[ El vendedor de mulas a quien el diablo ayudó ]

 

Había un señor que su negocio de él vendía mulas a otro país. Fue a otro país y vendió sus mulas y traía mucho dinero en una rede. Llegó a una, a una fonda y le dice a la de la fonda: —Señora, yo me siento bastante malo. Traigo calentura. Quiero que me haga un favor de que me guarde esta rede de dinero. Cuando yo me alivie de la calentura, entonces usted me da el dinero y le pago yo lo que, lo que sea sus gastos, y le doy el dinero.
—Sí.
Entonces le dice, entonces se puso mal y se alivió. Fuése a la vieja y le dice: —Mire, señora. Le doy las muchas gracias. Quiero que me haga el favor de decirme cuánto le debo.
Le dijo: —Señor, usted ¿cuál dinero me ha dado?
—¡Válgame Dios, señora! ¿Se acuerda que hace ocho días vine y le dije, le di dinero y le dije todo?
Dice: —Usted ningún dinero me ha dado. Es un sinvergüenza.
—Mire, señora, acuérdese.
—Usted anda loco de calentura.
—Mire, señora. Es efectivo que yo le di el dinero.
Se fue muy triste que no pudo venir desde la señora donde tenía su dinero. Se fue muy triste. Se puso a sentarse en la puerta de un templo, muy triste, llorando. ¿Qué va a hacer?
—¡Tanto dinero que perdí!
Ya no ve más delante. A poco pasa un catrín y le dice: —Alto áhi, amigo. No no más el que juega pierde. También el que juega el espíritu. ¿Qué es lo que te apura?
Dice: —¡Ay, señor! Una señora me ha robado. Y no oyó. Y se lleva mi dinero. Llegué yo a una fonda y le dije a la señora que me hiciera favor de guardarme mi dinero. Que me curara una calentura que tenía y que luego que yo me aliviara yo le pagaría y me dice que ningún dinero tiene.
Dice: —No te apures. Vamos al juzgado y allí se aclara todo.
Fueron al juzgado y le dice el juez: —¿Cómo está eso?
Y le platica toda la historia aquel señor de las mulas. Y el señor aquel catrín era el diablo.
Entonces le dice: —Vamos a mandar llamar la señora.
La mandaron llamar y ella dizque no iba. La volvieron a mandar llamar y no quería venir. La trajieron por el gobierno.
Entonces le dice el juez: —Señora, ¿usted ningún dinero de este señor tiene?
Dice: —Ningún dinero.
Le dice el señor: —¡Válgame Dios, señora! Acuérdese que se lo di. Era una rede de dinero muy llena. Le dije todo y le dije yo que después le pagaría.
Dice: —Ningún dinero me ha dado este hombre.
—¡Vieja sinvergüenza!
Y le decía el catrín aquel diablo, decía: —Mire, señora. No diga muy recio. Le, le, le rasguñaba debajo de la mesa y decía: —Mire, señora. No diga muy recio que el diablo no está sordo.
Le volvió a repetir la señora: —Sí, digo, que me lleven todos los diablos si acaso tengo yo ese dinero.
Le decía el diablo: —Piensa. Mire, señora. No diga muy recio porque el diablo no está sordo.
Hasta que el diablo dijo: —Mire, señora. Usted tiene el dinero de este señor. Mandó un mozo y le dijo: —Anda a la casa de esta señora. Entras a la sala, entras a la recámara y a la mano derecha en la esquina levantas tres ladrillos. Allí está la rede de dinero de este hombre.
Fue el mozo y se trajo la rede de dinero y se la entregó.
Entonces el diablo se le levantó el cuerpo, llamas todo, y dejó los recintos por las ventanas.

 

Nº de referencia: 175

Al habla:
María de Jesús Navarro de Aceves
(40 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Tepatitlán de Morelos (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 7 / 10 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

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Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 158

Notas
Here again the devil appears as a well-dressed man, which is perhaps his most frequent manifestation in the tradition of Los Altos. Cf. Karl Bartsch, Sagen, Marchen und Gebrauche aus Mecklenburg (Vienna, 1879), 1, 248-249. This exemplum appears in English translation in Stanley L. Robe, "Four Mexican Exempla about the Devil," Western Folklore, X (1951), 314-315.

 

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