La yerbabuena y el día de San Juan

 

No, es una suerte. Vámonos. Voy a comenzar este... Como su... Fui, fueron... Fuimos al río. Ella fue a lavar y yo fui a pescar. Y teníamos una huerta como raya, así para atrás ande tendía su ropa. Y yo me compuse a componer los pescados.
¡Bueno! Pues ahí tiene usted, y se mete a tender la ropa y se encuentra vela así como ahora a la puerta así. Allí estaba la mata, la riata. Y me dice:
-¡Oye tú!
Dijo: -¿Qué quieres?
-Ven a ver, le digo.
-¿Qué cosa voy a ver? Tiende y yo voy a arreglar los pescados que ya traigo hambre... caldo pa hacer caldo, y comer, ¿verdad?
-¡Ven a ver!
-¿Qué cosa te hallates?
-¡Ven a ver!
Y yo luego: -¡Métensen! ¡Qué va! ¡Que quizá si ya y la yerbabuena floreó!
Tiene las flores, pero no pueden verla dos y no es cierto.
Mire usted. Este... Ya me agacho así ya pa pasar. Dice: -Mira.
Y tenía tres escobetas así, mire usted. Tres flores, pero las flore [sic] las bonitas como era así como... ¡Uuu! ¡Vamos! Una apariencia, así como la palmita de acá. Así son, pero tapaditas, ¡oiga usted! De pura flor, pura flor, moradita, moradita la flor, que dicen que el que no está de Dios que le vea, no ve nada. Se pierde y no es cierto. Sería que de ese momento estábamos solos Dios, en qué momento que voy que corto las tres espigas y las guardé. Pero cuando nos venimos pa acá, en el traspaso, amigo, se perdieron que no supimos ni onde. Cuando yo me vine primero y estas se quedaron allá no supimos qué había habido. Y ya le digo asté, ¡ancianos y ancianos nunca les dio Dios la dicha de ver florear la yerbabuena!
En San Juan, el veinte y cuatro de San Juan, a medianoche y amanece el otro día, porque está de Dios que la vea la vea el otro día, porque las veinte y cuatro horas hicieron la virtud, la suerte de los encantos y todo.
Ahora la higuera por ahí para abajo... hay higuera de esa redonda. ‘Tá bien floreada y no se le ve la flor. La que da el higo. Y doña María Díaz que vivía allá en la Calera yendo para El Boquerón o por la carretera pa Tamarindo, 'taba de este lado una higuerota y esa la vido dos años, ¡fíjese usted!, también florear, que se entiende, y nadie otro le vido la flor a la higuera. Y ahí viene el fruto, que da mucho higo.
Cosa de, de ver y contar lo que uno ve por sus propios ojos. ¡Sí! Porque le... una historia, ¿con qué comprueba usted? ¡No! Le ponen más pa que valga más aquel libro o lo que sea y no hay como ver, por ejemplo, ya le digo asté las cosas. Es natural y ¡vaya! ¡Cómo están de todo a todo!
Y decía mi nanita: -La suerte viene temprano, hijo, o viene tarde. No hay que desesperarse ni hay que cansarse, dejárselo todo a Dios, que en una tranquilidad, y allí pasa un día de la vida ya. Así es. Asina es.
A que se vayan, se... Que le dé asté ahí este... un pie de hierba de una mata de, de yerbabuena y allá en un traste, allá la colocan y crecen grandes las matas, grandotas y bonitas. Allá en el rancho hay pero ya está muy arruinada por el gusano, como está en el campo. Y aquí tiene, aquí hay. Cuando ya mero se vayan, vienen un día y ahí que le convide. Y era muy buena para cuando hace la rellena de cochino, de sangre, el orégano, el tomillo y este... cebolla y chilitos. ¡No crea! ¡Me está agarrando hambre!

 

Nº de referencia: 309

Al habla:
Sebastián Morales
(77 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Xalapa-Enríquez (Xalapa, Veracruz), el 9 / 8 / 1965

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1971. Mexican Tales and Legends from Veracruz. Berkeley: University of California Press, núm. 72

Notas
Belief that good luck awaits the one who finds the bloom of a certain plant on Saint John's day or eve is fairly common in areas of Hispanic culture. In Puerto Rico a similar belief exists as reported by Pablo Garrido: "Se dice que en la noche de San Juan florece la higuera. El que consiga esa flor, tendrá un talismán para la buena suerte" (Garrido, p. 63). Variants exist in regard to the identity of the flower and the day, usually a religious holiday, when the flower is seen. Rafael Heliodoro Valle reports a similar belief from Oaxaca, Mexico, to the effect that good fortune will bless the one who sees a fig tree bloom on Christmas eve (Rafael Heliodoro Valle, "La flor del higo y la sirena del mar," Neza [Mexico] II, No. 15, 1936, 4).

 

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