Pulgarcito

 

En una casa había siete hermanitos y el más chiquito que le llamaban Pulgarcito. Y Pulgarcito era muy... muy vivo. Y él andaba detrás de su papá y su mamá a ver qué hacían. Entonces él, él un día que su papá andaba, andaba en el patio, el papá se fue a la cocina y allí se sentó. Entonces Pulgarcito andaba detrás y le dijo, y le dijo a su mamá que iba a tirarlos porque no tenía con qué mantenerlos.
Entonces Pulgarcito fue y le dijo a su mamá que... a sus hermanos que les iban a tirar y que a ver qué harían. Entonces él juntó muchas piedritas blancas y se fue a arreglar su viaje. Su papá les dijo que si ya estaban listos para irse a la leña. Entonces se fueron, se fueron a la leña y les dijo él que, que, que les iban a llegar para, para ahorita. En el camino a uno y otro y a otros les iban adentrando en el monte para allí que cortaran bastante leña.
Entonces le avisaron a Pulgarcito primero y uno, y les dio a sus hermanos muchas piedritas para que cuando se fueran a irse que allí fueran tirando piedras. Entonces Pulgarcito se fue tirando y que se llegó por una leña, y de allí se sale para otra, a otra, y después se va a la otra hasta que se quedaron todos, y luego se quedaron en el mismo lugar.
Entonces ya que se fue su papá les dijo: —Tú le ibas allá solamente a cortar leña.
Y éste fue y le dijo: —Yo corté a, que a ver si se daban cuenta.
Y se juntan todos para luego ir a casa. Entonces Pulgarcito se fue buscando las piedritas blancas y allí, y allí iban encontrándose unos de los hermanos y le dijo que por dónde se los han llevado, por cuál de ellos había de ir. Y entonces él les dijo que, que se los habían llevado por aquellos montes, por dónde. Y entonces encontraron al otro hermanito. Por fin se encontraron todos. Ya que se encontraron todos, se fueron a su casa y llegaron a su casa con un montón de leña.
Y entonces les dijo su papá que tenían que traer más porque, que no era bastante. Y como Pulgarcito ya sabía que los iban a tirar, entonces él de lo que le dieron de almorzar del pan blanco, de las migajitas, se las llevó y se las echó a la bolsa. Y las iba tirando cuando se fueron ya. Las iba tirando luego Pulgarcito más migajitas y más migajitas. Ya que estuvieron bien dentro en el monte entonces ya se fue el papá y les dijo que él se iba al monte. Entonces ya que se fueron al monte, les dijo él: —Hermanitos, ¿dónde está mi leña?
Cuando se encontraron todos, ya que se encontraron le dijo él: —Vámonos para allá.
Y ya cuando se encontraron todos ya era muy tarde. Entonces vieron una lucecita allá en un campo y era el camino de donde ellos vivían. Y se fueron y tocaron, que si les hicieran el favor de, de darles un trago de agua. Les dijo que sí, que se pasaran. Y les dijo que no se fueran a, que no se fueran a salir de onde los escondieron, que porque se los, los agarraría su hombre, que era un ógrofo.
Entonces allí les dijo: —Ven. Ven, muchachos, acá. Yo los escondo porque no dilata en venir y ya él se los come.
Y así lo hizo y entonces los escondió. Y al poco rato llegó, llegó un ógrofo, y con unos postates todos borrachos. Le dijo que olía a carne humana. Le dijo el hombre.
—No, no es carne humana. Es que son unas jablas que se están arreglando para hacemos de comer.
Entonces le dijo: —¡No, no! ¡No, no son esas! ¡Son otras!
Dijo: —¡No!
—¡Sí, son otras! ¡No! ¡Yo digo que es otra!
Entonces buscó y por fin se los halló. Y luego el ógrofo dijo que se los tenía que arreglar para cuando él viniera. Entonces Pulgarcito se fijó en dónde dejó las llaves y las dejó en el, en el batiente del, del este... sanjuán, zanguán.
Entonces les dijo, les dijo: —¡Vámonos, hermanos! Al cabo ya se fue el ógrofo. Y no nos encontrará.
Se fueron y se metieron debajo de unas palmas. Allí se escondieron. Y oyeron que venía el ógrofo. Como andaba borracho allí cayó. Entonces fue el este... el Pulgarcito y le dijo, que si le prestaba sus botas y le dijo el ógrofo que sí. Y luego fue y se las puso y fue a su casa y luego le dijo, que la, que decía que al que traiba estas botas del ógrofo que le dieran todo el dinero que tenía. Entonces se lo dio la mujer y se fueron allá, allá con el dinero y luego se los dio a cada uno de sus hermanos unas bolsas de dinero.
Entonces se fue a su casa y le dijo: —Todo este dinero me ha dado... le hemos quitado al ógrofo las botas y luego hemos ido a su casa y luego pedido el dinero a la mujer.
Entonces les dijo a sus hermanos que se fueran y se encontraron un hombre que llevaba una carga de leña en un burro. Y alguien le dijo que se les hiciera el favor de llevarlos a su casa en aquel burro. Le dijo que no, que tirara la leña. Y luego le dijo el Pulgarcito que sacarían una moneda de aquella bolsa y se la agarró y que allí dejaba la leña, que él si le pagaban la leña para entonces volver por ellos. Entonces el hombre dijo que sí.
Y entonces los lleva a su casa y le dijo, a su papá le contó toda su historia y le dijo que allí tendría una tienda para mantenerse.
Colorín, colorado, el cuento está acabado.

 

Nº de referencia: 68

Al habla:
Socorro Lupercio
(14 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Mezcala (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 21 / 11 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 50

Notas
Of the subdivisions of Type 327 listed by Aarne-Thompson, this version is closest to 327D. The introduction to this tale is similar to others of Type 327 from Los Altos, but, unlike those, the lost children come to the house of an ogre where they are taken in by the ogre's wife, who attempts to protect them. The children make their escape by appropriating the ogre's boots and his money through a trick.

 

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) -

 

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327D. - The Kiddelkaddelkar.

 

Materiales adicionales

 

 

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