Juanita y Pepito

 

Que este era una mujer y un hombre que tenían dos hijos. Que luego un día en la madrugada, un día en la madrugada estaban dispiertos [i.e., despiertos] la mujer y el hombre y la muchachilla. Y el muchachillo estaba dormido. Y luego dijo la mujer, le dijo al hombre, le dijo: —Quiero comerme una gallina a escondidas de los muchachos.
Luego dijeron, luego dijo el, el hombre, dijo: —¡Mmm! ¡Muy fácil lo puedes, muy fácil lo puedes hacer!
Luego que le dijo: —Voy a perderlos, dijo. —En la mañana, ya que amanezca voy a perderlos, dijo. Y luego dijo: —y ya tú te comes la gallina.
Y que luego ya amaneció y jueron... y luego le dijo el hombre a la mujer, le dijo: —Háganos, háganos unas gorditas a los muchachos porque nos vamos ir a la leña.
Luego, ya la mujer se puso a hacer las gorditas y luego la muchachilla hizo un quimilito de cal y se fueron a la leña. Y luego que llegaron allí a un bosque, y luego, luego allí se estuvieron y les dijo, les dijo el papá: —Orita vengo. Voy ir allá abajito a hacer la leña, dijo.
Y que luego ya se estuvieron allí los muchachos y s' hizo en la noche. Y luego ya se vinieron por donde habían tirado la cal. Y llegaron a su casa y era en la madrugada. Y luego llegaron a la cocina y se metieron y ya vieron la gallina acostada allí en una olla. Y luego se... ya estaba cocida y todavía no se la comían. Luego ellos se la comieron y dejaron los puros huesos y se bebieron el caldo. Y le echaron agua.
Y ya fueron con su papá y ya se iban a levantar. Y ya dijo el, dijo el papá, dijo: —Pos yo fuí, yo cuando fuí a buscarlos, dijo, —ya no los hallé, ahí onde los, los había dejado.
Pues que ya, ya que amaneció luego ya le dijo el hombre a la mujer: —Echa las otras gorditas a los muchachos porque nos vamos ir otra vez a la leña y, y... porque la otra vez no la trajimos.
Pos que luego ya, luego se fueron y se le olvidó llevar cal a la muchachilla. Se le olvidó llevar cal en su rebozo y, pos que ya llegaron allá. Iban muy cansados ya, y que le dijeron a su papá, le dijeron: —Ya vamos muy cansados.
Y que dijo el, dijo el papá, dijo: —Pos, aquí nos vamos a quedar ya. Y que luego les dijo: —Orita vengo. Voy ir a, a traer la leña. Voy ir a traer la leña. Y luego, y van calentando sus gorditas, dijo. —Y ya cuando vengo yo que ya no tengo mis gorditas.
—Pues, que sí.
Pues ya se vino el hombre y se hizo en la noche y luego, ya que subieron a una palma que estaba por allí y luego... hicieron una cama arriba y como pudieron y se acostaron. Y luego, y luego ya en la madrugada otro día vieron una lucita por allá muy lejos, que apenas se vía. Y luego dijo, la vio Juanita y, y le dijo a Pepito. Y luego dijo Pepito, dijo: —¡Ay, yo voy! Dijo: —A ver qué es. Dijo: —Tal vez sea nuestra casa.
Y que luego dijo ya, dijo Juanita, dijo: —No. No vayas, dijo, —porque te comen los animales, dijo.
Que allí había muchos animales de... que se comían a la gente. Porque dijo Pepito: —No, yo voy.
Y que luego se persinó y se fue. Se fue a la lucita. Pos que luego llegó y que estaba una viejita torteando y que luego se quemaba. Se quemaba. Estaba ciega y se quemaba los dedos y hacía unos gestos tan feos. Y que luego, que luego ya que, decían La Tuerta. Que decía que el que se riera, que se prohibía que se riera, que se lo comía la viejita. Y que luego ya, que luego la caverna era de azúcar y otras cavernas eran de queso. Y el piso era de panocha y las, las vigas eran de piloncillo y la... el suelo era de piloncillo y las vigas eran de longaniza. Y los pesos eran de cecina de carne. ... y luego que ya agarró un cántaro de agua y un chiquihuite de tortillas y un pedazo mocho de cada cosa. Y, pos que ya se vino muy contento con, con Juanita, y que llegó y le dijo: —Mira, Juanita, ya, lo que te traigo.
Pos que ya, que empezaron, empezaron a comer y ya le contó todo. Y luego, luego dijo Juanita: —¡Ay, llévame!
Luego dijo él, dijo: —No, dijo. Dijo: —No, porque te ríes. Dijo: —y abre los ojos y nos come.
Pos que dijo: —¡No, no me río! Dijo: — ¡Llévame!
Pos que luego ya, ya se la trajo y llegaron y se quedó Juanita viéndolo y luego la vio que hacía los gestos y luego soltó la risa. Luego abrió los ojos y que les dijo: —¿Qué andan haciendo, buenos niños?
Y luego le dijieron: —Pos, aquí andamos pasiándonos.
Que luego ya les dio de almorzar. Luego los encerró en un cuarto y la puerta del cuarto tenía un agujero. Y por allí, por allí les daba de comer. Y los tuvo allí muchos años. Y ese día que los metió, se... se hallaron una rata y le mocharon la cola. Y que cada ratito les decía que, que metieran su dedo a ver qué tan gordos estaban. Que luego ya... metían la cola de la rata y que decía: —¡Uuu! ¡Están muy flacos!
Pos que no más les daba de comer, y que cada día les decía: —A ver, hijo. Saca el dedito, a ver qué tan gordos están.
Y sacaban la cola de la rata. —¿Y que no les di ya bastante?
Y luego los... dejó... los sacó, pues ya habían pasado muchos años. Y que ya eran unos hombres grandotes, muy gordos. Y luego ya que les dijo: —¡Ay, qué buenos están ya!
Que les dio de almorzar y luego les dijo que le juntaran una pila de leña.
Y luego ya se la juntaron, la leña, y, y ya luego luego la fue a prender el horno la viejita. Y que cada ratito les decía: —A ver. Vayan, asómense a ver qué tan caliente está el horno.
Y que luego ya iban y se asomaban y que decían: —No. Está muy frío.
Y que luego al ratito, a cada ratito les decía: —A ver. Asómense a ver qué tan caliente está el horno.
Que luego ya se enfadaron y que le dijieron: —No. Pues vaya usted a ver.
Nosotros no sabemos.
Se fue ella y que luego metió toda la cabeza y corrieron ellos y la aventaron de cabeza, al horno. Y que luego empezaron a salir muchos animales a quererse comer a los muchachos. Luego llegó un... de pronto llegó un águila y luego les dijo que para ónde querían ir. Y le dijeron que pa con sus padres. Y luego ya los levantó con todo y casa y con todo y todo y a ellos y se quedó allí el horno con la viejita. Y luego ya... que luego ya el... llegaron con sus padres. Allí puso la casa en frente, que era en la noche. Se llegaron en la noche.
Pos que otro día que amaneció, que se levantó la mujer, la madre, que le dijo al hombre: —¡Viejo, viejo, mira! ¡Ahí 'stá una casa! Dijo: —¿Sabes de quién será? Dijo: —Anda, rodéala a ver de quién es.
Y luego se fue el hombre a rodearla a ver de quién era, a ver quien VIvía allí. Y luego ya llamó a los muchachos que fueran, que ya tenían más familia. Y que ahí andan todos, reuniendo la casa. Y luego que salió Juan y que los vio, dijo: —¡Ay, no me muerdan la casa!
Y luego que, que ya otro día en la tarde luego fueron Juanita y Pepito, fueron con su mamá y su papá, que les dijieron que si no los conocían. Luego dijo, dijieron que no. Y luego ya di... y luego le dijieron que: —Somos sus hijos, dijo. —¿Que no se acuerdan que fueron a perdemos por comerse una gallina? Pues miren. Nosotros no somos miserables como ustedes. Dijo, dijo: —Allí está una, áhi tenemos esta casa, dijo. Dijo: —Vayan. Cómansela, dijo. —Acábensela.
Luego que se fueron todos los muchachos y ellos. Y áhi 'stán a cómese y cómese la casa, reuniéndola [i. e., arruinándola]. Y por acá le sacaban una tira y por acá otra y carne... le sacaban mucha tamién... y longaniza. Que hasta que se la acabaron. Se acabó.

 

Nº de referencia: 65

Al habla:
Clemente Martín
(11 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Pegueros (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 29 / 10 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

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Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 47

Notas

 

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) -

 

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327A. - Hansel and Gretel.

 

Materiales adicionales

 

 

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