[ Los llanos de Mirlín Mirlán ]

 

Es que este era un viejecito que tenía tres hijos. y les dijo: —Miren, hijos. Cuando yo me muera vendan, salga todo mundo de esta casita.
Y entonces se murió. Y luego dice el más grande, dice: —Bueno. Y ¿qué vamos a hacer con este muchacho que parece tan buena gente? Hay que decirle que se cuelgue de esa viga y se enlace el pescuezo, que se horque, pero no sabe....
Entonces que éste se subió a una mesa y se colgó y al colgarse se quebró la viga y estaba una de puro dinero. Y estaba un negrito de virtud. Entonces luego lo agarró y lo corrió. El negrito no más el dinero se lo dejó a él. Y luego entonces le dijieron que se fuera ya, que no se... ya que no se mató, dijieron que se fuera a una casa caída, que allí se haría rico o lo que fuera, que allí había mucho dinero, que quedara nueve días allí y se haría rico. Allá se asustaba.
Entonces éste fue y luego a medianoche, pos que llegó, llegó un, un animal allí y dijo: —¡Caigo que no caigo! ¡Caigo que no caigo!
Y él se sentó. Dijo: —Pos, ¿qué animalito será ése? Dijo: —No, ¿quién sabe qué será?
Y como fue de vuelta así también hasta que le dijo: —Pos, ¿por qué está jugando? ¡Pos, caiga!
Entonces cayó un costal de huesos y se levantaron muchas ánimas y se empezaron a rezar por todas las piezas. Y luego, pos, se dejó allí. y ¡préstenme una vela! y ¡préstenme una vela! Como no le hallaban a él. Y entonces él agarró zacate y llega prendiéndoles con las mismas velas de las ánimas. Y luego de repente se desparecieron y éste ya se fue a buscar su lumbrita que tenía por alli. Ps, pa dormir.
Entonces a la siguiente noche volvió de vuelta ese mismo animal allí a hablar y luego le empezó a decir lo mismo: —¡Caigo que no caigo! ¡Caigo que no caigo!
Dice: —Pos, ¡caiga no más! ¡Ha de hacer otra procesión como la de anoche!
Y cayó un costal de huesos y de allí se levantó una niña muy hermosa. Estaba encantada. Le dijo: —¡Ay!, dijo. —Si tú me desencantas, dijo, —me caso contigo.
Dijo: —Y, ¿qué modo es que te desencantas?
Dice: —Pos, que he de estar nueve días contigo y nos defendemos para vernos y volteara de día a verme la cara.
Entonces que dijo él: —Sí, hacemos eso.
Y ya la casa esa caída era un palacio. Y luego pos que a los ocho días dijo éste: —¡No! Dijo: —A poco... no he de estar con esta señorita aquí sin conocerle la cara. Dijo: —yo no tengo que verle la cara.
Y en la noche prendió un cerillo para verla. Y dijo: —¡Ay, qué ingrato! Dice: —Orita voy a los llanos de Mirlín Mirlán, casa amarilla. Dice: —Jamás me volverás a ver.
Ya se fue y quedaron las casas otra vez caídas como estaban. Y él con su lumbrita allí. Éste en la noche dijo: —A ver si viene.
Dice: —No le hace. Dice: —¿Ónde derecho queda?
Ya le dio la direición y se fue. Y iba por un camino cuando ya estaba un... estaba una res muerta allí. Había muchos animales allí rodeados de ella, un animal de cada clase. Y luego pasó y entonces el león le dijo al tigre, dijo: —Mira. Dijo: —Anda dile a ese joven para que venga para que nos reparta esta res a todos pa que... pa quedar conformes.
Y ya fue y le dijo: —Le habla el rey que vaya.
Se pensó y dijo: —Si corro, pos, me friegan. Y no ir también. Pos, mejor era ir.
Y ya jue y ya llegó allí y, y le dijo el león: —Quiero que nos repartas esta res conforme lo merezcamos de... cada clase según el cuerpo, lo que nos vas a dar.
Y él dijo: —No, pero si no tienen confianza me matan.
Dijo: —No. Dijo: —yo aquí estoy de rey y yo aquí soy... que nadie quiere desconfiar porque el que esté disconforme que diga algo, lo mato yo.
Ya se empezó a dar a cada quien según el cuerpo, para lo que le da. Y ya le dice: —No más hubo, niño. Ya puedes irte.
Ya se fue y ya que iba caminando, dice el león, dice: —Bueno. Si este niño al repartir esta res y no le dimos ninguna gratificación. Dice: —Anda dile para que venga.
Ya jue. Dijo: —Ahi está el rey.
—¡Uu!, dijo. —Ora sí no quedaron conformes. Me van a matar. Acabaron con la res y van a seguir conmigo.
Ya jue y el león le dijo: —Mira. Te vamos a dar una gratificación. Dijo: —Que yo te voy a dar una uña. El tigre te va a dar una uña. Animales así de aves una plumita. Y si quieres ver el león no más dices "¡Dios y león!" "¡Dios y águila!" Lo que tú quieres.
Ya le dieron su regalo y ya se fue él. Ya que iba caminando dijo, dijo: —Yo voy a probarle. Dijo: —Voy a probarle a ver si es cierto.
Que no vino nada. Se fue. Entonces dijo: —Pos, yo voy a ver si la hallo por áhi. ¡Ándale pues!
Y él iba caminando. Ya como a los tres meses de caminar llegó a un cerro donde estaba un ermitaño y le dijo, dijo: —Oiga, señor. ¿No sabe usted dónde están los llanos de Mirlín Mirlán, casa amarilla?
Dijo: —No, señor, ni los he oído mentar. Dijo: —Vaya a aquel cerro. Ahí hay un hermano mío que es ermitaño también. Él pueda saber. Él platica con todas las aves que hay en el mundo.
Se fue y luego llegó con el viejecito y ya le dijo, si no sabía los llanos de Mirlín Mirlán, casa amarilla. Dijo que no, que nunca los había oído mentar, pero que iba a hablarles a los animales a ver si alguno sabía. Ya empezaron a llegar todos y ninguno, ninguno supo. Dijo: —Váyase allá a aquel cerro con otro hermano mío que también es ermitaño. Ése platica con, con el sol, con el aire, con todo, con las estrellas y ¡bueno!, con muchas cosas. ¿Quién sabe si pueda saber?
Entonces luego se fue y ya llegó y ya le dijo: —No, dijo. —Ni he oído mentar a esa parte. Dijo: —Pero a ver si al hablarle al sol a ver si sabe.
Ya le habló al sol y ya vino y luego dijo que no, que él había andado todo el mundo pero que no sabía, pues, como andaba muy alto. Y luego le habló al aigre. Dijo: —Oyes. ¿No sabes los llanos de Mirlín Mirlán, casa amarilla?
Dijo: —Sí. ¿Por qué?
—Porque este buen niño quiere ir a... para allá.
Dice: —¡Umm! Dice: —¡Está muy lejos! Dice: —Duré nueve días y nueve noches caminando. Dice: —Hasta allí, pues, llegué. Dice: —De modo pa... ¿Pa qué quiere saber?
Y luego ése ya dijo: —¡Dios y león!
Y se fue. Se vio luego luego con la fiera. Y luego: —¡Dios y águila!
Y ya áhi va volando hasta que ya llegó casi al... a los llanos de Mirlín Mirlán. Ya llegó a una casa y le dijo: —Oiga, señor. Dijo: —¿No sabe dónde son los llanos de Mirlín Mirlán, casa amarilla?
—Sí, dice. —Aquí están abajito, dice, —pero le aconsejo no vaya a ir áhi porque está un cuerpo sin alma allí. Todo el que va lo mata.
Dijo: —No. Dijo: —No me hace nada. Fue y le dijo: —¡Dios y águila!
Y se jue y se paró áhi en un palo que estaba áhi junto a la puerta. Ya estaba el animal ahí sentado. Dijo: —¡Juuu! Dijo: —¡Animales aquí! Dijo: —¡Nunca había visto yo de éstos! Orita lo mato.
Ya éste dijo: —¡Dios y hormiguita!
Y salió el animal porque andaba para arriba a matarlo y él se pasó por entre las patas y se fue. Caminó siete puertas para adentro y áhi estaba la niña. Dijo: —¡Dios y hombre!
Entonces ya le dijo: —Pero, ¿qué vinistes a hacer por acá? Orita viene el animal y te va a matar a ti y me va a matar a mí.
Dijo: —No. Dijo: —No nos hace nada. Dice: —Ora lo verá. Yo voy a subir arriba de la viga y ya que llegue él le preguntas que dónde tiene su vida. Dice: —y estoy oyendo todo.
Dice: —No. Dice: —Me mata. —No. No te hace nada.
Ya se subió él arriba, muy seguro, de hormiguita. Ya llegó el animal. Dijo:
—Carne humana huele aquí. Si no me la das, te mato a ti.
Dice: —Pero, pos, ¿quién entra? Me tienes bajo de siete llaves.
Dijo: —No le hace. Dijo: —Carne humana huele. Dámela, porque te mato.
Dice: —No. Dijo: —Lo que hay que hacer es mejor entrada.
Y se arrepintió.
—Tu ojito, dice. —En eso lo tienes.
Dijo: —¡Jum! Dijo: —Me quieres jugar un plan.
Dijo: —No. Pos, ¿yo, qué? Ya han metido batallones y batallones que me sacaran. Y yo de mujer, ¿qué te hago?
Dijo: —Dirás bien. ¿Qué me puedes hacer?
Entonces ya se sentó y luego le dijo: —Oyes. Dijo: —¿Dónde tienes tu vida tú, que no te pueden matar?
Dijo: —¡Jumm! Dijo: —Me quieres jugar un plan.
Dijo: —No. Dijo: —Pos yo, ¿qué?
Dijo: —Pos, mira. Te voy a decir. Dice: —En aquel cerro está un puerco espino. Dice: —Pa fin de morir yo necesitan matarlo a él. Y al abrirlo salir una liebre corriendo, agarrarla y abrirla y salir una paloma para arriba. Ya cuando matan la paloma ya me estoy muriendo. Y abrirla y sacar dos blanquillitos que tiene adentro y a mí me los estrellar en la frente. Así es de que me han de matar. Dijo: —Ya me voy.
Y ya se fue. Ya se bajó el otro y dijo: —Dentro de quince días, dice, —aquí nos vimos para sacarte de aquí.
Ya se fue él para el cerro ese. Y ya llegó allí con unos señores: —¿Ahi no me dan que hacer?
—Pues no, dice. —No tengo. Hay mucho que hacer pero quién sabe cómo lo va a hacer usted. Dice: —Quiero tener un ganado pero, pos hay mucho peligro porque si se deja meter para el terreno del animal ese, pos mata todo el ganado, lo mata el guardián y hasta los dueños del ganado.
Y luego éste dijo: —No le hace. Dijo: —Yo los cuido. Vámoslos a meter. Entonces ya llegó y le echaron todo el ganado y se puso a ispiar. Y éste quedaba allá donde estaba el terreno del animal. Entonces luego salió el animal. Dijo: —¿Quién te dio permiso de que metieras este ganado aquí? Dijo: —Orita los mato a todos y te mato a ti también.
Dijo: —No, no tengo permiso. Que se metieron y... a fin de... los mates a ellos, dice, —primero me matas a mí.
Dice: —Pos, ¿tú qué vales a mí?
Dice: —Pos, ándale.
Y en eso le dejó venir, y dijo: —¡Dios y león! ¡Dios y tigre! ¡Dios y oso!
Y mentó a todos los animales que él traía, allí en la gratificación que le habían dado. Entonces pos que lo mataron y lo abrieron y salió la liebre. Y luego se le pegaron todos los animales. Y pos la agarraron y la abrieron y salió la paloma. Y voló para el viento. Ya se le pegó el gavilán... el águila y pos... animales así de aves, y ya la agarraron. El cuerpo sin alma ya muriéndose. Entonces ya la abrió y sacó los blanquillitos. Se los echó a la bolsa y ya se fue con los dueños de las reses y les dijo: —Ora sí. Dijo: —Allí está el ganado en el terreno del animal.
—¡Jumm! ¡Ya él lo mató todo!
Dijo: —No. Dijo: —Vayan para que vean que está muerto allí.
—¡No! Si lo hubieras matado, te pesamos en oro y en plata.
Dijo: —Pos, vayan a ver y verán que allí está.
Ya se fue. Fueron a ver y ahí estaba el animal. Ya se fue él allá con el cuerpo sin alma y luego le dijo el cuerpo sin alma, dice: —¡No me mates, papacito! Dice: —Te doy todas las riquezas que tengo. Tengo un caballo de virtud. Tengo muchos tesoros aquí que te doy, no más no me maten.
Dijo: —No. Dijo. —Yo lo que quiero son las llaves donde está la niña encantada allá dentro.
Dijo: —Sí. Ahi están. Anda, sácala.
Ya se fue y le dijo: —Ora sí, hija. Vámonos.
Dice: —No, dice, —porque nos mata.
Dice: —No, si ahora nos vamos.
La agarró del brazo y él la lleva a tirones. Dijo —Vamos a que le vean morir.
Y le estrelló un blanquito en la frente y luego a los pies del otro y murió.
Entonces ya fue con el caballo de virtud. Dijo: —Caballo de virtud, con la virtud que tú tienes y la que Dios te ha dado, me pongas estos tesoros y esta niña en mi casa.
Y ahí está todavía viviendo.

 

Nº de referencia: 54

Al habla:
Salvador Esparza Guerrero
(18 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Acatic (Acatic, Jalisco), el 26 / 10 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 36

Notas
This lengthy tale has as an initial episode A-T 910D, made up of motif J21.15 "If you wish to hang yourself, do so by the stone which I point out," followed by N545.1 Man in despair preparing to hang himself finds treasure in the beam. Then follow several motifs related to ghosts. Type 302 proper begins with D791.3 Disenchantment fails because conditions are not fulfilled. In this case, the heroine can be disenchanted only if she spends nine days in the palace with the hero during which time neither casts eyes upon the other. On the eighth day the hero looks at her and she disappears. The hero then begins his journey to "los llanos de Mirlín Mirlán, casa amarilla," where the monster dwells.

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

302. - The Ogre's (Devil's) Heart in the Egg. (Including the previous Types 302A *, 302B*, and 425P.)

910D. - The Treasure Behind the Nail (previously The Treasure of the Hanging Man).

 

Materiales adicionales

 

 

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