2 The hearer hears the truth. F. The hero is assigned difficult tasks: running faster than a witch; separating seeds; to move a castle or to take from one place to another sorne chests filled with money; to retrieve a ring from the sea. The hero seeks the aid of his companions and he accomplishes the tasks. He marries the princess, or she refuses and she marries or is going to marry another suitor. Espinosa notes various versions that belong to this group: CPE, no. 10, Wheeler, no. 7, Ramírez de Arellano, no. 30, Lenz, Adivinanzas, 1, 360-361, Mason-Espinosa, 1, 63a. To these can be added two versions that I collected in Los Altos, Jalisco, Mexico, nos. 86-87. Certain features of the Amapa and Los Altos narratives of "The Louse Skin" type remind one of formula tales. These features appear in that portion of the narratives that corresponds to Type 513A, in which each of the extraordinary companions is introduced. The hero in his travels from his home village to the palace where he will attempt to guess the material from which the drum is made meets in succession several men each of whom is engaged in some unusual activity. The hero in each case asks the unusual man his name and receives the answer in verse in a definite pattem, which ineludes the following; (1) the new companion's name; (2) the accomplishments of the companion's father; (3) the statement that his father was an accomplished hearer, runner, eater, or whatever the case may be, but that the speaker is even better. In Los Altos no. 86, the narrator Catalina González introduces four of these companions in verse, the first of which is: Yo soy Oyín Oyán, hijo del buen oyidor. Si mi padre era bueno para oir yo soy mucho mejor. He is followed by Mirín Mirán, Corrin Corrán, and Comín Comán, each of whom is introduced by a similar verse, altered slightly to fit the name and the ability of the bearer. Eduviges Reyes does likewise in Amapa no. 5, except that the narrator cannot invent an appropriate verse to fit the name of Aplanacerros "Hill Leveller." Except when he employs compound formations of this type, the narrator has at his disposal a practically inexhaustible supply of proper names that are formed upon a verbal base by the addition of the bound forms -ín and -án. Their use in this case is only for forming nouns, a use that occurs infrequently outside of folktales. "The Louse Skin" was one of Eduviges Reyes's tales most enjoyed by listeners. During its narration there was a constant reaction from the audience who crowded into the living room of Reyes's home. Their comments and exclamations frequently appear on the recorded tape. The appeal of the tale derives in large part from the nature of the story itself. The grotesque characteristics of the unusual companions and the use of their abilities to solve the hero's problems are inherently amusing to a relatively unsophisticated audience. Furthermore, Reyes capitalizes upon these grotesque features, particularly of Comín Comán, the great eater, by interpolating an episode that is secondary to Comín's ability to accomplish one of the tasks imposed upon the hero. The narrator describes vividly the Gargantuan amount of food consumed by Comín but chooses to accentuate this feature by telling of the driver and his mule who fall into one of the tanks of milk and drown. When Comín swills down the milk, he also gulps down the driver and his mule, complaining that the king's milker has been dirty and careless, that he has let a fly fall in the milk. The incident anticipates others narrated by Reyes in nos. 11 and 12 of this collection, which are in the spirit of the Münchausen cycle. Here, however, Reyes does not depart from the framework of the Marchen, nor is he alone in the use of Comín Comán's appetite for humorous effect. At the conclusion of Los Altos no. 86, Catalina González of Valle de Guadalupe speculates conceming the future of this great eater: "But I still think that that fellow Comín Comán, the way that he was eating, must have eaten them out of house and home! From now on, they are all together. I wonder, who is providing for him?"

 

Ver los motivos
1) F983.2 - Louse fattened.
2) B873.1 - Giant louse.
3) H522.1.1 - Test: guessing nature of certain skin--louse-skin.
4) H511 - Princess offered to correct guesser.
5) T11.2 - Love through sight of picture.
6) F601 - Extraordinary companions.
7) F601.0.1 - Skillful companions.
8) F661 - Skillful marksman.
9) F632 - Mighty eater.
10) F633 - Mighty drinker.
11) F641 - Person of remarkable hearing.
12) F681 - Marvelous runner.
13) F621 - Strong man: tree-puller.
14) H573 - Answer to riddle found by trickery.
15) H913.2 + - Tasks assigned at suggestion of jealous godfather.
16) F601.1 - Extraordinary companions perform hero‘s tasks.
17) F601.2 - Extraordinary companions help hero in suitor tests.
18) H331.5 - Suitor contest: race.
19) D1923 - Power to hit whatever one aims at.
20) H359.3 + - Suitor test: flattening hill
21) F626.1 - Strong man flattens hill (lops off hilltop).
22) H359.4 + - Suitor test: eating
23) K81.2 - Deceptive eating contest: relative helpers.
24) L161 - Lowly hero marries princess.

 

Ver los tipos

857. - The Louse-Skin.

513A. - Six Go through the Whole World.

 

Materiales adicionales

 

 

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