El padre Flores

 

Cuéntase que en Yahualica en mil ochocientos noventa y cuatro pasaron unos hechos verídicos, entre un sacerdote que allí estaba destinado, un presbíctero [sic] Flores. En un contrincante era el mismo presidente de esa época, don Refugio Villegas. Ambos eran de carácter muy duro, muy violento. Ambos querían llevar cierto don de mando.
Una ocasión el señor Presbíctero Flores visitaba a unos dichos sastres. Estos dichos sastres eran Cesáreo González Hemández, más con ellos otros sastres. Una ocasión el señor Flores, presbíctero, iba con ellos allí a charlar, a tomar, en aquella época un muy buen tequila que en esta región se elaboraba. Una ocasión, diciéndoles: —¡Miren, sastrecitos! Ustedes fueron hechos de tres pedos. Los formó el diablo. ¡Zas, uno! ¡Zas, dos! ¡Zas, tres! Y los formó.
En cuanto terminó aquello, una descarga de su pistola que siempre llevaba al cinto. En esos momentos el señor presidente don Refugio Villegas, pues, lo oyía, y fue a llamarle la atención que se corrigiera, que no fuera así. Que porque siendo así, pues, le podría ir mal.
Este le dijo: —Ni usted ni nadien me pueden a mí, decir ni hacer nada. Soy absoluto.
Bueno. Al cabo del tiempo a unos días más, el señor presidente Refugio Villegas, pues, puso una queja al arzobispado, quejándose de la conducta del señor presbíctero Flores. Mas, no dejó de venirle la reprehensión. No se sabe cómo.
El caso es que el señor presbíctero Flores fue a reclamarle al señor presidente que, pues, que ya había sacado su capricho, ¿verdad? Diciendo y haciendo, ¡zas!, le dispara y lo deja muerto allí de dos tiros.
En seguida el señor presbíctero Flores, pues, echó a huir, yendo a pedir un caballo prestado. En eso se empieza a saber el escándalo en todo el pueblo y van y le dicen a un hijo de don Refugio Villegas, un hijo llamado Andrés Villegas. Ese también se indignó por la muerte de su padre y va en alcance del padre.
Saliendo por la famosa calle, la salida de Nochistlán, en que por esa misma calle y esa salida corría el hilo del telégrafo. Este presbíctero para prevenirse de tal o cual cosa, pues, de un disparo, rompe el hilo del telégrafo. Y parece ser que quedaba a salvo. Pero que en seguida en su alcance iba el dicho hijo del muerto, o sea Andrés Villegas. Cuando le dice: —¡Párese!
Y él le dice: —¿Por qué me detienes?
Y, ¡zas! De otro disparo le tumba la copa del sombrero. Entonces le dice: —¡Devuélvete o te va mal!
Parece ser que le echó una maldición, que al momento el señor Andrés quedó tullido, con la mano señalándole como que quería mover el gatillo y en esa posición murió. Hasta los días de su muerte estuvo así.
Mas del señor presbíctero Flores más nunca se llegó a saber ónde fue a parar o qué fue su fin. Hasta los días todavía aquí en Yahualica que ha quedado el recuerdo de que el señor Villegas fue muerto por el presbíctero Flores, mas del presbíctero Flores no se ha llegado a saber nada más.

 

Nº de referencia: 218

Al habla:
Salvador González Quesada
(35 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Yahualica de González Gallo (Yahualica de González Gallo, Jalisco), el 9 / 7 / 1960

Transcrito por: Stanley L. Robe

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Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 201

Notas
Agustín Yáñez presents an account of the dispute between Father Andrés Flores and Refugio Villegas in Yahualica (Mexico, 1946), p. 127. The historical events are clear, yet in popular accounts such as this one, various elements of belief have come to be accretions to the story. The informant explains the origin of tailors as being formed by the devil breaking wind three times, saying: "Bang, one! Bang, two! Bang, three!" In Spanish the final "bang" is expressed as "¡Zas, tres!" which is equivalent phonetically to sastres 'tailors.' This explanation is attributed to Father Flores. The informant's account of the priest's shooting down the telegraph wires is certainly an accretion to the events. Yahualica did not have telegraph service until 1898, several years after the shooting of Refugio Villegas. The curse cast by Father Flores on his pursuer, the son of Villegas, is reminiscent of G269.11.2 Witch causes person's arm to wither. These popular elements serve to demonstrate the process by which a legend is formed.

 

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