El caballito de plata

 

Esta era una señora que tenía un hijo. La señora era viuda y estaba... ella tenía que trabajar para mantener al muchacho. Y estaba ella muy pobre. Trabajaba del día a la noche y apenas alcanzaba. El muchacho sabía leer, un poco, ¿verdad? Y le dijo la madre, dijo: —Bueno. Tú sabes leer pero muy poco. No puedo colocarte en ninguna parte para que trabajes. Si quieres, vete a buscar tu vida, dice.
Dice: —Sí. Yo me voy, dice. —Ya lo verás cómo volveré ya muy rico.
Dice: —Bueno.
Y se fue el muchacho. Le dio la bendición su mamá. Ya se fue caminando, caminando. En eso se empezó a oscurecer y él en el bosque ahí perdido: —Yo no sé qué voy a hacer.
Ya se fue. En eso vio una lucecita. Llegó allí y era un sabio que vivía allí y le dice. Ya él tocó a la puerta y abrió el sabio y le dice: —¿Qué quieres, buen niño?
Dice: —Pos, vengo, dice, —a buscar trabajo. Dice: —Antes de comer. Dice: —Todavía no he comido. ¿No pudiera usted darme trabajo? Cuando menos si no me da trabajo, déme una caridad aquí en su casa y mañana salgo de aquí.
Dice: —Pásate. Dice: —Mira. Dice: —Yo aquí estoy solo. Dice: —Si quieres quedarte, puedes quedarte, dice, como mozo. Dice: —Puedes sacudir allí mis libros y todo eso. ¿Sabes leer?
Y este muchacho dice: —No.
Y sabe que el otro de verdad no sabía leer. Sabía leer pero no muy bien. Dice: —Entonces puedes sacudir allí la biblioteca. Dice: —Los libros. Dice: —y si te quieres entretener te puedo dar permiso de que puedes ver los estantes, todo eso.
Porque no sabía leer. El muchacho dice: —¿Cuánto va a pagar?
Ya se comprometió el señor a pagarle un tanto cada mes y la comida y vestuario, y todo eso. Se quedó el muchacho. Y este dice: —¡Mm! Dice: —¿Por qué me dice que si no sé leer? Algo contienen los libros. Dice : —Yo voy a leer cuando él no esté. Él sale las mañanas.
Se salía y él estaba sacudiendo los libros y empezaba a ver aquellos libros y empezó a saber algo, saber algo de magia y todo eso de que tenía allí el señor. Sabía encantar y todo eso. El muchacho estudió todo aquello. Un día el señor le tomó mucha confianza al muchacho y ya habían pasado varios años de que el muchacho estaba allí y le dice: —Mira. Dice: —Yo voy a salir. Te voy a dejar aquí encargado. Dice: —Yo voy a durar cuando menos unos tres meses. Te voy a dejar las llaves de todas las piezas. Menos de esta puedes abrirlas. De todas las piezas puedes abrirlas pero menos de ésta. Tiene una llavita de oro. Con esta llave de oro, en esa puerta nunca le llegas a abrirle. Puedes abrir las demás menos ésta.
—Muy bien.
Como le tenía tanta confianza se fue el sabio contando que no abriría la puerta. Ya el muchacho estaba solo y con ganas de ir dondequiera. Y esa pieza, dice: —¡Bueno! Pos que esa pieza yo la abro también. Y un día dice: —Yo la voy a abrir.
Empezó y abrió y luego va viendo un caballo de plata muy bonito. Y una rejita que pasaba también de plata y el caballo quería como tomar agua, nada más que tenía este... algo en la boca, ¿verdad?, y como que no podía. Y este se agachaba. No podía siempre tomar agua. Ya dice el muchacho, dice: —¡Mmm! Dice: —Pos, pobrecito caballo. Dice: —Quiere tomar agua. Yo le voy a dar.
Era la rienda la que tenía en la boca, y le quitó la rienda. Ya el caballito se agachó a tomar agua y en vez de ser un caballo netamente, al quitarle la rienda era una princesa muy bonita. Dice: —¡Ay, me salvaste la vida! Dice: —Pero si viene el sabio, le tiene que encantar. Dice: —Si viene el sabio, dice, te va a matar. Dice: —Ora, ¿cómo vas a hacer para defenderte?
Dice: —¡Mmm! Si yo sabré defenderme. Dice: —De los libros ya he estudiado mucho y sé yo algo también de magia. Dice: —Lo que vamos a hacer. Vete tú al palacio. Dice: —Yo voy a juntar las jundias del sabio cuando venga.
La muchacha dice: —Bueno, dice. — Yo te esperaré.
Le dio un pañuelo. Dice: —Este pañuelo es señal de que tú eres. Te llevas este pañuelo con este amor que sabes es señal de que tú eres el que me rescató, pues, aquí de estar encantada.
Dice: —Ándale pues. Vete.
Dice: —Pero ójale ya no te vayan a lazar.
Ya se fue la princesa. El muchacho volvió a cerrar allá otra vez con la chapita, con la llave de oro. Cerró y llegó el sabio al poco tiempo. Le dice: —¿Obedeciste mis órdenes?
Dice: —Sí.
—A ver, dice. —Dame las llaves.
Este al ver las llaves vio que siempre había faltado al respeto, pues, de que aquel ya le había dicho que no abriera con aquella llave. Dice: —¿Tú abriste con esta llave?
—Dice: —No. Yo no he abierto.
—Dice: —¡Cómo no! Dice: —Pues mira. Orita te voy a encantar a ti también.
Entonces el muchacho se asustó mucho y luego dice: —¡Dios y paloma!
Y se volvió una palomita el muchacho. Y el sabio dice: —¡Dios y gavilán! Y se volvió gavilán y áhi va detrás de la palomita, a quererla coger y la palomita vuele y vuele. En eso llega a cogerla cuando dice el muchacho, dice: —¡Dios y roca!
Y se volvió una roca. El sabio dice: —¡Dios y martillo!
Y empezó los martillazos a la roca, a ¡zas y zas! Ya casi ya acabando de quebrarse ya iba a matar al muchacho. Y entonces dice el muchacho: —¡Dios y hormiga!
Se volvió hormiga. Y luego dice él: —¡Dios y gallina!
Y empezó a querer agarrar la hormiguita. Y esa se metió en una hoyita y esa comienza a escarbar. Pues dice: —¡Dios y león!
Y luego dice el otro: —¡Dios y tigre!
Ya están los dos riñendo. Y ya, dice: —No voy a tener escapatoria. Dice: —Te voy a matar.
Dice, pos ahora dice: —¡Dios y granada!
Y se volvió granada. Entonces dice el sabio: —¡Dios y guajolote!
Y empezó a juntar los granitos de granada. Ya quedaba el último granito cuando de lejos pasa un cazador y ve aquel guajolote y le tiró un tiro y lo mató, venía siendo el sabio. Y el muchacho se metió otra vez en lo que él era. Ya se fue caminando y llegó al palacio de la muchacha y presentó el pañuelo. Ya la muchacha salió ya muy gustosa y ya le dijo lo que le había pasado con el sabio.
Ya se casó con el muchacho. Ya después fue y mandó recoger a su madre.
La llevó también al palacio y áhi vivieron muy contentos.

 

Nº de referencia: 58

Al habla:
Agustina Gómez
(24 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Tepatitlán de Morelos (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 11 / 10 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 40

Notas
This tale is identified with A-T 325 by elements 1. Learning Magic, which the hero does secretly, and IV. b, in which he "conquers the magician in a transformation combat (to hare, fish, bird, etc.)." The hero's contact with the magician is made in a casual rather than a deliberate fashion, coming upon the latter's dwelling at night when he is lost in the forest. An element not contained in Aarne-Thompson's outline of type 325 is motif C611 Forbidden chamber, reminding one of A-T 314 II. Forbidden chamber, and III. Magic horse.

 

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) -

 

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325. - The Magician and His Pupil.

 

Materiales adicionales

 

 

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