Las tres naranjas

 

Este era un hombre. Era una ciudad y en esa ciudad les decía a los hombres reyes y, y a las mujeres reinas. Y era un niño que tenía un papá y el papá ya estaba muy viejito. Dijo: —Voy a buscarme una novia porque usted está muy viejito.
Dijo: —Sí, ándale. Anda a buscarla.
Y iba ya a buscar la novia y en una esquina se encontró un viejecito y le dijo: —¿A dónde vas...? ¿A dónde vas, buen niño?
—Pues yo voy a buscarme una novia porque mi papá ya está muy viejito.
Dijo: —¡Mira! Anda aquí a la vuelta de esta esquina y allí está un pozo y allí en ese pozo está un naranjo y en el naranjo están tres naranjas. Las cortas y las partes en cuatro partes y en una va a salir una muchacha muy bonita. Y te va a decir que quiere agua y tú la arrojas a aquel pozo. Tú la arrojas a aquel pozo y le das agua.
Dice: —Sí.
Entonces él se... y llegó y cortó las tres naranjas y partió una y no salió nada. Aquella otra y tampoco. Aquella otra y salió una muchacha pero bonita. Y entonces le dijo que quería agua y la arrojó al pozo. Y ya tomó agua. Entonces dijo: —¡Mira! Voy a ir en mi casa a traer a mi papá porque mi papá ya está muy viejito.
Y entonces nació un niño. Dijo: —¡Mira! Aquí te estás, mucho campo donde estar.
Dijo: —Sí.
—Entonces yo me voy.
Y entonces llegó una muchacha prieta, y muy prieta. Luego llegó y se vio en el agua y luego dice: —¡Ay, tan bonita y acarreando agua! Quiebro el cántaro y me voy a mi casa.
Y quebró aquel cántaro y se fue para su casa. Entonces al rato volvió de vuelta y entonces dijo: —¡Tan bonita yo y acarreando agua! Quiebro el cántaro y voy a mi casa.
Entonces voltió para arriba y vio aquella muchacha bonita. Y luego entonces dijo: —¿Por qué quiebras el cántaro, niña?
Dijo: —¡Aa! ¡Tú eres! ¡Yo creía que yo era! Y luego entonces, ¿te espulgo? Dice: —Yo no sé qué cosa es "te espulgo."
Dice: —Bueno. ¿Te espulgo?
Dijo: —¡Ándale pues!
Y estaba un huizache y cortó tres espinas. La comenzó a espulgar y le clavó una espina. Por fin le clavó las tres espinas y se volvió una palomita. Y le quitó aquel niño. Se subió a donde ella estaba. Y entonces allí se puso. La palomita siguió a vuele y vuele. Y ella allí se quedó.
Al mucho tiempo entonces llegó el muchacho que era el esposo de la otra muchacha. Entonces dice: —¿Por qué estás tan prieta?
Dice: —Porque me dejastes en el sol. Y —¡Oye! ¿Por qué estás tan prieta?
—Porque me dejastes en el sol.
—Y la niña, ¿por qué está tan blanca?
—Porque me tapé con el rebozo.
—Te digo que ¿por qué está tan blanca?
—Porque me tapé con mi rebozo.
Y quiso que no quiso, se la llevó para otro pueblo, y por tan prieta le decían “reina mora”. Y ya se fueron para otro pueblo. Allí vivían.
Y tenían una criada y estaba un día sacudiendo las sillas. Llegó aquella palomita y luego le dijo: —¿Dónde está reina mora?
—Reinando, señor. ¡Ay, qué bonito!
Y voló. Entonces otro día estaba ella tendiendo las camas cuando llegó aquella palomita y le pregunta: —¿Onde está reina mora?
—Reinando, señor. ¡Ay, qué bonito!
Y voló. Entonces le dijo la criada al... al señor, dijo: —¡Mire! La palomita que llega es... la esposa que era de usted. Dijo: —Si quiere agarrarla, véngase ahorita que vaya yo a sacudir las sillas o, o cualquier cosa que vaya a hacer. Entonces llega usted. Llega ella y usted allí se esconde. Y cuando vaya a decir "¡ay, qué bonito!", usted la agarra.
Dijo: —Sí. Entonces vámonos.
Entonces se fueron. La mujer estaba barriendo cuando llegó la palomita y le preguntó: —¿ónde está reina mora?
—Reinando, señor. ¡Ay, qué bonito!
Y al decir "¡Ay, qué bonito!" el hombre agarró aquella palomita y le quitó una espina. Ya se iba formando. Le quitó la otra y ya más se iba formando.
Y le quitó la otra y ya se formó como ella era. Entonces dijo: —Si no... si no matas a reina mora, me vuelvo una naranja, y te espera.
—Sí, la vamos a matar. Entonces le dijo a la criada, dijo: —Anda traerte un caballo bruto, pinto, muy bonito. Debes traerte dos muy mansos.
Dijo: —Sí.
Entonces se fue y trajo uno bruto, pinto. Y entonces se trajo dos mansos negros. Y le dijieron a reina mora: —¿Cuál caballo escoges?
Dijo: —Pos yo, el pinto.
Y se montó en él. Entonces ellos, la muchacha y el muchacho se montaron también y se fueron adelante. Y le pusieron muchos fierros apilados, y como aquel caballo era bruto, entonces reina mora, como iba en el caballo bruto, se asustó el caballo y la mató. Entonces fueron ellos a ver. Vio que ya estaba bien muerta. Entonces dijo la muchacha: —Ahora sí, ya vámonos.
Y se fueron para su pueblo y siguieron muy felices.

 

Nº de referencia: 75

Al habla:
Enriqueta González
(16 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Acatic (Acatic, Jalisco), el 17 / 11 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

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Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 57

Notas
In the versions of A-T 408 The Three Oranges, elements I and III show considerable variety in Los Altos. Usually the incidents of the enchantment of the princess by thrusting a pin or a thorn into her scalp, the substituted bride, and the disenchantment of the princess by removal of the thorn are present. Where these episodes occur, the enchantress is punished by being drawn asunder by horses (motif Q416).

 

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) -

 

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408. - The Three Oranges.

 

Materiales adicionales

 

 

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