El perro prieto

 

Había una vez un viejito que tenía dos hijas, una muy bonita y otra muy fea. La bonita era muy buena y la fea era muy loca.
Una vez un príncipe que andaba cazando se enamoró de la bonita. Se la pidió al viejito en matrimonio y le puso un año de plazo. Se llegó el año y el príncipe no volvió. La muchacha se desesperó y se casó con un zapatero.
Cuando se casó, salió de la iglesia llorando. El viejecito la regañó y le dijo: —¿Qué te estabas pensando que t’ibas a ser la mujer del príncipe? Pues, confórmate con tu suerte y vamos adelante.
Y ahí van caminando en el coche cuando de repente oyeron una voz muy fea que decía: —¡Déjenla porque es del perro prieto! ¡Déjenla porque es del perro prieto!
Todo el acompañamiento se asustó y luego le dijeron al viejecito que bajaba la madrina, bajaba la madrina y luego se volvió a oír: —¡Bájenla porque es del perro prieto!
Bajaba la hermana de la novia y la voz volvió a repetir: —¡Déjenla, que es del perro prieto!
Bajaba la hermana de la novia y la voz volvió a repetir: —¡Déjenla, que es del perro prieto!
Entonces bajaron a la novia y no se volvió oír la voz. En seguida se iban a ir en el coche. Iban a dejar a la pobre novia sola. Ella les dijo: —¿Como que se van y me dejan sola? ¡Yo aquí me muero de miedo!
Entonces dejaron a la hermana. Ya se había hecho de noche y se empezaron a oír en el bosque los aullidos de los lobos. Las pobres muchachas no sabían ni qué hacer. Y se echaron a caminar y allá muy lejos se vio una lucecita. Llegaron y tocaron y nadie salió. A poco rato se asomaron y cuál no sería su sorpresa al ver que adentro estaban unos muebles muy finos, unos floreros llenos de flores muy hermosas. La hermana entró y luego le dijo a la hermana: —Pásate. ¡Al cabo lo bonito que es tó por acá!
La hermana entró y ya no volvió a salir porque cuando quiso salir se le cerró la puerta. Al poco rato de estar allí se entristecían mucho porque pensó que aquello era alguna cosa mala. Tardaron un ratito y luego se sirvió la mesa sola, mucho pan y mucho chocolate y luego que ya terminaron de cenar entonces se tendieron las camas solas. La hermana ya no iba a dormir junto con su otra hermana porque eran muy pobres y no tenían cama. Ella dijo: —No te vayas a la otra cama. Vente conmigo. Yo tengo miedo.
—¡Uumm! Pos, ora sí. Si yo nunca había dormido sola y ahora que está la cama tan bonita. ¡Pasa, ve, qué gusto! Voy a dormir.
La hermana se acostó. La pobre hermana no durmió en toda la noche. Cuando sonaron las doce de la noche entonces oyó sonar muchas cadenas y vio un enorme perro prieto que se le acercó a la cama. Aquel perro empezó a suspirar como si fuera una persona. La muchacha estaba temblando. El perro como que despedía chispas de lumbre de sus ojos y entonces la muchacha pensó hablarle, pero el miedo que se había apoderado de ella no la dejó.
Otro día por la mañana se levantó. Cuando el desayuno estuvo servido la hermana le dijo: —Ándale. Vente a almorzar. ¡Mira qué bueno está todo!
—No, le dijo. —Yo no tengo hambre. Almuerza tú. ¿Qué tal es que te pasaste la noche?
—Maravillosa, hermanita. Fíjate no más, que nunca había dormido yo tan a gusto.
Entonces la hermana le platicó la aparición de aquel animal tan horrible.
Y le dijo: —¡Ajá! ¿Con que esas tenemos! ¡Pues ahora menos vuelvo a dormir contigo! ¡Ándale! ¿Cómo sabes si es un difunto que te va a dar mucho dinero?
—Pero luego, ¿tú crees esto?
—¡Cómo no! Además de eso, ¿quién sabe si es el príncipe que está encantado?
Por la noche se acostaron. La muchacha no pudo conciliar el sueño. A las doce de la noche volvió a entrar el perro. Ella le habló con todo y miedo y le dijo: —De parte de Dios te pido, ¿eres de este mundo o eres del otro?
A lo que le contestó el perro: —Soy de este. Soy el príncipe tu prometido. ¿No te acuerdas ya de mí? Una bruja que nos tenía envidia me encantó. Me convirtió en... con otra figura, mientras que tú por algún medio misterioso llegabas a mi palacio.
Entonces el perro le dijo que tomara aquel manojo de llaves que le iba a entregar, que se fuera a abrir llave y puerta, que con la llave más grandota que ya estaba oxidada encontraría un patio muy grande, en la mitad del patio una pila de cantera. Cuando ya eran las tres de la mañana, que cantaran los gallos, le había de dar tres golpes en esa pila y el palacio se desencantaría.
Al día siguiente la muchacha se levantó muy contenta, se bañó, se puso muy catrina y le dijo a su hermana: —Ahora no duermo yo aquí. Nos vamos a dormir a otra parte.
—No, le dijo la hermana muy triste. —Yo ni creo que dejo mi cama. Tan a gusto que estoy durmiendo. Yo me llevo mi colchón. Allá tú. Yo me voy sin colchón.
Se fueron. La hermana se acostó a dormir muy contenta, pero la otra hermana se estuvo despierta. Cuando cantó el primer gallo entonces dio tres golpes muy fuertes en la pila de cantera. Se empezaron a oír unas músicas pero allá muy lejos y luego se empezaron a oír voces, unas canciones muy bonitas. Cuando menos se acordó la princesa, en vez del perro prieto estaba el príncipe muy hermoso. Luego cuál no sería su sorpresa de ver a su viejecito, de ver a su papá, muy catrín, ya de todo frac. Y luego a sus hermanas muy elegantes. Se casaron y la boda estuvo bonita.
Pero como la hermana era muy envidiosa en ese momento salió la encantadora. La tocó con una varita de virtud y la convirtió en una estatua de sal y todavía está allí como testigo de la felicidad de su hermana.

 

Nº de referencia: 79

Al habla:
Concepción Ramírez de Ojeda
(32 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Valle de Guadalupe (Valle de Guadalupe, Jalisco), el 18 / 11 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 61

Notas
Tale No. 61 is a variant of A-T 425A, sparse in detail and not of a very clear structure.

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

425A. - The Animal as Bridegroom. (Including the previous Type 425G.)

 

Materiales adicionales

 

 

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