El cuento de los changos

 

Pos, este era un rey que tenía tres hijos. Y cuando ya llegaron a grandes, le pidieron permiso de ir a aventurar la vida. Y el rey les permitió. Y se jueron los, los tres hermanos, a andar a lejanas tierras. Cuando ya se apartaron los tres, quedaron de que al año tenían que encontrarse allí en cierta parte. Se jueron los muchachos.
Por allá anduvieron andando andando hasta que se acercó el año. Regresaron a su, a su casa. Ya que regresaron allí descansaron un tiempo y luego le dijeron al papá, los tres: —Papá, dice. —Nosotros por allá donde anduvimos, dice, —dejamos unas novias para casamos, dice, —y queremos de que nos dé suficiente dinero porque nosotros queremos casamos allá en su tierra de ellas porque ése fue el, el compromiso.
—'Ta bien, dijo el rey. —¿Cuánto dinero cogen?
Bueno. Ya les, les dio lo que... le pidieron para que... se jueran a casar. Y cuando ya se despidieron de vuelta de éste, con el rey y se fueron, llegaron a la parte donde tenían que apartarse y cada quien ganó por su camino. El chiquillo, el más chiquillo de los tres, se perdió del camino para el rumbo donde él caminaba. Y los otros dos no. Los otros dos atinaron y llegaron a las suidades donde tenían sus novias y, y se casaron con ellas, pues. No sería pronto, luego.
Y el otro se perdió del camino y cuando quiso andaba él por unas sierras muy feas, muy grandes. Aquí hay sierras muy sólidas. Y al término de que llegó el día en que no encontró camino. Iba por una veredita muy sutilita, en un pasto que le daba ... iba a caballo él. Le daba al, arriba de la panza el pasto al animal en que iba montado.
Cuando oyó un grito que le gritaron: —¡Aaalto áhi! ¿Quién vive?
Y se paró él a lo pronto y vio pa todos lados y dijo: —No. Dice: —Ni ... mis debilidades... Me trastorno de la cabeza. Me han sucedido cosas.
Siguió caminando. Y otro grito: —¡Aaalto áhi! ¿Quién vive?
Se volvió a parar y pelaba los ojos y no veía nada por el pasto aquel tan alto. Y siguió caminando.
Siguió caminando. A los tres gritos... que le gritaron: —¡Alto áhi! ¿Quién vive?, vio que se movía todo el pasto así alrededor él. Llevaba... Va viendo que sale una escolta de soldados, pero aquellos soldados eran changos, no más uniformados pero con buenas armas, ¿verdad?
—¿Quiubo?, dice. —Luego le estamos hablando. ¿Por qué no atiende?
—¡Hombre, dispensen!, dice .. —Pos, yo no los veía.
—¿Qué anda haciendo usté aquí por estos lugares?
—Pos, ando extraviado. Yo iba para tal parte, dice, —y me extravié del camino.
—¡Qué modo de extraviao!, dice. —Ya tenemos tanto tiempo detrás de usté.
Usté es un bandido que se roba los bienes del rey, dice. —Y hasta hoy cayó en nuestras manos. ¡Amárrenlo!
Ya lo amarraron. Ya lo lleva aquella escolta de changos. Lo apiaron de la remuda. Y áhi lo llevan. [Dogs bark fiercely outside and informant comments: ¡Aa, qué animales!]
Luego agarraron por una barranca muy confusa, ¿verdá?, y allá en aquella barranca había un peñasco grande onde estaba un portón. Allá había una guardia. Luo que lo vieron que llevaban el preso luego gritó el centinela allí de la guardia de la cueva allí, dice: —¡Guardia a formar! ¡Tropa armada viene ahí!
Ya llegaron con el re ... y también aquéllos eran puros changos. Entraron por aquella puerta y allá dentro s'incontraron una ciudad muy graaande, muy, populosa, aquella ciudad, ¿verdá?, y muy bonita pero toda la gente eran puros changos. ¡Puros changos todos! ¡Y animales y todo! Todo estaba convertido en puros changos.
Pues llegaron con aquel reo con el rey. Ya lo anticiparon. El mono lo habían encontrado, dijo. Dice : —Tú eres un bandido. Dice : —Tú que estás robando mis propiedades. Dice: —Ya tienen tiempo. Andan estos soldados detrás de ti. Dice: —y ahora tuvieron que agarrarte. Dice: —Métanlo a la cárcel. Dijeron:
—Mañana lo vamos a fusilar.
Bueno. Pos lo metieron a la cárcel y áhi se quedó él muy triste, y preso. Y el rey aquel era un chango tordillo y ya de viejo así como estoy yo, ¿ee? [The audience laughs.] ¡Ya caniento, fierísimo aquel chango! Y ... pero tenía una hija. [Laughter from the listeners.] Tenía una hija que era la princesa, pues, ¡una changa! Y ... y allí estaba cuando metieron al reo. Y le gusta el reo a la changa. Y luego que ya lo metieron a la prisión, el rey otro día, él malició, ¿verdá?, que a la princesa o sea a la hija, ¿verdá?, le había gustado el preso y no dio orden de que lo mataran. Lo dejó y así duró tres días el individuo allí encerrado.
Entonces la changa no, no aguantó, pues, de, de comunicarse con él y le dijo un día a uno de, de los criaos que tenían allí en el palacio, dice: —Vas con el preso, dice, —y le llevas este desayuno. Y le dices que se lo manda la hija del rey.
Bueno. Y el otro con hambre, ¿verdá? Pos él lo tragó y dijo: —Pos, ¡qué bueno!
Y otro día la comida y así le estuvo mandando hasta que ya le dice, dice: —Dile, dile al reo, dice, —que a la tarde vaya salir al balcón y que él se arrime a uno de los barandales ahí que se presta a la vista para que nos demos unas miraditas.
Bueno, pos que él en la tarde con ansias salió allí y luego ya al rato salieron unas changas arriba del balcón y que por áhi andan por la barandilla allí colgándose de cola y grite y grite. Y él atento esperando ver una princesa, pues. ¡Se enfadó y se metió para adentro!
No, pos. Al rato mandó un, un vasallo la, la changa. Dice: —Anda dile al preso que estoy muy sentido con e... , muy sentida con él porque no m'hizo aprecio.
Dijo: —¡Pero, hombre! Yo allí estuve. Yo no vi nada de princesa.
—¡No, hombre!, dijo. —Tú quieres ver una princesa. No, dice, —es una changa, igual a mí un mono, dice.
—Pues, ¡aa, hombre! Entonces dile que estoy disponible par'otra vez. Bueno. Habían quedado para una cita para en la tarde. En la tarde ya salió allí y luego se sale ella también allá al balcón y áhi está pelándole los dientes. Se colgaba de la cola y echaba maromas y él muerto de risa. Pos, él le daba risa, pues, de a fuerzas. [Laughter from the audience.]
Viendo eso dijo la changa: —¡Ora sí, ya, ya amarré!
Ya jue con el padre y le dijo: —Papá, dice. —Quiero que me concedas un favor.
—A ver, hija, dice.
—Que me dejes ir a hacer una visita al preso y llevarle yo una comida en persona.
—Ándale. Llévaselo, dice. —¡Cómo no!
Pues ya arregló ella una comida muy excelente y luego por áhi va y se la llevó. Y el mozo que la acompañaba lo corrió: —Aquí déjame sola, dice.
Luego ella le sirvió allí la comida allí en la cárcel y luego ya se sentó ella muy avergonzada con él. Luego ya le dijo a él, dijo: —¿Sabes? Yo he venido no más a esto, dice. —Yo deseo casarme contigo.
Y, y, y brinca el preso por áhi y corre. Ella dice: —No te escondas. Vente.
También le dijo ... ya le dice: —No, dijo. —Si tú aceptas a casarte conmigo, yo arreglo con mi papá que no te fusile. Y, y así es de que quiero saber tu, tu pensamiento.
Y aquél luego se puso a pensar. Dijo: —Si le digo que no, pues me manda matar más pronto. Dijo: —¡Sí, me caso! ¡Cómo no! [Laughter]
Bueno. Pues que ya se jue con el rey la princesa y ya le dijo: —Papá, dice. —Vengo a pe ... , a pedirte una merced y me la vas a conceder.
—A ver, hija.
—Quiero casarme con el reo, ése que está allí.
Dice: —¿Qué esperabas? ¡Que no me hacía santo! Dice: —Por eso no lo había mandado matar. Yo ya maliciaba que tú lo querías. No, pos, agárrenlo luego. Vayan y sáquenlo de la prisión y lo traigan.
No, pos, luego luego llevaron al hermano. Ya ocurrieron allá al palacio los jueces y todos. Se casaba a lo civil y luego los sacerdotes y todos llegaron allí al palacio allí porque lo, lo casaron, pero puros changos todos. ¡Puuuros changos! Y él no más pelaba los ojos, pues, y muy triste. Dijo: —¡Aquí me llevó el tren! [Much laughter]
Se casó con la changa y luego ya le hizo un palacio. Ya están aparte. Y ya iban a visita. Visitaban al suegro. La changa le brincaba al hombro. Le brincaba a la cabeza y ¡bueno! Y él, pos, todo aguantaba.
Pero vamos a ver de que tenía un año de plazo para volver a reunirse con sus hermanos y cuando ya se empezaba a llegar el año, él se puso muy triste, que ya no comía ni dormía. Nomás pensativo, pensativo. Y luo la, la esposa empezó a preguntarle: —¿Qué te pasa?, dice. —¿Por qué estás triste? Tienes tantos días que no quieres comer, dice. —¿Qué te aflige? Dice, dice, —con confianza. Yo soy tu esposa y, y estoy para ayudarte.
Dijo: —No. Dice: —Es un asunto que tú no puedes remediar en nada.
Dice: —¿Qué me gano con decírtelo?
—Bueno, dímelo, dice. —Puedo ayudarte en algo, te digo.
Dice: —Mira. Dice: —Sabes, que yo tengo padre y madre. Tengo hermanos. Dice: —Se me está cumpliendo el... un año que traía yo de plazo para reunirme con mis hermanos que ellos andan vagando por otras partes, para reunimos los tres y ir a visitar a mi papá y a mi mamá, dice. —Y, y ¿cómo voy a ir ora yo?
—¿Por qué?, dijo ella.
—No. Pos fíjate nomás. Yo aquí preso y como quien dice, como criminal o bandido y ...
—¡No digas más!, dice ella, —que tú eres aquí el príncipe único, heredero del trono, dice. —¿Qué vas a hacer? Dice: —Vamos con mi papá orita. Creo yo que sí vas a ir. Sí. Vamos orita con mi papá.
Y luego se jueron. Ya llegaron al palacio y estaba el rey allí sentado, un viejo muy... un... chango muy viejo. Dice: —Papá. Dice: —Venemos a hacerte una visita.
—Y vamos a ver de qué es la visita. A ver.
Dice: —Por áhi tienes tú, dice, —que aquí, Julano, dice, —ya tenía muchos días triste y no comía ni dormía. Dice: —y hasta ayer hube de sacarle la verdad.
—Y ¿por qué se aflige él?
—Porque dice que tiene papá y mamá y que tiene hermanos y que se está cumpliendo el plazo de ir a verlos que era un año. Dice: —y me dijo, pus, ¿cómo va? Que él aquí está preso, y que criminal o bandido, que esto y que el. ..
—Nooo, dijo el rey. —Esto no, dijo. —A la hora que guste, dice, —puedes tú ir a ver a tus familiares.
—No, pus. Si me hace el favor, pronto, dice, —porque se está cumpliendo el año.
Y le va diciendo la changa: —Papá, dice, —yo también quiero ir a conocer a mi papá y a mi mamá, dice, —a todos mis cuñados.
—¡Aa, hija! ¡Eso sí!, dice, —que tienes que ir, también tú, dice. —Si no, pero entonces, ¿qué traza?
Y ya dijo él... el otro se alegró y dijo: —Como, como salga de aquí, en el camino la mato y llego yo limpio a mi casa.
Pero luogo que ya dijo el, el rey que sí tenía que ir también la princesa, luego él se vino ese pensamiento, pero luego el rey se va adelante y dice: —Háblale al general Julano.
Ya había un generalazo allí, también otro chango, feo: —A sus órdenes. Dice: —Tiene ... ¡aaa! Alístate tantos batallones de soldados porque tienes tú que ir a acompañar al príncipe y a mi hija .. Dice: —A tantas de artillería, tantas caballerías, bandas de guerra, ¡y la fregada! ¡Bueno en movimiento ora mis...!
Se quedó el pobre hasta casi muerto. Dijo: —Ella sola podría matarla pero con tanto animal, ¿dónde voy a ir?
Bueno. Pos, no pudo menos. [Laughter] Se preparó el viaje y salieron. Y por áhi van y luego ya el rey dijo: —Que arreglen mi carruaje.
Un, un coche muy elegante, ¿verdá?, arreglado con puro oro y todo eso.
Y las mulas, puros changos. Todo ahí, todo era puros changos, todos. Y ya le dijo al general, dice: —Sabes tú que este príncipe va bajo tu responsabilidad. Si le pasa algo en el camino tú me respondes con tu vida.
El coche en el medio, tanto ejército adelante, tanto atrás y por los lados, muy bien custodiado. ¡Nooo! ¡Pos áhi va aquel pobre, que ni alzaba a ver! Pero en buen coche.
Y los hermanos ya habían llegado al punto en que tenían que reunirse. Ya tenían allí dos días esperándole, muy esesperaos. Pero ellos creían que vivía. Y también traiban sus esposas, por áhi con sus remudas. Y aquél no. Aquél venía con mucha pompa, ¿verdá? Vieron un polvaredón que se levantaba por el camino, un camino, ¿verdá?, y ya le dijo uno al otro, dijo: —Mira. Si tú quieres allá viene nuestro hermano.
Dijo el otro: —No, hombre, dice. —No lo va a ser. Pobrecito. Sabrá Dios cómo vendrá. A poco vendrá hasta a pie. ¡Fíjate no más! Pos, ¿tú cres?
No, pos que al rato ya voltiaron otra vez al rumbo de la polvadera y vieron un brillo que brillaba como el sol, un brillo parejo todo aquello. —Oyes. ¿Qué pasa? ¡Mira no más cómo se ve aquello! Pos, ¿qué será?
—Pos, quién sabe. Ya espérate.
¡No! Al rato van viendo que empiezan a llegar las primeras colunas nada más, pero ¡puros changos! ¡No más! ¡Y muy bien uniformaos y bien armaos! Y el relumbre era de las bayonetas de los rifles. Todos llevaban armas al hombro. Pasó aquella escolta y ya iban ellos muy endisciplinaos. Pasó aquella escolta de adelante, tantiando que llegara el coche a un parejo 'on 'taban los hermanos. Destiriando allí, se paró el coche. Allí van, lo van viendo que sacó la cabeza: —Hermanos, buenas tardes.
Y luego ya s'iba a bajar él a saludar a los hermanos cuando luego se baja un chango y le tiende una alfombra al hermano allí para que no pisara el suelo. Y baja la changa del hermano chillando y pegando chillidos allí también. Y ya le dijeron los otros hermanos: —Pos, hermano. Aquí te presentamos nuestras
esposas.
—A tus órdenes, dice, —cuñadas.
Bueno. Pues ya les dio un abrazo allí a todos. Y él, pos, con toda y pena les dijo: —Bueno, muchachos, pues yo les presento a la mía.
Y está allí y luego le pega un brinco a un cuñao y otro al pescuezo y, y las concuñas no aguantaron. Arrancan gritando. [The narrator and his listeners laugh heartily.] ... Bueno, pues, que ya dijo: —Bueno, ¿qué tanté ... [A listener: —¡Cómo son los changos!]
Ya le dijeron los hermanos: —¿Qué tanteas, hermano? Dice: —¿Siguemos el camino o qué piensas?
—Tú, dice, —¡hombre! Dice: —Yo le puedo dar, yo le vaya decir. Mi gente ha caminado mucho y viene muy cansada, dice. —Yo deseo pasar la noche aquí. Y otro día mañana Dios dirá, dice. —Ya marcharemos.
—Bueno, dijeron. —Entonces aquí nos vamos a quedar, pues.
Pos, no ves que por más vigilancias que pusieron por todos rumbos porque lo vigilaban mucho al príncipe. Lo cuidaban. Pos, no fue útil. Los dos príncipes, los dos hermanos se jueron en la noche de miedo y no amanecieron con todo y sus esposas. Ya amaneció él solo allí con su gentío.
Ya entonces una vez que lo dejaron allá los hermanos se jueron. Se van en su camino despacio, ps, iban haciendo jornadas cortas. Llegaron otra vez allá a la suidá, ¿verdá?, y le saludaron al papá. A él le presentaron sus esposas y todo. Y él luego ya les dijo: —¿Y mi hijo, el más chico?
Dice: —Si viera, padre. Dice, le dijo uno: —Tu hijo por áhi viene atrás.
Dice: —Pero, por favor, inmediatamente se reúne todo el ejército que tengas en el reinado porque salgan a hacerle frente.
—Pero, ¿cómo va a hacerle frente a mi hijo?, dice.
—¡No t'imaginas, dice, —los miles que trai de changos! Que si llegan a arrimarse aquí a la ciudad nos juntan con la gente para almorzar.
Dijo... se puso a pensar el rey, dice: —Hijos, dice. —Como trai esa... esos animales, trajo otra cosa, dice. —No puedo yo retirarme ni hacerle ningún desaire, dice, —porque es mi hijo. Que llegue, a ver qué me dice, qué piezas trai y si piens'él hacer alguna demora aquí la gente... entre la gente.
—Bueno, pues. Está bien.
No, pos. El día que ya llegaron, hermano, llegó aquel ejército y lo primero que hizo fue echarle un, un sitio a la suidá. Sitiaron la suidá y lueo ya por la calle entró el coche. Entraron todas las caballerías y la artillería y las bandas de guerra tocando. ¡Fue un argüende de la fregada! Y la corredera de gente, hermano, de ver tanto chango, de miedo. Pos, que áhi llegó al palacio el príncipe y ya salió el padre y la madre allí y ya luo ya los abrazó. Y luego ya les, pues, con mucha vergüenza él: —Papá, dice, —pos aquí te presento mi esposa.
Y lueo la changa le pegó un brinco al suegro, arriba se le enreda con la cola del pescuezo y él no más se encogió y lueo la, a la suegra quiso brincar y la vieja grita y corre pa’ dentro. [At this point the narrator accelerates the pace of his story. The audience laughs loudly at this incident.]
Y el hijo se quedó muy avergonzado. No lo permitieron entrar al palacio y luego áhi le dijo el rey, dice: —Hijo, ¿qué piensas? Trais... trais, ¿piensas demorar aquí algún tiempo o vas a regresar luego?, dice. Yo te pregunto por tanta gente que trais y aquí en la ciudad, dice, —no puedes estar tú.
—Pos, padre, Yo traigo un, un permiso de áhi de unos dos, tres meses, dice, —para visitarte y...
—Bueno. Pos, entonces que no puedes estar aquí entre la ciudad, dice, —te vas a ir a tal parte. Dice: —Una loma allá lejísimos donde hay unas tapias viejas allí, caídas. Dice: —Allí puedes tú hacer tu campamento, dice. —Allá puedes retirarte. Ya nos despidemos y eso.
—Bueno. Está bien.
Se jue el muchacho muy sentido para esa parte y se llevó a la princesa, la changa. Llegando allí le dijo a los soldados: —Muchachos, dice. —Aquí hay que trabajar, dice. —Vamos a hacer un palacio aquí, pero palacio.
Pues allí era la gente todo albañiles y todos inmediatamente se pusieron a trabajar. Enorme hizo allí un palacio, bonito allí en aquel, en aquella parte. Pero, no iba él al pueblo porque estaba muy sentido con el papá y allí se estuvo él con aquel changuerío.
Hasta que un día el rey anunció que tendría que salir a hacerles una visita a sus hijos. Los otros los tuvo allí dentro de la ciudá. A visó que tendría que hacerles una visita a sus, a sus hijos, que por la mañana visitaría a los que vivían dentro de la ciudad y que por la tarde iría allá con aquel, allá donde hizo aquel, aquel palacio. Pos, así lo hizo el rey.
Ya cuando recibieron el anuncio le dijo la changa al marido, dice: —¡Hombre! Dice: —¡Mucho cuidado! Dice: —Ya ves tú lo que, lo que nos vieron feo allí en tu casa, dice. —Tu papá no ha de venir solo. Ha de traer seguro ejército. No se caigan, que se prepare muy bien la gente. Háblale al general.
Y ya le hablaron al general aquel y él le dispuso la princesa que, que tuviera listo el ejército pa la hora del incuentro con, cuando fuera el rey. Y pos que ya es que se llegó la hora y llevaba música de banda, pues. Música también llevaba el ejército de changos. Y ya cuando vieron que salió la gente desde la suidá, ¿verdá?, un gentío, unos por la admiración de ir a ver los changos, y un gentío con el rey.
Y ya le dijo la, la changa, dice: —Vamos al incuentro de tu papá. Dice: —Que no toquen nada la música, dice, —hasta el incuentro de ella ... de él.
Y el rey también traiba una banda muy buena y traía soldados y todo. Y detrás del príncipe la changa llevaba un chorro de soldados, una tropa de puros changos pero bien disciplinados.
Bueno, pues, que al incuentro, ¿verdá?, rompió una pieza de, de música la banda de los changos y que has ... los otros hasta se avergonzaron. Ya de allí se vinieron juntos. Y ya los reciberon allí con migas, suficiente para toda la gente que venía; tenía bien preparado él, allí ya. Ya los habían avisado.
Y luego ya que acabaron de comer, toda la gente esa, se hizo un baile. Entonces la changa le dijo al marido, dice: —Sabes, dice, —que tú no me vas a bailar con nadien. Cuidadito, ¿ee? Déjalos que se den gusto y tú no me sales a bailar en ninguna pieza. Hasta cuando ya veas que la gente se empieza a ralar, que se estén enfadando de bailar, entonces me sacas a mí, dice, —menos a otra. A mí no más me vas a sacar a bailar ... y vamos a tocar esta pieza.
Ya le dijo ella a la música. Tocaban una pieza la banda del rey o otra la banda del rey y otra la banda de los changos. Allí estaban tocando allí. Dice: —Cuando váyamos a bailar yo y tú, dice, —que nos toque la música de nosotros y toca ... que van a entocar esta pieza. Y cuando andemos bailando, dice, —que sea un vals, de ésos muy coquetas. Cuando vamos bailando, dice, —a medio salón, haces como que te enojas y luego me dices "Tú no sirves para bailar" y te agachas y me agarras de las patas. Dice: —Me das tres golpes en el pavimento a lo que sean tus fuerzas y me jondeas que pegue contra una esquina fuerte también.
Dijo él: —¡No! ¡Pues aquí terminó tu vida!
Y eso era lo que quería él. [A listener: —Eso era lo que él quería. The other listeners laugh.]
Sí, eso era lo que quería. [The narrator also laughs.] Pues así lo hizo él con ella. Ella allí junto de él y, y todos a bailar, ¿verdá?
Ya cuando vio que, que la gente empezó a ralarse... ya se levantó él y dice: —Pero, pido permiso. Ya se levantó él y luo le dijo al público allí: —Señores, dice, —con permiso de toas ustedes, voy a bailar una pieza con mi esposa.
—'Tá bien.
Claro, si viera a la gente, ¿verdá? Pos, ya se abrazaron él y la changa, ¿verdá? Andan haciéndole un, un bailadito allí, un vals muy bonito. Y cuando andaban a media pieza le dio el, el aventón. Dice: —¡Tú no sirves pa bailar, hombre!
Y la agarra de las patas y ¡buenas! Con tres golpes en el pavimento a lo que le dio su fuerza. Y lueo la aventó contra una esquina. Al pegar ella contra la esquina se para una princesa, ¡hombre!, ¡la cosa más linda! Pero era un encanto que había y que era de ese modo que tenía ella que desencantarse, una princesa muy elegante y muy simpática, hermano, que al momento allí toditita la gente tuvo que avergonzarse y muchos pedirle perdón porque se habían burlado de ella.
Y el ejército todo se volvió unos soldados, mano, bien parecidos, bien uniformaos. Bueno, un ejército muy disciplinao. Y en ese momento, allá el padre también ... era una suidá encantada, tuvo que desencantarse y, y ya no jue chango. Jue un rey.
Bueno, pues que áhi tiene de que duró sus días allí la fiesta en toda su alegría. Y aquella princesa agasajando al, al suegro humano, lo más que podía, una mujer, muy, muy poderosa porque era una princesa también. Y el rey muy agradecido con ella después.
Bueno, pues que entonces ya, ya hizo su viaje al príncipe a regresar a su tierra porque la princesa le, le apuraba porque ella sabía también que su papá ya se había desencantado. Y prepararon el viaje y entonces jue el papá a acompañarlos, hasta allá. Y ya el rey ya veía al suegro del príncipe. Ya venía con otro mucho ejército a encontrarlos, porque ya sabía que iban, ¿verdá? Ya tenía la suidá compuesta por todas las calles. Y ¡ bueno, muy bonito! La gente toda muy contenta porque ya eran cristianos. Ya no eran changos. Pos, ya llegaron allá.
Era ... allá duraron en fiestas semanas enteras y el padre del príncipe con ellos. Ya que pasaron semanas ya dijo el rey, el padre del príncipe, dice: —Yo, dice, —ya me voy. Dice: —Yo quiero que me permita usted llevarme a mi hijo, dice. —Allá le voy a hacer yo un palacio.
Y que luego dijo el, el, el rey chango aquel, dijo: —Ningún paso me da su hijo para allá, dice. —Si usté me permite, dice, —porque de hoy en día él va a ser el rey. Dice: —Vamos a dar principio luego luego, dice, —pa subirlo al trono y que sea el rey. Dice: —No. No puedo dejarlo ir para allá. Lo que haré es ir encaminarlo a usté.
Y ya llegó el rey aquel a acompañar al otro con tropas también, un movimiento muy grande. Pero el príncipe ya no se movió de allí. Hasta que regresó el rey le legó el trono y subió al trono allí y fue rey. Y hasta la fecha yo creo que allí está. Gracias.

 

Nº de referencia: 6

Al habla:
Eduviges Reyes
(61 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Amapa (Santiago Ixcuintla, Nayarit), el 27 / 1 / 1959

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1972. Amapa Storytellers. Berkeley: University of California Press, núm. 3

Notas
I have previously published four contemporary texts of A-T 402 in Mexican Tales and Legends from Los Altos (nos. 52-55). Whereas they conform generally to this type as it is usually narrated in Mexico, the text from Amapa differs in a number of features. For purposes of discussion, the detailed outline established by A. M. Espinosa, CPE, III, 55-56, is more useful than Thompson's general statement that accompanies his classification in The Types of the Folktale. The following divisions have been established by Espinosa: A. "A king promises his crown to that one of his three sons who will bring him the two or three most wonderful gifts and return with the most beautiful wife." In Amapa, no. 3, the sons set forth and merely agree to meet at a designated spot a year later. There is no mention of gifts or any reward for bringing the most beautiful bride, aIthough the sons do set forth for the purpose of marrying. B. "The two older sons scorn the frag, monkey, or cat that they find at a fountain, lake or house, but the youngest picks her up and tells her of his quest." This incident is entirely lacking here. The two older brathers have no initial knowledge of the monkey princess. The youngest, who has lost his way, is captured by an army of monkeys who take him to their king. C. "The frog [or monkey] helps the youth to take the wonderful objects to the king (an embroidered towel, a piece of tapestry, a dog, etc.), after receiving from the young man a promise of marriage." Here the monkey princess falls in love with her father's human captive, woos him, and after overcoming his initial reluctance, marries him when he realizes that thereby his life will be spared. There is no mention of gifts for the prince's father. D. "The frog [or monkeyl goes with the young man to the king's palace (in some cases accompanied by a horde of frogs, monkeys, etc.), and is changed into a beautiful princess along the way or upon arriving at the palace." This incident is normal in Hispanic versions of A-T 402. In the present narrative, the monkey princess and her husband, escorted by an army of monkeys, make the rendezvous with the youth's brothers, then proceed to his father's palace. The king is reluctant to see them. There are no festivities and the king makes the couple stay outside the city, where they build their own palace. E. "The young prince and the beautiful princess marry." The incident is normal in Type 402 but in this Amapa tale the sequence is unusual. At this point the princess, who is still enchanted as a monkey, is already married to the prince. F. "During the celebration there is a banquet and a dance. The princess places some of the food in her lap, bones, etc., and later they turn into flowers, pearls, gold, etc." Finally the disenchantrnent of the prineess occurs at the festivities when the youth's father visits their palace outside the city. She assumes human form as do her father and all his subjects. The young husband then ascends to his father-in-law's throne instead of his father's, as often occurs in Hispanic versions of this tale. The incident of the beautiful princess who drops food or bones into her lap or bosom, these later turning into flowers or jewels, is absent here. Espinosa considers it to be a characteristic feature of Hispanic examples of Type 402. The primary divergences from the usual versions of this tale occur in the sequence of the component incidents, yet the narrator here has not made use of episodes that normally enter into the telling of the story by other Mexicans. It is clear, however, that their omission has not made the tale any less interesting to listeners. Although Eduviges Reyes was able to establish an admirable rapport with his listeners during all the storytelling sessions at Amapa, the present tale elicited the most frequent responses from his audiences. I have attempted to indicate these at various points in the text by the the use of statements set within brackets, although this device conveys only incompletely the reactions of those who were listening to him. It does suggest, however, their identification with the story and its narrator. The presence of a monkey as one of the protagonists in the tale, rather than some other animal, enhances the humorous features of the narrative. Eduviges Reyes, who enjoys storytelling as pure entertainment, makes the most of its humorous possibilities. He dwells upon the predicament of the prince who must pay attention to the amorous advances of the monkey if he is to save his neck. She chatters and shrieks as monkeys do, shows her teeth and makes faces at him, and does acrobatics and hangs by her tail to attract his attention. The prince's reaction to all this foolishness is predictably human. The ludicrous scene of the wedding of a human to a monkey with all the priests and officials as monkeys draws laughter from the bystanders, particularly when the prince exclaims "¡Aquí me llevó el tren!" a popular expression that can be translated "Now I'm really sunk." Reyes is not above poking fun at himself. He refers to the king of the prince's captors as "a dapple-gray monkey who was old, like me. Gray haired, really fierce that monkey was!" Throughout he prefers the Mexicanism chango and its feminine inflected form to refer to "monkey." The term has a basically humorous connotation as do many that contain the final sequence of the Spanish phonemes /-ngo/. The appearance of a monkey as a protagonist is not infrequent in Hispanic tradition. She appears in Espinosa, CPE, no. 145; Amades, no. 119; Pino Saavedra, no. 37; and Robe, Los Altos, no. 54, and possibly other versions of Type 402.

 

Ver los motivos
1) H1221 + - Three brothers quest for adventure.
2) B268.1 - Army of apes.
3) B211.2.10 - Speaking monkey.
4) R13.1.7.2 + - Man carried off by monkeys.
5) B221.1 - Kingdom of monkeys.
6) B441.1 - Helpful monkey.
7) B601.7 - Marriage to monkey.
8) D712.5 - Disenchantment by beating.
9) D318.1 - Transformation: monkey to person.

 

Ver los tipos

402. - The Animal Bride (previously The Mouse [Cat, Frog, etc.] as Bride).

 

Materiales adicionales

 

 

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