[ Los hijos del rey ]

 

Había en una ciudad un rey que se quería casar y había tres muchachas. Les dijo: —La que se case conmigo me ha de prometer el sol y la luna.
Le dijo la chica, eran tres: —Yo le prometo el sol y la luna.
Las otras enojadas porque a ellas... no se casó con ellas. Se fueron ellas de criadas con, con su hermana, con el rey. Al, al poco tiempo tuvieron un niñito. Luego que nació el niñito se lo quitaron. Era el sol. Las viejas aquellas, hermanas de la muchacha, estaban enojadas y le echaron un perro.
Entonces llega el rey y dice: —¿Qué tiene mi mujer?
Dice: —Un perro.
Dice: —La voy a matar.
Entonces ella no dijo nada. Ella no supo. Al... luego ese niño lo echaron allá con los... los echó a un rancho con unos ermitaños. Y ya el niño estaba grandecito. A algún tiempo nació otra niña y se la volvieron a quitar y le echaron un gato.
Llega el rey: —¿Qué tiene mi esposa?
—Un gato.
—Ora la voy a matar.
Entonces ella no dijo nada. Luego la niñita se la volvieron a llevar a aquellos ermitaños allá, allá al cerro. Ya los niñitos estaban grandecitos, muy bonitos.
Entonces aquellas mujeres que estaban allí, hermanas de, de ella, dijieron: —Pos, mátela. ¿Para qué la quiere?
Entonces el rey se la llevó a orillas de la suidad y la emparedó. Le puso unas aguas. Al poco crecieron los niños y un día se le salieron los ermitaños a la suidad. Entonces las ven... las, las viejas y les dicen: —¿Qué andan haciendo, niños?
—Pos venimos al pueblo.
Dice: —Miren, niñitos. Váyanse a la fuente y agarren agua.
Les llega, los encuentra un señor y les dice: —¿A dónde van, niñitos? Dicen: —Nos dicen que traigamos agua del pie del mango.
Dice: —No se crean. Agarren del agua que está más espesa, más cochina.
Agarran del agua más espesa. Nada les sucedió, porque ellas querían que se encantaran los niños. Otro día se fueron, pues, los ermitaños al cerro. Otro día regresaron. Los volvieron a ver las, las viejas aquellas.
Dicen: —¿Cómo quieres? Ya no me quepo al ver de vuelta a los niños.
De repente los ve el rey. No más que los niños allá en la cabecita tapados, traen unos bonetitos. Entonces dicen: —Miren, niños. Váyanse a la güerta. Y hay allí muchos, muchos pájaros. Y hay un pájaro cu. Agárrense el más bonito y se lo llevan a su casa, que ese es el pájaro cu.
Entonces incuentran otro señor y les dice: —¿A dónde van, niños?
Dice: —Vamos a la huerta, que nos dicen que traigamos el pájaro cu.
Dice: —No se crean. Agarren el más prieto. Agarran una urraca porque si no, allí se encantan.
Así lo hicieron. Agarraron una urraca y se fueron otra vez para su casa. Otro día se volvieron a salir y llegaron solitos a la ciudad. Y como, como de suerte se los encontró el rey. Les cayó tanto en gracia. Al verlos dice: —Buenos niños, ¿qué andan haciendo?
Dice: —Aquí andamos en el pueblo.
Él no sabiendo que eran sus hijos porque tenían la cabecita tapada. Dice: —¿Vamos a mi casa?
—No.
—Sí, vamos a mi casa. Les voy a dar allá de desayunar.
Se los llevó. Y cuál sería su sorpresa de las viejas que van viendo que el rey llevaba a sus hijos. Él no sabía que eran sus hijos pero ellas sí sabían que eran sus hijos. Entonces los puso a la mesa y les dice: —Bueno, pues, a desayunar.
Dicen las viejas: —Vamos a echarle veneno al chocolate.
Entonces tenían un perico antiguo que, que era el que tenían dende que se casó el rey y el perico sabía toda la historia de, de la esposa del rey. Les dice, empezó a hablar el perico: —No se toquen el chocolate porque tiene veneno.
Entonces dice el rey: —¿Qué dice el periquito?
—Que el chocolate tiene veneno. Quieren envenenar las viejas esas de la cocina, quieren envenenar a los niños. Yesos niños son sus hijos. Descúbreles el bonetito que tienen en la cabeza y verás que es el sol y la luna.
Entonces el rey les quita los bonetitos y los ve que era el sol y la luna, muy, muy bonito su cabello, muy bonitos los niños. Entonces los abraza. Le da mucho gusto que tenga a sus hijos. Entonces él manda traer dos mulas brutas y las amarra a las viejas de las colas. Así las quieren pagar. Entonces él agarra a los niñitos. Se van a pie a la orilla de la suidad a traer a su madre que estaba emparedada. Todavía vivía. Creía estaba muerta y estaba muriéndose. La trajieron y a los varios días se murió.
Colorín, colorado, el cuento está acabado.

 

Nº de referencia: 109

Al habla:
María de Jesús Navarro de Aceves
(40 años)

Recopilado por:
Stanley L. Robe

Registrado en: Tepatitlán de Morelos (Tepatitlán de Morelos, Jalisco), el 5 / 9 / 1947

Transcrito por: Stanley L. Robe

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Este relato fue publicado en:

 Stanley L. Robe, 1970. Mexican Tales and Legends from Los Altos. Berkeley: University of California Press, núm. 92

Notas

 

Ver los motivos
) -

 

Ver los tipos

707. - The Three Golden Children (previously The Three Golden Sons).

 

Materiales adicionales

 

 

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