Los acoronados

 

Había un rey que salía todas las noches a ver que sus mandatos fueran obedecidos. Una noche salió al pueblo y en una casa oyó una voz, de tres muchachas, que decía. La mayor decía: —Pues yo me tengo que casar con el panadero del rey.
La segunda decía que se tenía que casar con el cocinero. Entonces la más chica dice: —¡Bueno! Ustedes se casan con el panadero y el cocinero y yo me tendré que casar con el rey.
Así pasó. Entonces el rey dice, apuntó el domicilio y otro día las mandó llamar. Esas asustadas contaron que habían dicho alguna cosa de ellas y las iba a dejar presas. Entonces el rey les dijo, dijo: —No tengan ningún temor. Dijo: —Yo quiero para que los sueños se hagan realidad.
Entonces dijo que allí estaban el cocinero y el panadero y él se quería casar con la más chica. Y así, pues, se casaron y vivieron muy felices. Al año nació un chiquillo. Como sus hermanas estaban muy envidiosas se lo llevaron y lo tiraron. Y al segundo año sustituyeron un perro, al segundo año también sustituyeron un gato, y al tercero sustituyeron una rata.
En eso los chamaquitos, donde aventaban a los niños, se iban por el río.
Llegaba la... a un jardín ya lejano, de los dominios del rey, de un señor, un viejito, los recogía. Él no tenía familia. Se lo llevaba a su mujer. En eso siguieron ellos su tiempo.
Su esposo, el rey, se enojó con la mujer. Dijo que la iba a matar, pero no lo dejaron y la puso en una pieza de vidrio donde toda la gente tenía que pasar y exhibirla.
Ya que crecieron los muchachos, el viejillo se los llevó y compró una quinta y aquí crecieron más. Un día murió él y les dejó la casa. En eso se vieron muy felices los muchachos porque tenían siempre dinero. Un día llegó una señora cuando los muchachos no estaban. No más estaba la muchacha, y dice, dice: —Yo vengo a ver si me da permiso de ver ese jardín.
Esa que pasó a ver el jardín y le dice a la muchacha, dice: —Es muy bonito.
Dice: —Nada más, pero faltan la agua que sube al cielo, dice, —el pájaro que canta y el árbol que toca.
Entonces ya se fue y entonces la muchacha se quedó pensando qué ganas de tener eso. En eso llegaron los hermanos y la querían mucho. Entonces le dijo, dice: —Mira, hermana. No te apures. Dime qué te pasa.
Y ella no lo quería decir por miedo que los mataran. Entonces ya les platicó. Dijo el hermano más grande, dice: —Yo tengo que ir a eso, dice, —para traer eso que necesita esta casa para que suela más bonita.
Y se fue por el camino que había dicho la señora. Pero antes le dijo a su hermana, dice: —Mira, dice. —Te dejo este espejo. Dice: —La hora que lo veas sudando es que yo morí.
Y siguió caminando. Y un día, a los veinte días llegó a un camino y allí estaba un señor que parecía como que estaba muerto, un viejito con una barba muy grande. Entonces llegó y le cortó la barba y ya pudo él hablar. Entonces le dijo que le agradecía mucho porque nadie le había cortado la barba y él no podía hablar. Le dijo que, que a dónde iba. Y entonces él le dijo que iba a trer el agua, el agua que sube al cielo y el pájaro que canta. Así es que le dijo él, dijo, dijo: —¡Mira!, dijo. —No te arresgues porque allí todos mueren. Dijo: —¡Mira! Vale más que te quedes, te vuelvas a tu casa.
Y entonces el muchacho dijo que no, que no se volvería si no le llevaba eso a sus hermanos. Entonces le dijo, dijo: —Bueno, toma.
Entonces le dio una bolita de plata con un hilo y a donde se parara era que allí iría. Tenía que subir una montaña. En eso se fue el muchacho. Donde se paró la bolita dejó el caballo y comenzó a subir y comenzaron a quitar muchas cosas, a venderlas. En eso ya él no volteaba porque si volteaba se quedaba encantado.
En eso le dijieron: —Si eres valiente, voltea.
En eso él no era muy valiente porque ahí se quedó él. Se quedó en piedra. En eso su hermana que vio el espejo, comenzó a sudar el espejo. Entonces comenzó a llorar. Entonces le dijo al hermano de en medio, dice: —Que tu hermano ha muerto, porque comenzó a sudar el espejo.
En eso en vez de llorar le dice: —No te apures, hermana. Dice: —Yo voy a vengar a mi hermano.
Entonces sube también él en otro caballo y sigue su camino. Él a los dos días también llega con el viejito y le dice que a dónde va y ya le dice él a donde.
Entonces dice: —No vayas, dice, —porque te van a matar, dice. —Bueno.
Entonces te doy también otra bolita de plata para donde se parara, allí debías de dejar tu caballo.
Éste siguió y donde se paró la bolita de vuelta se quedó y comenzó a subir. En esto también lo comenzaron a ofender, que dijiera que si era valiente, que volteara y él se volteó y también quedó igual.
En eso la muchacha, a esa muchacha le había dejado un cuchillo y a la hora que viera que estaba con sangre era que había muerto. Entonces él... lo ve la muchacha y luego ve que ya tiene mucha sangre. Entonces dice: —Ha muerto mi hermano. Dice: —Yo tengo que vengarlos.
Se vistió de hombre y también se fue ella. Y no les dijo a dónde iba. Entonces a los veinte días también se encontró al señor y luego le dice que no vaya. Y menos que es una mujer y menos podría, menos que los hombres. Y ella no le hizo caso y se fue. Por fin llegó a donde tenía que subir. En eso la comenzaron a ofender pero ella no hacía caso. Se les decía que no le hace, que la ofendieron.
En eso ve llegar a la mera cima. Dice el pájaro que canta, dice: —No. Dice: —No es poquito ningún hombre. Dice: —Menos una mujer. Dice: —Las mujeres no sirven para nada.
Dice ella: —No le hace.
Y entonces ya cogió el pájaro y luego le dice, dijo: —Vente. Dice: —Ahora tienes que ser tú mi esclavo y dime en dónde está, la agua que sube al cielo. Dice: —Y el árbol. Dice: —De la música, de la música.
Y entonces le dice el pájaro, dice: —Mira, allí está. Dice: —No más pasas de aquí. Dice: —No más con una hoja que cortas. Dice: —Con eso hay para que produzca luego luego muchas. Dice: —Te trais tantita agua. Dice: —Con esa hay.
Entonces ya fue y hizo lo que le había dicho el pájaro y ya trajo eso. Entonces ya le dijo al pájaro, que le dijiera cómo se desencantaba a todos sus hermanos. Entonces ya le dijo el pájaro de qué modo, que fuera a un hachote [sic] y... que allí había agua en una regadera y con una gota en cada piedra con esa se desencantaban. Entonces ella vino con todo y comenzó a desencantar a toda la gente y ya desencantó a sus hermanos y ahí se pusieron ellos muy contentos. Entonces ya se devolvieron a su casa. Se llevaban el pájaro. Ya pusieron el pájaro en la sala y la agua tenía que estar para el pozo.
En eso ya pasaron muchos días y vivieron muy felices pero esos comenzaron a tirar para enseñarse para ir con el rey. Entonces la muchacha un día estaba en su casa y llegaron los hermanos y le dijieron que habían encontrado al rey y les había dicho que tenían qu'ir muy pronto, porque ellos habían matado un oso y ya eran muy buenos tiradores y tenían que defender sus soldados con diez generales o alguna cosa. Entonces ya ella se quedó triste. Entonces por fin se fueron los hermanos.
Un día él los pidió y entonces les dijo el rey, porque les quería ya mucho, les dice: —¿Tienen una hermana? Dice: —Yo la quiero conocer. Dice: —Quiero ir mañana. Dice: —Mañana íbamos a ir al campo. Dice: —En vez de ir al campo vamos con su hermana.
Entonces dejó a los muchachos que se fueran a avisar a su hermana y esos se fueron y llegaron a su casa y le avisaron a su hermana que iba a llegar el rey. Entonces el rey otro día tenía que llegar.
Entonces la hermana fue, como hablaba el pájaro, fue y le dijo al pájaro, le dice: —¿Que qué sabes, qué le puedo dar de comer al rey?
Entonces dice él, dice: —Mañana te digo. Dice: —Mañana vienes y me preguntas y me dices.
Otro día fue ella, y entonces le dijo, dice: —Mira. Dice: —Te llevas... al jardinero le dices que tumbe él... un árbol de número siete, porque estaban numerados. Dice: —Lo tumbas y ya le dices que... ya que lo tumbe le dices que venga y entonces tú vas y comienzas y te vas a hallar una cajita y te la trais y después te digo.
Y entonces ella fue y hizo lo que le dijo el pájaro y sacó una cajita de puros diamantes.
Dice: —Mira. Dice: —Ora dales calabacitas. Dice: —En el tercer plato es lo que le tienes que dar al rey. Dice: —Las calabacitas tienen que ir con esos diamantes.
Bueno, así fue. Entonces ya el rey vino y ya conoció allí l’agua y todo lo que tenían los muchachos. Dijo que era una casa muy bonita. En eso estaban comiendo y entonces le llevaban sus calabacitas. Entonces dice, dice el rey, que era asombrado al ver que adentro son puros diamantes. Dice: —¿Qué es lo que pasa?
Entonces el pájaro dice: —Rey. Dice: —Usted, no cree que se puedan comer los diamantes.
—Usted, ¿cómo lo cree?
—Que también su mujer, ¿cómo usted creyó que su mujer había tenido, dice, —un perro, un gato y el ratón?
Dice: —Sí.
—Es que usted tiene sus hijos.
Entonces el rey se paró y le dijo que cómo que él, cómo sabía. Dijo: —¿Cómo?
Dijo: —Esos son sus tres hijos. Dijo: —Si no, vaya. Dice: —Vaya con sus cuñadas. Dijo: —Porque eran muy envidiosas, y se va a la terraza y que digan la verdad y que digan tres veces, para que vea que es cierto.
Entonces el rey se fue y le dijo a sus hijos que allí se quedaban, para ver si era cierto. Entonces fue y luego mandó a que las golpearan primero y dijieron la verdad. Entonces dijieron la verdad. La dijieron tres veces. Entonces las mataron. Entonces él fue y sacó a su mujer de donde la tenía y fue y se trajo a sus hijos con muchas fiestas. Hicieron muchas fiestas en honor de sus hijos y estuvieron muy felices. Después se casaron y la muchacha se llevó a su pájaro.
Y vivía muy feliz. Y en eso se murió y el pájaro se quedó triste y jamás volvió a cantar.

 

Nº de referencia: 111

Al habla:
María Mercedes Gómez
(17 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Tepatitlán de Morelos (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 24 / 9 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

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Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 94

Notas

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

707. - The Three Golden Children (previously The Three Golden Sons).

 

Materiales adicionales

 

 

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