[ Los dos hermanos ]

 

Era un señor que tenía dos hijos. Al mismo tiempo que nacieron sus dos hijos tuvo también un par de caballitos, un par de perritos. Total, que las criaturas crecieron. Al llegar a la edad de quince años el papá le regaló a cada uno su perrito iguales y su caballito iguales. Él se muere. Un día se murió su padre.
Entonces uno de ellos le dijo al otro: —Bueno, hermano. Ya no hay que hacer nada más. Fortuna no nos quedó. Tendremos que irnos a buscar la vida.
Siguieron los dos por un camino ancho. Llegaron hasta una palma. Uno de ellos le dice: —Mira, hermano. Aquí hay dos caminos. El que tú quieres coger, si uno o el otro. Si tú coges uno yo cojo el otro. A ver cómo nos va. El que primero llegue a la higuera con estas lanzas se le da un lanzazo. Si sale sangre nos devolvemos a la misma palma para seguir el camino del otro. Así igual lo haremos tú y yo.
Caminaron cada quien por su camino. Uno de ellos llegó a una ciudad solitaria. No había nada, únicamente puro, puro garrote, puras palmas caídas, puro pedregal. Allí habitaba una serpiente que le decían la serpiente de siete cabezas. Era la que estaba... no había por eso nada de gente allí porque la persona que llegaba se la comía. Pero él no sabía tal cosa. Ése se estuvo allí. Vio que nadie, ni conocido ni nada.
En seguida siguió el camino. Llegó a otro pueblecillo. Comió pero ése se le grabó en la memoria eso de ver aquel pueblo tan solitario. Se regresó. Allí estuvo por espacio de dos horas. Tenía dos horas ya allí cuando oyó unos, unos prendazos y aletazos y oyó que venía un animal, enorme, de siete cabezas. Ése iba con gusto. Cogió su lanza, lo atravesó y lo mató, con muchas dificultades. Por curiosidad cogió una mascadita que llevaba en el bolsillo y... y puso las lengüitas de... de cada animal en esa mascadita. Eran siete lenguas. Se las puso en la bolsa y siguió su camino. Ocho días duró para allá y al regreso vio que aquel pueblo ya no estaba solitario. Ya había mucha gente, mucha fiesta, música, comestibles, en fin, estaban de fiesta.
Éste preguntó a una señora de allí, le dice: —¿Qué pasa? Este pueblo hace ocho días pasé yo por aquí y estaba solo, lúgubre, y aquí se paraba únicamente yo.
Entonces le dice: —Mire, señor. Sabía usted que aquí este pueblo estaba arrendado porque habitaba una serpiente de siete cabezas. El rey no quería exterminarlo.
Entonces le dice: —Un carbonero que pasó a las seis de la mañana ya le entregó la sierpe muerta al rey. Y prometió casarlo con su hija. Total que estamos en la fiesta todos.
—Yo quiero hablar con el rey.
—Pues, vaya a su casa.
Le dio la dirección. Toca a la puerta y sale el mozo: —¿Yo puedo hablar con mi rey?
—No, señor. No puede porque el rey está orita ocupado.
—Por favor, le dice. — Yo tengo un negocio algo urgente con él.
—Pase usted, pues.
Ya entra presentándose al rey y le dice: —Señor, quiero que me explique el motivo de esta fiesta.
—El motivo es que acaba de matar un carbonero esa serpiente que nos ha dañado tanto y yo he prometido darle la mano de mi hija.
—¡No, señor! dijo.
—El carbonero me la trajo.
—Mire, señor. Yo le puedo hacer pruebas. Traiga la sierpe.
—Aquí está.
Se la enseñaron.
—Me hace favor de verla, si tiene lenguas.
—No, señor. Las tiene cortadas.
—Pues, mire. Le voy a demostrar.
Sacando la mascada con las siete lenguas se las enseñó.
—Yo la maté precisamente. Y vengo ahora, ahora que me toca a mí la reina.
—Muy bien. Mándame traer al carbonero tan mentiroso.
A ese mismo tiempo se celebró la boda del muchacho con la hija del rey y la horca del pobrecillo carbonero que había estado tan mentiroso. Lo colgaron a media placita, y el muchacho se quedó con la muchacha.
Volviendo acá al camino del otro hermano, el otro hermano se halló por allí en un establo de vacas. Allí estuvo trabajando regular, no ganando mucho pero para comer. Este una vez por antojo dijo que volvería al camino de su hermano, pero se arrepintió. Dijo: —¿Para qué ando allí?
El muchacho ese una vez, estando ya casado con su mujer, se fue a uno de los balcones de esos de la población y le dice: —Oyes, tú, ¿qué es aquella laguna que veo?
Dice: —Mira. Pero es que aquella laguna se llama la ciudad de irás y no volverás. Allí sí existe una bruja. Todo el que va allí, pues puede causarle daño. No te puedo explicar más.
El muchacho siguió escuchándole como si estuviera contando mas ella no quiso contarle más. El muchacho otro día no le pide permiso a ella sino que coge su caballo de ensilla y se va hacia la dicha laguna. Llega pues a la laguna y estaba una señora toda desgreñada sentada al bordo de la laguna.
—Buenos días, señora.
—Buenos días, joven. ¿Qué desea?
—Yo no más vine a ver lo que aquí hay.
—Salúdame, güerito, le dice.
—No, señora. No le saludo.
—Salúdame, güerito.
El muchacho le creyó y le saludó. Lo volvió pequeño y lo metió a una botella. Igual le hizo con el caballo y el perrillo, todos. Los metió a una botella y los aventó a la laguna. Total que el muchacho desapareció.
El otro hermano por el otro camino coge la lanza y avienta un lanzazo contra una higuera y corre sangre por los pies. —Eso está malo, contestó el muchacho. —Tengo que buscar el camino de mi hermano.
Entonces se fue por el camino que se había... había seguido su camino y llegó hasta la población. Pregunta. Les dice: —¿No había por aquí un muchacho igual que yo?
Le dicen: —Pues, usted es, señor.
—No, si yo tengo otro hermano.
—Pues vaya usted con la reina y se arregla.
Llega y le dice la reina: —Pos, que hace tantos días que no venías. Yo esperándote, apurada pensando que algo te pasaría.
Nada le había pasado. Ella no comprendió que estaba en medio de la laguna. Se fueron a las escaleras, pues, al anochecer. Le dice: —Mira. ¿Te acuerdas que hace tantos días aquí en este balcón me preguntaste que qué era aquella laguna que brillaba?
—Sí, me acuerdo, contesta el muchacho, haciendo que se disimulara.
Dice: —Pues, mira. Verás. En esa laguna... esa laguna es historiosa. Existe únicamente una bruja que no la han podido matar. Esa bruja empequeñita a todas las personas y animales. Los mete en una botella muy chica y los avienta al, al fondo del lago y no más vuelven a ver.
—¿Con que existe eso?
—Sí. Pero no vayas a ir con la mujer.
—No. No voy. Te lo prometo.
Otro día como si le hubieran dicho que sí fuera, inmediatamente se fue, pensando que a su hermano le sucedería algo. Por el silencio fue, pues. Llegó a la laguna. La bruja lo mismo le dijo: —Salúdame, güerito.
—No, señora. No le saludo.
—Salúdame, güerito.
—Le saludo con una bolsita que le voy a dar. ¡Sinvergüenza! ¡Aa! Ahi es que tiene a mi hermano. Pero aquí lo tiene y enseguida a mí me lo entrega. ¡Señora!
—¡Señorl Yo no tengo a su hermano.
—Sí, sí lo tiene. Yo sé quién. Hágame el favor de entregármelo o la mato.
La metió en la bolsita y casi medio la mató. Entonces la señora abrumada, no había para qué negarle, y le dice: —Mira, güero. Arrímate a la orilla del agua y empieza a sacar botellas y las empiezas a quebrar.
El muchacho obedeció. Ya sacaba panadero, ya sacaba sacerdote, ya sacaba humanos, ya sacaba pan, ya sacaba todo, distintas cosas. Había multitud de personas, una población enorme allí de todas las gentes que habían vuelto así, que... Entonces el niño ese ve que ya sale su hermano, sale su caballo, sale su perro, igual que el otro hermano.
Entonces se regresaron los dos contentos y llenos de júbilo a dar una sorpresa a la reina. Pero no era uno el marido que quedó. Se fueron y llegaron al palacio. Luego que la reina ve, dos enteramente iguales, los mismos caballos, los mismos perrillos, las mismas caras, dice: —¿Qué pasará aquí?
Uno de ellos le dice: —Mira. Cuando nacimos mi padre nos regaló este par de caballos iguales y otro par de perrillos, así que este es su marido y yo soy únicamente su cuñado.
Entonces le dice: —Quiero que vivas con nosotros por largo tiempo. Y colorín colorado, el cuento ha terminado.

 

Nº de referencia: 55

Al habla:
Guadalupe Aceves
(24 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Tepatitlán de Morelos (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 29 / 8 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 37

Notas
Following A- T 303, 1, II, the informant introduces five elements from type 300, The Dragon Slayer, involving an encounter with a seven-headed dragon, his defeat of the dragon, and the saving of its tongues as proof, the appearance of an impostor, his interception of the impostor, and finally his marriage to the princess (i.e., 300, III, IV, V, VI, VII). Following these episodes, type 303 proceeds normally.

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

300. - The Dragon-Slayer.

303. - The Twins Or Blood-Brothers. (Including the previous Types 553 and 581.)

 

Materiales adicionales

 

 

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