[ El perico malhablado ]

 

Era una viejita en un rancho llamado La Cofradía, ¿verdad? Tenía un perico que le enseñó a rezar, a hablar y a cantar alabanzas de la iglesia. Y esta en poco tiempo emprendió en regalarlo a las monjas para que las divirtiera en el convento cercas allí del rancho de ella.
Un día, como estaba cercas del camino, pasaban unos arrieros con las mulas.
Les dijo: —¡Hombre, señores! ¿No me hacen ustedes el favor de llevar este perico al convento, regalarlo allí a la madre? Dice que lo manda la señora del rancho de La Cofradía. Ella me conoce.
—¡Sí, señora, cómo no! ¡Con mucho gusto! Se lo llevamos. Allí lo entregamos. Está bien.
Echaron el perico arriba de una de las mulas, la más floja, que era la del mero atrás. Y él como no sabía platicar ni hablar mal... cuestión de lo que hablaban los arrieros, se puso serio. Iba serio él, y en el camino los arrieros iban hablando con las mulas y chiflando. Un chiflido y: —¡Arrea, mulas! Y el perico oyéndolas, todo lo iba oyendo. Y más delante se les echa una mula. Entonces le dice un arriero al otro: —¡Ay, pícale atrás! ¡Pícale pa que se levante! ¡Échale chirrionazos!
Y el perico oyendo. Todo se le iba grabando. Y ya más delante les agarró una agüita. Dice un arriero: —¡Ay, qué agüita tan latosa! ¡Como no nos deja hacer nada! ¡No nos deja ni secar las manos!
Bueno. Así fue por el camino. El perico todo estaba oyendo, todo se le fue grabando. Nada platicaba, nada decía. Llegaron al convento. Ya que tocaron, dice. Salió la madre: —Señora, dice. —Aquí manda la señora del rancho de La Cofradía este perico que según nos dijo ella que sabia rezar y... rezar y cantar alabanzas, que para... a ver si le sirve a usted de algo áhi demás de distracción.
—Está bien. Muchísimas gracias.
Ya pusieron el perico allí en el corredor y luego siguieron allí sus labores de... costumbres que tenían diarias. Y un día hubo de que iba allá a visitarles el señor arzobispo, al convento ese. Ya les dijo la madre: —Prepárense porque tenemos... que recibir al señor arzobispo y tenemos que darle la sorpresa como nuestro perico es muy educado. Pero ya tiene tiempo que no nos quiere hablar. Seguro que nos desconoce, dice.
Bueno. Así pasó el perico. Cuando pasaron las formaciones le decía la madre: —¡Mira, cántanos! ¡Platica, rézanos!
El perico no dijo nada. La última que pasó le dijo: —¡Aa, cómo eres! ¡Tan grandote y tan tarugo!
El perico no les dijo nada. Al poco tiempo ya el perico empezó a cantar... alabanzas, a rezar, ya que se empezó a acostumbrar a verlas. Pues que llegó el día en que iban a recibir al señor arzobispo. Pos que estaban listas. Dice: —Ahi llévate el perico. Tú te lo llevas, tú, María.
—Está bien. Yo me lo llevo. Adeládemelo atrás.
Ya estaban entrando al templo. Cuando iban entrando el perico se acordó del camino cuando iba con los arrieros. Empezó: —¡Ssttt! ¡Arrea, mulas! ¡No se echen!
Porque cuando para entrar les gritó que no se echaran. Y, pues, para las monjas era una cosa horrenda, ¿verdad?, aquellas palabras del perico en la iglesia. Y, pos, más delantito: —¡No se echen! ¡Piquen atrás!
Y el señor arzobispo oyendo todo. Y todo eso para la madre era mucho muy vergonzoso. Y dice la madre: —No. Nada más de que hoy que terminemos aquí de celebrar nuestra fiesta le diremos al señor arzobispo que lo bendizca.
—Está bien. Y asentaron todas las demás.
Pos que ya terminaron aquello, le dijeron al señor arzobispo: —¡Hombre, cómo no! Dice: —Este animal yo creo que ha de estar condenado.
Y fue, ya fue y se le arrimaron y el perico le va diciendo: —¡Jmmmm! ¡Tan grandote y tan tarugo!
Y, y luego dice: —¡Aaa, madre! ¡Este está bien condenado! Nada más de que... dice.
Agarra... agarra un... ¡Aaa! Agarra su cuestión de... para bendecir. Empieza a echar el agua y dice: —¡Aaa, qué agüita tan fregona!
Dice: —¡Retírenme este animal! ¡No tiene remedio!

 

Nº de referencia: 41

Al habla:
Pedro González
(26 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Acatic (Acatic, Jalisco), el 21 / 9 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 23

Notas
Aarne-Thompson, Boggs, and Hansen list no narratives resembling this tale. The tale involves the parrot's use of profanity applied to a clergyman or nuns, or in their presence, giving rise to an inappropriate situation or involving a statement with a double meaning. The tale seems to be fairly well known in Los Altos. These tales deal with comments (often obscene) of parrots and are generally related to Hansen **237 A-E.

 

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Véase también:

237. - The Talking Parrot (previously Magpie Tells why Sow is Muddy).

 

Materiales adicionales

 

 

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