[ El conejo y el coyote ]

 

Este era un conejo y un coyote. Dicho conejito pues 'staba un día en, por una vereda cuando tenía que pasar una niña. Y entonces llega en ese momento un coyote y le dice: —Oye, conejito. Dice: —¿Cómo crees? Que yo traigo mucha hambre y te voy a comer.
Dice: —No, mira. No me comas. Dice: —Allá a lo lejos, dice. —Allá viene asomando en aquella lomita una niña con una canasta de pan que le lleva de almuerzo todos los días a su papá. Dice: —Si quieres, dice, —yo me hago de los muertos, dice, —y tú la acechas con un... allí detrás de un matorral. Dice: —Sabes tú que me hago de los muertos y ella me levanta y me acaricia o a ver qué hace conmigo y mientras tú coges el canasto y te lo llevas y allá en la orilla del río allá nos vemos para desayunar los dos. ¿Qué te parece?
Dice: —Está muy buena la idea. Está muy buena.
Entonces se escondió el coyote detrás del matorral y la niña o más bien dicho la liebre se tendió cuan larga era allí en la veredita precisamente por donde iba a pasar la niña. En esto llega la niña y dice: —Mira esta liebrecita. Dice: —Se murió de frío.
Luego la levantó y dice: —y no está muerta, dice. —Todavía palpita su corazoncito.
Se la arrimó un poquito así al oído y dice: —Todavía palpita su corazoncito y si la llevo a la casa, dice, —quizá pueda recobrar la vida, arrimándola por allí a lo calientito del... de la coci... del fogón o sea allí en la estufa. Dice: —Arrimándola un poquito a la estufa puede recobrar la vida. Dice. —Y después me divertiré con ella y le sacaré allí al jardín a que coma zacatito y me divierto con ella y también les sirve de diversión a mis hermanitos.
En eso estaba cuando ¡pum!, que salta el coyote y se lleva la... el almuerzo.
Entonces ella tristemente se pone a llorar, y la liebrita, pos ya viéndola acongojada le dijo: —No llores, niña. Ahorita voy inmediatamente a quitarle esa canasta al coyote.
Pos, ¡qué caray! Pos, ¿qué le iba a quitar ni qué nada? ¿Dónde iba a poder más que el coyote? Entonces corrió ligero el conejito y como era tan ligero alcanzó al coyote y ya se sentaron los dos en la orilla del río. Luego el coyote le dijo, dijo: —Sabes de que ahorita tengo muy poco el desayuno. Dice: —No te puedo convidar. Dice: —Yo me lo voy a comer solo.
Dice: —No. Dice: —No hagas eso, dice. —Porque sabes que, pues, yo también traigo mucha hambre.
Y luego fue y como estaba el río cuajado de... había hecho mucho frío esa mañana y estaba el río bien cuajado y se sentó allí en el, el hielo a comerse el dicho desayuno y entonces la liebrita como no pudo pasar. Estaba cara triste no más mirándolo comer pero en eso que se le atora uno de los bolillos, cuando estaba comiéndose un bolillo muy dorado se le atora al coyote. Le dijo: —¡Ay, liebrita, liebrita! ¡Ven pronto!, dice. Dice: —Porque si no vienes pronto, si no acudes, me voy a hogar con este bocado, dice. —Pronto, tú que tienes muy buenas uñas, dice, —para que saques tantita agua, dice, —porque si no, me voy a morir ahogado con este bocado que no quiere pasar.
Y en efecto se estaba ahorcando el coyote. Entonces la liebrita como, o más bien dicho el conejo, como tenía buen corazón se puso a escarbar el hielo y tanto, tanto escarbó que hasta sacó el agua. Dice: —Pero, pero sabes, coyote, que yo no puedo. Dice: —Porque mi colita es muy cortita. Dice: —y no puedo sacar el agua. Métete tu cola que está más larga y con la cola ya, la metes al agua, la enchufas y con eso tienes para que... recuperes o más bien dicho pa’ que pases el bocado.
—Dices bien.
En esto el coyote tanto metió la cola y como estaba haciendo tanto frío todavía, pues, se le cuajó la, se le cuajó la cola y se quedó pegado. Entonces la liebrita próntamente fue por el canasto del almuerzo y, y se lo llevó a la niña, que todavía la encontró allí en la orilla de la veredita allí llorando en un árbol. Dice... pero como ya había, se había comido el desayuno el coyote, el desayuno que le llevaba a su padre que andaba trabajando en el campo.
Entonces ya le dijo: —Mira, niña. Pues ya cuando menos son algo. Siquiera te llevas a tu mamá las vasijas y pos ya con eso siquiera no te pegará yu mamá. Le dices que... en el camino lo que te pasó y siquiera no te pegará tanto.
—Está bien.
Se fue siempre llorando la niña porque, pos, pensaba que le iba cuando menos a echar su buena regañada. Llegó a la casa: —Mamacita, mamacita. Dice: —Vengo muy triste.
—¿Por qué?
Y ella le contó toda la historia como le había sucedido lo del coyote y del conejo. Le dijo: —Bueno, mi papá me va a regañar cuando venga, dice.
—Pos, a ver cómo le hacemos, hija, para que no te haga nada.
Entonces llegó al mediodía el esposo de la señora aquella o más bien dicho el padre de la niña, muy corajudo, muy enojado. Dice: —¿Qué fue lo que pasó? Dice: —¿Por qué no me llevaron de almorzar? Pos, ¿qué querían, que a qué santo querían que le llenara?
Dice: —Pos no. Nada más que pasó esto y estotro y estotro.
Ya, ya medio se calmó porque la señora ya le tenía arreglado allí un, una comida muy buena, de unos blanquillos estrellados, muy sabrosos. Ya se puso a comer aquel hombre y ya se le medio calmó un poco el coraje.
Él ya le dijo: —Bueno, pos sabes tú que mañana no mandas a la niña. Te vas tú, porque si no, vuelve a suceder lo mismo.
Ya otro día se fue la señora camine y camine. No, llegó sin novedad al dicho punto donde estaba el coyote. Sí, muy cierto, la liebrita estaba tirada.
Dice: —Pero ésta ha de ser la liebre que, o más bien dicho el conejo que hizo tanto a mi hija. Dice: —Y el coyote por ahí ha de estar acurrucado.
Pasó sin hacerles caso. Brincó la liebrita y, o más bien dicho, pasó por sobre la liebrita la señora y no le hizo caso y llegó ahí y le dejó el almuerzo al marido y le dijo: —¿Qué tanteas de la liebrita? Ya está otra vez tirada en el camino.
Dice: —¿Y el coyote?
Dice: —Yo creo que por allí está, dice, —no más que no lo vi ahora.
Dice: —Ora mañana, te disfrazas tú de hombre y yo me quedo en la casa y me visto de mujer. A ver le... el desayuno que le llevo yo, dice, —para engañar a la liebrita y el coyote, a ver si lo puedo matar.
Se llevó una escopeta. En esto llegó a donde estaba el matorral donde estaba la liebrita. Luego la liebrita la cogió y se la echó al seno. Dijo: —¡A, pobrecita liebrita! ¡Ha de tener frío!
En esto vio para onde estaba el matorral de onde salió el coyote el día que le quitaron el almuerzo a la niña y ¡pum! Que le tira un balazo y le pegó. Pos ya le quitó el cuero al coyote y se fue recontento para allá donde estaba su mujer. Le llevó el almuerzo.
Dice: —¿Cómo ves? Dice: —Mira. Aquí traigo la liebrita. Dice: —La liebrita no la vamos a matar.
Sino que se quitó el cinto que traía y le, le echó al cuello una lazadita con el mismo cinto y se la llevó. Dice: —Esta liebrita le va a servir a mi hija para que se divierta.
—Bueno, está bien.
Entonces ya llegaron: —Mira, hijita, dice. Dice: —La liebrita que estaba tirada, dice, —otra vez nos quería engañar a tu papá y a mí, dice, —pero yo te la traje.
Y entonces mandó curtir el cuero del coyote y le salieron, le salió un abrigo muy bonito a la niña. Salgo por un caño y salgo por otro, y si le gustó, le contaré otro.

 

Nº de referencia: 19

Al habla:
José Refugio Padilla Romo
(36 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Jalostotitlán (Jalostotitlán, Jalisco), el 21 / 11 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 1

Notas
A tale collected in central Mexico by Pablo González Casanova from a speaker of Nahuatl is a close parallel to this tale from Jalisco.

 

Ver los motivos
1) B211.2.11 + - Speaking coyote.
2) B211.2.6 - Speaking hare (rabbit).
3) K341.2 - Thief shams death and steals.

 

Ver los tipos

1. - The Theft of Fish. (Including the previous Types 1* and 1**.)

Véase también:

2. - The Tail-Fisher.

 

Materiales adicionales

 

 

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