El origen del Señor de la Misericordia

 

Les voy a contar el comienzo del Señor de la Misericordia. El Señor de la Misericordia no es hecho de mano de, de ningún hombre. Ese Señor se apareció en un encino. Había en el Cerro Gordo una casita de unos viejitos que se apellidaban Leales. Ese todas las noches veía en el cerro que ardía en cierto lugar. Y decía que qué sería: —Puras llamas son.
Entonces le dice un día a la viejita: —¡Oye, vieja! Voy a asomarme allí a ese lugar: —¿Por qué arde?
Fue y se asomó y qué sería su sorpresa ver que estaba un Señor crucificado, bien hecho, todo hecho, con ojos, con narices, con boca, con lengua, todo, los pies, las manos, todo Él perfeccionado, no más tenía una cosa una ramita y cascarita, con la cabeza para abajo.
Entonces va y le dice... le dice a la esposa: —Yo me hallé un Señor, que allí está.
Le dice a un, a un descreyente, le dice: —Oyes. Vamos a enseñarte un Señor que me hallé.
Dice: —¡Qué incrédulo! ¿Tú crees en eso?
Dice: —Vamos y verás.
A medio camino le dijo: —Tú no crees. Yo no voy.
Qué sería su sorpresa que aquel hombre que no creyía en el Señor ya se va de un dolor muy fuerte. Ya no podía seguir. Entonces le dice al viejito que se halló al Cristo: —Mira. ¿No traes tú una ramita del mismo árbol donde está el Señor pegado?
—A ver si te alivias.
Fue y le trajo una ramita y se la dio al enfermo y se la pasó. Al momento se alivió. Entonces este fue el primer milagro de Él.
Entonces fue y les dijo a los vecinos: —Vamos a cortar el Señor y lo trayemos a los jacales. Fueron todos los del cerro, lo cortaron y lo trajieron. Lo puso en, en... no lo pudieron meter porque el Señor era muy pesado. Tres o cuatro hombres y no lo pudieron meter a su jacalito. Lo dejaron recargado al jacalito. Se fueron todos a sus casas y en la noche sale él afuera y ve que habia quitado los lados por donde venia el agua y le dice el, el viejito, como era tan sencillo, le dice: —¡Ay, Señor! Usted va a quedar aquí solito afuera. Va a llegar el agua y te vas a mojar. ¡Qué ganas de poderte yo, no quisiste que te metieran a mi casa porque es pobre! ¡Yo te pudiera meter!
Lo esponjee y le puede, como una pajita y lo mete para dentro. Ese es el segundo milagro.
Entonces le dice ella a su marido: —Oyes, viejito. Oyes de eso que dicen por áhi.
—¿Qué hay?
—Esos hombres que son los que pintan santos, los que se llaman arregladores y pintores. Le dice: —¡Qué ganas que vinieran aquí al rancho! Para que nos dieran una pulidita a mi Señor. Todo tiene pero para que quedara más bonito.
A los tres o cuatro días llega un joven, muy buen mozo, ojos grandes. Dijo: —¿No tienen santo que retocar?
Le dice: —¡Ay, señor! Tengo un santo que me hallé, de un encino muy grande. Está en mi casa.
Le dice: —¡Aa, qué ganas de verlo mientras estoy aquí!
Se pasó el joven a la casa y lo, y lo arregló. Quedó bien limpio, con su costado abierto, con su sangre perfecto, con todo como un Señor crucificado. Entonces le dice: —Joven, ¿cuánto le debo?
Le dijo: —No es nada.
A seis días, lo que sabe, se fue el muchacho. Sería mandado del cielo porque nunca se ha sabido quién fue. Lo perdieron del todo. Y así la historia es muy grande. Esta es no más la primera parte. Es un libro grande donde es toda su vida y milagros. Y existe este Señor en Tepatitlán crucificado.

 

Nº de referencia: 181

Al habla:
María de Jesús Navarro de Aceves
(40 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Tepatitlán de Morelos (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 7 / 10 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

Ver en el mapa: localidad / sitio de documentación / lugares mencionados

 

Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 164

Notas
The informant has provided a popular account of the origin of the image of the Señor de la Misericordia, who is venerated in his shrine at Tepatitlán. In its major features Mrs. Aceves' account is in agreement with the history of the image as related in Agustín Ramírez, Apuntes históricos sobre el Señor de la Misericordia y su culto (Guadalajara, 1938). Apparently this is the "libro grande" to which the informant refers, although the description hardly fits the volume in view of its diminutive size. Such an allusion is not surprising in view of the informant's professed illiteracy. Veneration of the Señor de la Misericordia dates from the first quarter of the nineteenth century, probably from the period of Mexico's independence from Spain. The earliest reference that I have observed is from 1823, contained in a votive painting in which María Brigida Mendoza of the town of Teocaltiche gives thanks to the Señor de la Misericordia for being cured of a serious illness. The veneration of this figure is clearly identified with the Hispanic culture of Los Altos. There is no evidence that the native indigenous population of the area was involved in the origin of such veneration. Its origin is closely related to the small communities of the eastern part of the municipio, where Hispanic ethnic and cultural elements are most concentrated. The legend as related here also gives evidence of the presence in the nineteenth century of traveling santeros, men who made a living from carving and refurbishing images of saints that were the object of veneration in private homes or in churches of the smaller communities of Los Altos.

 

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