[ Los tres príncipes ]

 

Había una vez un rey que tenía tres hijos. Ya estaban mayores de edad y les dice: —Bueno. Dice: —Ustedes, dice, —van a ir. Dice: —Son tres los herederos. Dice: —No puedo darles el palacio a los tres, dice, —porque quedarían sin... se van a ir, cada cual por su camino. Se van a casar. El que se encuentre su esposa más bonita a ese le voy a dar el palacio.
Muy bien. Todos se fueron. Uno se fue por su camino, otro por el otro y el último se montó por allá por una sierra. Al llegar allá a la sierra se le salieron unos leones. Quisieron matarlo. En eso los changuitos salieron a defenderlo. Y los changuitos le dicen: —A ver, dicen. —Que te vamos... te salvamos la vida, dice, —pero con la condición de que tú te vas a casar con una changuita.
Dice: —¡Pero, no! ¡No puede ser! ¿Cómo me voy a casar yo con una changuita?, dice.
Dice: —Sí. Tienes que casarte con ella. Dice: —Si no, a lo contrario te dejamos a que te maten.
—Muy bien.
El mayor se encontró una princesa muy bonita, muy guapa. El segundo también.
Y dice: —Yo. Dice: —Voy a ir allá con mi changuita. Dice: —Pues no tiene remedio. Tienes que llegar con la changuita, dice, —porque con ella te vas a casar.
Se fue él muy triste con su changuita. Dice: —Pues no hay otra lucha. Dice: —Pues, es pior que me maten. Me voy con mi changuita.
Llegaron entonces con el rey, el más grande con su esposa y el segundo también con su esposa y el tercero con su changuita. Dice: —Bueno. Dice: —¿Y esta? ¿Por qué la trais aquí?
Dice: —Bueno, dice.
Ya le contó la aventura que había pasado, que le habían salvado la vida. Dice: —Bueno. Aquí en el palacio te voy a dar una caballeriza por allá para tu changuita.
Se fueron ellos, y ella muy enojada: —Ora me vas a hacer un columpio. Le hizo el columpio y ahí está ella meciendo. Un día dice el rey, dice: —El palacio no se lo puedo dar a ninguno de ustedes. Dice : —Van a hacer con sus esposas, me tienen que hacer un pañuelo muy bien bordado, de seda y muy bien hecho y el que me lo haga mejor ese es el que va a ganar el premio.
Muy bien. Fue el muchacho el más chico y le dice a la changuita: —Mira,
dice. —Haz un pañuelito.
Dice: —¡Mmm! ¿Por tan chulo el palacio que me dio tu padre?
Dice: —¿Qué vamos a hacer? ¡Ay, mira! ¡Que ya no más faltan dos días!
Dice: —Bueno. Dice: —Vete allá a la sierra. Dice: —Y le dices a mi mamá que me mande un piñón de oro.
Le dieron el piñón de oro y áhi viene. Dice: —Bueno, ¿para qué será este piñón de oro?
Se llegó el día que tenían que presentar lo que habían hecho, los pañuelos. Llegaron los otros con unos pañuelos muy bien bordados porque las muchachitas habían bordado muy bien... a que quedaron los otros para ganarse el premio.
Y le dice la changuita al príncipe, dice: —Mira, dice. —Muerde ese piñón y lo que salga de allí lo llevas y se lo das a tu padre.
—Muy bien.
Mordió el piñón de oro y sacó la... una mascada muy bonita, muy bonita.
No se había visto otra igual. Y la llevó el rey y el rey luego le dice: —Bueno. Esa fue la que ganó el premio, dice, —pero no puede ser que una changuita venga a estar en mi palacio. Dice: —Vamos a... nuevamente que hagan una camisa, la que haga la camisa mejor a esa le voy a dar mi palacio.
Corrió y le dice para el fin de no entregarle el palacio a la changuita. Dice: —El que haga... la esposa de ustedes que haga mejor la camisa es la que va a ser la dueña del palacio.
—Muy bien.
Dice el muchacho, el príncipe más chico. Llega allá con la changuita y dice: —¡Mmm! Dice: —La mascada pudistes hacerla. Dice: —Pero yo creo que la camisa no.
Dice: —¡No! Dice: —¿Para qué? Dice: —¡Tan chulo el palacio que me dio tu padre!
Y siguió paseándose de columpio. Ya no le importaba nada más que el columpio. Muy bien. Se llegó el término que tenían que presentar la camisa y ya faltaban muy pocos días y le dice: —¡Bueno! Dice: —¡Bájate! Dice: —Vamos a hacer la camisa como tú puedas, changuita, dice. Dice: —Hazla aunque sea mal hechita, dice.
—¡No!, dice. —Anda mejor con mi mamá. Le dices que me mande una nuez de oro.
Muy bien. Se fue el muchacho y trajo la nuez de oro.
Dice: —Parte la nuez.
Y al partirla salió una camisa muy bien cortadita, muy bien hecha y de una tela muy fina. Y fue y iba a la presencia del rey y el rey al ver aquello, como él ya había dicho que el segundo premio ese era el que se iba a ganar, pero él dice: —¡No!, dice. —La changuita no puede ser la dueña del palacio, dice.
—Bueno, dice. —Voy a dejarlo para el tercer premio. Dice: —Este sí va a ser el que se va a ganar el palacio. El que tenga mejor arreglada su casa.
Bueno. El más grande fue con su esposa y dice: —Arregla muy bien la casa. Dice: —Que va a venir mi padre a visitamos.
El segundo fue también con la esposa y le dice también: —Arréglate muy bien la casa, dice, —porque, porque el que tenga arreglada la casa, ese se va a ganar el premio y nos vamos a ganar el palacio.
Y el más chico, ¿qué podría hacer? Una casa en una caballeriza, como quien dice. De manera es que llegó con la changuita y dice: —Bueno. Dice: —Cuando menos barre la casa. Dice: —Nuestro palacio aquí no es palacio ni casa tampoco, dice, —pero barre. Barre de manera que lo vea mi papá muy limpio, dice, —porque va a venir a visitamos.
Dice: —¡No! Dice: —Que entre aquí como está. Dice: —Al cabo siempre nos dieron la caballeriza.
Ya el muchacho estuvo muy triste. Y dice: —Ahora, ¿qué puedo hacer? Va a venir mi padre, a ser el rey, y acá en esta casucha. Dice: —No. No puede ser.
Al faltar pocos días, dice la changuita, dice: —Mira. Anda con mi mamá y le dices que me mande las granadas de oro que tengo allí con ella.
—Muy bien.
Se fue a la sierra y trajo las granadas de oro. Al llegar allí dice: —Mira. Mañana va a ser el día que va a venir mi padre a visitarnos. Dice: —Lo que vas a hacer, abre las granadas y desbaratas todos los granitos.
Empezó el muchacho. Dice: —Bueno. Dice: —¿Para qué los desbarato?
É1 ya no creía, pues, en nada.
Dice: —Sí. Dice: —Desbarata los granitos. Yo sé lo que te digo.
Empezó a desbaratar los granitos por todas las paredes y el piso y quedó aquello tapizado de unas telas muy finas y como piedritas de oro, unos perfumes y por último unas nueces que rompieron y unos músicos, una música tocando allí muy bien. Cuando oye el rey, dice: —Bueno. Dice: —Esta es la que va a ganar el premio. Dice: —Pero, no. No puede ser.
Ya que llegó el rey se avergonzó. Él se avergonzó de ver la changuita que tenía que entregarle el palacio porque dijo que las tres veces. Esa era la última vez. Ya no podía aplazar el... otro plazo más. Dice: —Pero esta va a ser la dueña del palacio. No tiene remedio, dice, —con seguridad.
Pero la changuita comprendió que el rey se avergonzaba de ella y le dice al príncipe, dice: —Mira. Agárrame de la cola y aviéntame para arriba.
Dice: —No. Pero, ¿cómo te voy a hacer yo?
—Sí.
Al aventarla para arriba al caer cayó una princesa la más linda que puede haber estado. Al ver el rey dice, dice: —¡Tú sé que mereces el palacio!
La llevaron al palacio y la changuita fue la que ganó el palacio del rey.

 

Nº de referencia: 72

Al habla:
Agustina Gómez
(24 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Tepatitlán de Morelos (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 22 / 9 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 54

Notas
The tale The Mouse (Cat, Frog, etc.) as Bride is told with varying details in Los Altos. The bride appears enchanted as a frog, a monkey, or a cat, yet the principal features of the narrative are consistent throughout the tales.

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

402. - The Animal Bride (previously The Mouse [Cat, Frog, etc.] as Bride).

 

Materiales adicionales

 

 

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