Dios y San Isidro

 

Le dio... le facilitaba como todo, ¿verdad? Facilita la siembra y así todo, y él sembraba y este... y se le daba poco fruto, poco grano. Y ya le dice: —Bueno, Maestro... porque él no sabía que Dios era el que hacía y deshacía, y ya le dice: —Pues sí, dice. — Se da muy poco maíz, poco, raíz ni grano.
Dice: —Bueno, mira Isidro. Te voy a facultar que lleves tu labor como desees, como quieras.
—Bueno, Maestro.
Y ya este cultivó su tierra. Sembró su tierra, todavía no agarraba la yunta. Y este... sembró y le daba que, a... al campo aquel la facultad de... agua... sobrante, y allí el norte, el aigre, y allí el calor, el sol. Y se fue aquella siembra re, re... su regocijo. Bueno, y que empieza a echar el fruto. Y en cada, cada hoja de la milpa, de la cañuela, iban haciendo una mazorca, una mazorca hasta donde era natural.
Y ya le dice: —Isidro, ¿qué tal fue tu labor?
Dijo: —Yo creo mucho grano.
—Bueno, ¿ya va a pixcar?
—Sí, ya voy a levantar el grano.
—Está bien. Nada más lo cortas.
Y se metió al pixcón, y abría el olote no más y había otras, unos de tres granos, y hasta salir a donde estaba la última mazorca.
Y ya le preguntó Dios, dice: —¿Qué tal fuimos de labor, de grano?
Dice: —Solamente una cosa extraño.
—¿ Qué extrañas?
—Pues, sí, Maestro. Aquí los olotes. Dice: —Nada de grano...
—Le voy... Bueno, Isidro, ¿y qué le falta o que le faltó si todo tuvo sobrante?
—Pos, no sé qué le faltaría, ya le dice.
—Bueno, que no hallas en tu pensamiento qué le faltaría?
—Pos no, Maestro. No hallo yo qué.
Dice: —¿Qué no le faltaría mi bondá? Entón ya le abrió el sentido: —Yo soy el que hago y deshago. Soy como dice el dicho, "con Dios lo que Dios quiera. Sin Dios no quiero nada." Es quien todo lo puede y se acabó. ¿No es así? ¿Desde cuándo anduvo metiendo maíz en grano con punzón? Bueno, pos ora dice: —Te vas a cultivar la tierra para sustento de toda la naturaleza.
—Señor, ¿pero cómo?
—Así, dice. Dos andantes, a los bueyes. Dos andantes.
Dice que el, que vaye... de eso sí no me acuerdo cómo le, lo nombró, el arado que va con la reja abriendo. Dice el Señor: —Un surco, aquí cortas un surco, a salir allá , derecho.
—‘Tá bien.
Y va metiendo el surco y se va cerrando la tierra atrás. Ahí volteaba y cerraba y ahí se fue. Se fue. Salió a la orilla y ya estaba el Maestro allá, esperándolo.
Dice : —Vea usted Maestro, dice. —Se cierra la tierra.
Dice: —De aquí para allá ya no se cierra, dice, porque la tierra les va a dar de comer a la naturaleza divina y después la tierra tiene que comer a toda la humanidad. Así es.

 

Nº de referencia: 261

Al habla:
Sebastián Morales
(77 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Xalapa-Enríquez (Xalapa, Veracruz), el 15 / 8 / 1965

Transcrito por: Stanley L. Robe

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Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1971. Mexican Tales and Legends from Veracruz. Berkeley: University of California Press, núm. 25

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